En torno a una mesa de sol y sombra, con brisa primaveral y algunas cervecitas, nos reunimos hace pocos días un grupo de amigos de este medio. Y entre bromas y veras, inevitablemente hablamos de periodismo local y prensa escrita, de la historia y la comunicación. Me gustaría compartir con ustedes algunos de aquellos temas y otros que no salieron, pero que creo que forman parte del debate público, un debate que creo que nos interesa a todos y al que todos estamos convocados.
El primer valor de la prensa es dar fe de las cosas que ocurren. La prensa cumple así un impagable servicio de comunicación y conocimiento del medio para los ciudadanos; y es lo primero que se exige a los medios, que acudan a los actos, que nos cuenten lo que sucede, que llegue. Y que crezca. Lo que no se dice, no existe.No me refiero solo a la noticia diaria, sino a los personajes, con nombre y apellidos, y las cosas que nos afectan. Muchas cosas de interés público pasan y han pasado en Ciudad Real que sería justo que supiésemos, y que solo quedan en el recuerdo de algunos. La prensa no es solo la noticia del momento, sino la memoria colectiva.
Lo segundo que se pide, es que esa información sea veraz, no sesgada. Saber que el relato es verosímil, en línea con relatos anteriores, con resúmenes de acontecimientos en que sí hemos sido testigos, dando la misma credibilidad ahora que entonces. Independiente, no partidista, aunque la falta de independencia es un valor que ningún medio ni ningún lector quieran reconocer cuando no se da.
Lo tercero, es que los temas sean de interés, que sean cercanos no solo en distancia, sino en sentimiento.Frente al poder que da los recursos de la prensa nacional (“el cuarto poder”), la prensa local da cuenta de lo que sucede en la proximidad, como estelas de aquello. Las tensiones políticas del país resultan casi ajenas por su lejanía, cuando en realidad solo cambian los protagonistas y el ámbito de la Administración. Más de lo mismo. Los asuntos de las grandes poblaciones poco tienen que ver con nosotros. Pero entender que es recíproco, que lo que pasa aquí no es muy distinto de lo que sucede en otras partes, en otras provincias. España no es solo lo que sale en los medios que están a nuestro alcance, son las personas de sus innumerables poblaciones, cuyas vidas no son muy distintas de la nuestra.
A la vez, estamos asistiendo a una crisis de la prensa escrita que aún no ha terminado. Algunos soportes – como los discos de música o el cine – ya anuncian por donde puede ir el futuro, nada halagüeño para el papel. Un futuro que tiene que ver con los hábitos de las nuevas generaciones, y con aplicaciones que te llegan al móvil para avisarte de una noticia aparecida en algún medio recóndito, pero que te interesa especialmente – y que de no ser por ese aviso, tal vez nunca llegarías a conocer. Un cambio de códigos. Recuerdo que cuando iba al instituto, uno de los temas de la asignatura de Lengua era la prensa. Diferenciar el periodismo de información del de opinión, ver cómo se organizaba la primera página, las secciones. No sé si se seguirá haciendo hoy en día, pero sería interesante conjugar las secciones con las apariciones por orden cronológico, que es propio del lenguaje de internet – véase Facebook. Es una cuestión por resolver, el de la información visual, el diseño de las páginas web y las herramientas informáticas. Antes se hojeaba/ojeaba el periódico pasando páginas; hoy, usamos un ratón para leer los titulares antes de entrar. En el tiempo que antes recorríamos las noticias de dos páginas, hoy se podrían ver decenas. La noticia tiene una competencia feroz con su hermana, y es aún más perecedera de lo que fuera entonces: el exceso de información anula la atención, nos resta capacidad de retener lo que acabamos de ver pocos segundos antes.
Y la financiación. La prensa escrita no solo subsiste por la publicidad (aunque supongo que también tendrán subvenciones) sino por la venta en los kioscos y las suscripciones. Sin una independencia económica es muy difícil hacer un periodismo independiente, que es lo que diferencia el servicio público de la gaceta. Y viceversa, creo que hay un tipo de periodismo (especialmente en la prensa escrita) al servicio de las grandes empresas, que participan en su sostenimiento. El problema de la prensa digital no es menor: de un lado, ausencia de gastos en imprenta; pero del otro, un lector que no paga y no participa del coste económico que tiene la producción de una noticia.
Y por supuesto, el valor de la crítica. Si la prensa es un servicio público no es solo porque sea público, sino porque es capaz de cuestionar el poder establecido, buscar y publicar noticias que no estén al alcance de todo el mundo o que haya interés por que no se difundan. Si el interés de la prensa está en el morbo de las noticias o el nivel de provocación de los comentarios, esa prensa se devalúa automáticamente.
Creo que en Ciudad Real estamos de enhorabuena con este medio, miciudadreal.es. Y yo, encantado de que me hayan hecho un huequecito para contar ocurrencias.
Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde
Medio millón de clicks mensuales dan que pensar.
Hay quien, en el fragor de la batalla ideológica en MCR, dice que esto no lo lee ni Dios. La realidad es que en las sedes políticas y las administraciones MCR se escruta en cada rincón. Fe de ello dan los comentarios que escucho de funcionarios y algún político (me parto cuando hacen alguna referencia a Hobbes).
De hecho son graciosísimos, desde algún socialista que habla de comunistas que atacan al PSOE desde MCR, hasta algún pepero que cree que esto se ha ido de las manos con anarquistas y perroflautas peligrosísimos.
La realidad es que es un espacio de libertad, donde se puede comentar sin necesidad de que luego te crucifiquen por la calle y, pudiendo ser un ciudadano anónimo más. Porque aunque algunos se empeñen en que esto tenga que ser público, no hay nada más libre que poder ser anónimo en una ciudad tan pequeña. Sin necesidad de usar calumnias e injurias. Aunque eso si, soportando a los trolls incapaces de publicar otra cosa que no sean insultos.
En una Ciudad anquilosada, con pensamiento del XIX, cotilla, envidiosa, vengativa y canalla como es esta, MCR ha sido un revulsivo que está haciendo pensar a muchos.