Esa moderación y ese equilibrio no es el camino que trazara, años después, el notorio falangista y Delegado Provincial de Educación y Ciencia, Marciano Cuesta Polo, en su trabajo de corte poetizante, azul Mahón y ruralista ‘Elogio y justicia de las ciudades medianas”[1].
“¿Menosprecio de la corte y alabanza de la aldea? Simplemente no. Menosprecio y desconsideración de los supernúcleos urbanos, y, más alabanza y defensa de las ciudades razonables, de las villas y pueblos proporcionados y valientes, sencillamente vivos. Meditación, a propósito, sobre la probable infelicidad de las macrociudades; y brindis y justicia, por los pueblos, villas o ciudades de modesta estatura. Por esas comunidades no complicadas que, afortunadamente, conservan aún, con sus verdaderas ganas de vivir, su castidad; en las que andar por las calles puede ser todavía una delicia; ciudades no drogadas, villas que tienen salvación en la modernidad, pueblos sin sobresaltos inhumanos”.
Todo un programa de virtudes –valentía, delicia, alegría, castidad– que oponer al resultado evidente del sobresalto construido, por los hermanos ideológicos del poeta doliente que cierra su trabajo con precisión.
“Hacen falta unas cuantas razones poderosas
para el cambio de la tierra por cemento,
para instalarse en bosques
de árboles de metal impunemente.
Hace falta tener muy pobre el alma”.
Las poderosas razones del cambio, sin duda no eran ignoradas por Cuesta, pero eran silenciadas, en esa acusación al pueblo demente que se instalaba caprichosamente en una periferia mortuoria, polvorienta de símbolos y sólo productiva de mano de obra. Este era el fruto contradictorio de las visiones de la ciudad: de la exaltación al enmudecimiento.
Enmudecimiento que expresa el conflicto no tanto entre lo rural-tradicional y lo urbano-moderno, como entre el pasado reconocible y el presente, aún sin definir y que se desboca y no se controla. En esa tesitura, el pensamiento conservador opta por una amalgama de conceptos difusos que toleren la transformación socioeconómica sin quebranto de su ideología tradicionalista.
Aceptar la transformación productiva de la ciudad moderna requiere, pese a todo, construir un nuevo universo de valores y de símbolos. que hagan tolerable la permuta. Desde aquí lo histórico se identificará con lo viejo, con lo inservible, con la rémora para el cambio que es preciso remover. Y por tanto se dictará su extinción o su desaparición, en aras de un orden productivo nuevo que definirán como la ciudad moderna y urbanizada; sin que el resultado obtenido sea moderno ni urbanizado, ni tampoco ciudad. Plazas sin nombre, calles abiertas en canal, periferias labradas en ladrillo y edificaciones sin sentido; irán sustituyendo al entramado antiguo de Plazas nombradas, calles calladas y edificaciones que desvelan el sentido perdido. Ni Palacios, ni Murallas, ni Conventos, ni Alcázares Reales, ni Casas Solariegas, ni esquinazos mudos, ni modernos Cinematógrafos, tendrán ya sentido en el nuevo orden emergente de abstracción urbanizadora y de la asepsia edilicia. Por ello, y desde ello, todo está condenado a su extinción porque representan un pasado desaparecido. Aunque, también el presente que se descubre y se conquista resultará irreconocible años después.
Si las desapariciones denunciadas por Alonso – Torreón del Alcázar o Casa de la Torrecilla– son altamente significativas de un sentido inaugural, ¿qué habría dicho de haber visto el movimiento que se avecinaba, dentro del Movimiento, y que no llegó a contemplar? ¿Qué exposición habría que haber realizado y qué obelisco pétreo habría que haber armado como recuerdo y cómo olvido de lo que ya no es, ni existe pero que tiene nombre?, ¿qué podemos decir hoy y ahora que podemos nombrar lo que ya no existe?
[1] M. Cuesta Polo. Elogio y justicia de las ciudades medianas, 20.000 Km2 nº 3, Otoño 1975.
Periferia sentimental
José Rivero
No sé si viste mi respuesta por tu información de la Sociedad Obrera entre tanta «selva» como había en el hilo de A.R. Pero, vuelvo a decirlo, muchísimas gracias por los datos que me diste. A ver si hay suerte y alguien publica algo ¿O, lo hay ya?
Saludos.
A propósito de la selva a que alude usted, creo que deberían intentar reducir el número de réplicas y dúplicas en los artículos. No aportan nada interesante al discurso y ofrecen una imagen penosa de los comentaristas, dando la impresión de que son ustedes gente ociosa y pendenciera que , a falta de una taberna, utilizan este foro para reñir como gatos enfurecidos. Y, lo peor de todo es que desmerecen al verdadero protagonista, el articulista. Está bien que se hagan comentarios a las noticias y artículos… pero el exceso intoxica el ambiente. Es mi opinión y espero no ofender.
sabia opinión
En Teoría de la Información el exceso de opinión genera ruido o silencio.
Y repetición y aburrimiento ,y la sensación de que hay demasiado yonqui de las redes, de la discusión por la discusión y ,sobre todo, de exceso de tiempo libre mal empleado. Terminan por creerse su propio personaje, un personaje ficticio… delirante el zoológico que han creado algunos.
Pides tú mucho: gente culta, noble y serena. Para mí que la mayoría de los sin rostro que escriben por aquí suelen tener tiempo libre y ganas de liarla. No verás demasiados comentarios en esta Periferia Sentimental de José Rivero. Parece ser la novena entrega de algo que no sabemos si empezó con las piedras o con la memoria. Mejor para Rivero, pienso yo.
No siendo el fútbol tema de este digital, la política se convierte en la clave para escapar del aburrimiento y demostrar las capacidades no utilizadas. El resultado es el esperado cuando se saca a pasear al cerebro sin la bolsita correspondiente.
En parte lo entiendo, que conste. Si tantos se sienten enjaulados en gallineros vulgares y ven que quien anhelaba un retiro de vuelta al mismo decide seguir siendo gallo purpurado, entonces ha llegado la hora de la subversión.
De todos modos, Luis, la mayoría son chorradas inofensivas. A falta de sangre, creo que se vierte poca tinta para la que podría. Veo poco navajero diplomado. Además del mostrenco habitual, los que pretenden influir en la rotación de la tierra o los que se ocupan de los problemas burgueses por excelencia: el alma y la muerte, echo en falta un género muy español, o al menos eso decían, que nos gustaban mucho los funerales animados. Pues no abundan.
De todos modos, mi respeto por el artículo de la serie de José Rivero.
Es interesante la aparición de Luis y Ma non troppo. Lo cual significa que se puede ser, como en el mundo gay, activos y pasivos, pero todos interesados y como dice el refrán «con más mala leche que un palomo cojo…».
Lo peor, lo peor del todo, es que salgáis ahora los dos como magistrados del Supremo a dictar sentencia…porque ¿Cuál es vuestra postura? ¿Solo poner la balanza y llamarnos mostrencos o navajeros? Pues sería una pena, porque hay algo más..
Que los foros están repletos de mierda lo sabemos todos y, además, sabemos el antes y el después, porque antes había debate y los trolls desaparecían en dos o tres días. La cuestión es ¿Ante los delitos de odio, las injurias, las calumnias, el frentismo etc etc? ¿Lo mejor es dar la callada y que se aburra quien de manera obsesiva solo busca la confrontación? Seguramente la respuesta de vosotros dos será que si, porque es lo más maduro.
Pero ¿No fue la respuesta del profesor de filosofía en la Plaza mayor de Madrid la correcta ante los orangutanes que echaban monedas al suelo a las rumanas? Él mismo lo dijo, ante ciertas cosas uno no se puede callar.
Eso si, que el nivel es absurdo, sucio y propio de taberna, no lo niego y entono el mea culpa en responder y no callar. Pero ante cualquier atentado contra la democracia y la convivencia por parte de los ultras, quien calla otorga y no me da la real gana otorgar. Es más, prefiero ser bloqueado por MCR y no poder intervenir, porque también está el Crisol de Ciudad Real con las mismas noticias. Sitios hay, pero al que suscribe le gusta este.
Y, ahí lo dejo, porque estoy de acuerdo con vosotros que Rivero merece un respeto. Es más, no voy a responder en este hilo a ningún comentario. Así cumpliremos lo que Valero considera sabio, y Valero es más sabio que muchos.
Salud y buen día.
Por mi parte, intentare aplicarme el cuento.
Tomo nota, Luis. Confieso que he pecado. Y a don José Rivero le leo y le respeto en silencio.