Búsquedas

joseRivero2Se dice que «encontrar es hacer y hacer es encontrar«, en una rara equivalencia que habría que explicar.
Ya que no toda búsqueda es una actividad, al haber hallazgos casuales y fortuitos. Productos improductivos obtenidos al albur de una coincidencia irrepetible. Como una Serendipia cualquiera.

Por lo que toda búsqueda no deja de ser, por ello, una Factoría, pero sólo una Factoría Posible y Potencial. Incluso una rara Oficina de Objetos Perdidos.

¿Por qué ahora que crecen las amnesias personales y las colectivas, han desaparecido las citadas Oficinas de Objetos Perdidos?

¿Habrá que buscar las Oficinas desaparecidas en las mismas Oficinas de Objetos Perdidos?

¿Y no será esa búsqueda de lo perdido en donde se buscan los Objetos Perdidos, una suerte de ‘mise en abîme’? Mostrando que toda ‘mise en abîme’ es un vértigo encadenado.

Como el libro dentro del libro, el cuadro dentro del cuadro o la película dentro de otra película.

Como la vida que se repite sin ton ni son. Como la repetición que no es vida, y por ello no se vive.

¿Contar que contamos? o ¿contar que somos contados? Es tanto como sentirse actor y director; autor y lector al mismo tiempo. ¿Distanciamiento brechtiano? o ¿artificio teatral?

También «el que busca encuentra«. Pero no siempre «el que encuentra halla«.

De lo primero hablaba un cantable pasado y algo arromanzado. «El que me busca me encuentra«.

Cosa que es cierta a medias. Otras veces, «pese a buscarme no me hallaron«.

Y otras más: «El que me busca se pierde«. Que refleja el extravío común del Descubridor y del Expedicionario.

Cuando es cierto, como repite filosófico, el poeta albaceteño Antonio Martínez Sarrión, que «Nos perdemos siempre, nos vamos perdiendo«.

Y si «Nos perdemos siempre«, ¿quién nos encontrará?

José Rivero
Divagario

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5 COMENTARIOS

  1. Hablando de cosas/causas perdidas: Feliz día de la República.

    Cojo prestado un trocito de J.M. Reverte:

    «Hoy yo brindaré por la República, por los que la celebraban en la Puerta del Sol de Madrid y por los que se asomaron al balcón de la Casa de Postas, sobre todo por Manuel Azaña.

    Pero no me lamentaré nada por la situación que vivimos. Tenemos un Gobierno sin sensibilidad social, que odia la cultura, pero podremos cambiarlo si los españoles así lo deciden con su voto.»

  2. Citas a San Agustín, pero no lo declaras. Soñó que se le aparecía Jesucristo y le decía: «No me buscarías ni no me hubieras encontrado». Es una paradoja que le gustaba repetir también a Pascal, seguramente para indicar la paradoja fundamental de Cristianismo (o cristianismo, como quiere la ortografía de la Academia): la fe que no busca y discute sus fundamentos está muerta. La fe sin acción (que es el otro nombre de la caridad, de las obras, del amor) está muerta y sin esperanza. Las tres virtudes teologales que encarnan los tres personajes de San Manuel Bueno mártir de Unamuno.

  3. El jurista, el intelectual inquieto y honesto y el amigo tardío de Dios dijo cosas como ésta:

    No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad.

    Y estas palabras que describen la búsqueda que guió su vida:

    Tarde te amé
    ¡Tarde te amé,
    hermosura tan antigua y tan nueva,
    tarde te amé!
    Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera,
    Y por fuera te buscaba;
    Y deforme como era,
    Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
    Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo.
    Me retenían lejos de ti aquellas cosas
    Que, si no estuviesen en ti, no serían.
    Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera:
    Brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;
    Exhalaste tu perfume y respiré,
    Y suspiro por ti;
    Gusté de ti, y siento hambre y sed;
    Me tocaste y me abrasé en tu paz.

    «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está
    inquieto hasta que descanse en ti»

    San Agustín merece ocupar un alto lugar, en nuestra cultura occidental.

    INTERIORIDAD.

  4. Creemos andar tras la felicidad, pero más real es la eternidad.

    Anhelo más íntimo del Hombre interior que apenas conozco.

    Sin saberlo nos guiamos por su elixir, Paz, que no es caprichosa felicidad.

    En la tarea de reconciliación a través del Hombre roto que somos.

    VERDAD.

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