Fermín Gassol Peco.- Cuando supe que al fin había obtenido una estatuilla (la de 2006 fue honorífica), mi corazón dio un pequeño vuelco, latió por unos momentos de manera más acelerada y exclamó: ¡Ya era hora, señores de la Academia!
Quien no lo reconozca, bien pudiera confundirlo con el maître de un restaurante romano de Vía Veneto. Su aspecto, enjuto, serio, formal, su gesto casi tan imperturbable como el Eastwood de sus películas, su mirada abstraída que no distante, introvertido y cabal, da la imagen de persona cultivada aunque poco llamativa. Estoy hablando del último galardonado con el Oscar a la mejor banda sonora, EnnioMorricone, (Roma, 1928), reconocimiento que le ha llegado a la muy respetable edad de ochenta y ocho años por la película “Los odiosos ocho” (Quentin Tarentino)… ¡odiosos para otros!, habrá comentado moviendo la batuta… paradojas de la vida.
Para quien escribe Ennio Morricone es junto a John Williams, y Maurice Jarre uno de los más grandes compositores de bandas sonoras que ha parido madre y creo sin temor a equivocarme el más prolijo.
Desde que en 1961 compusiera la banda sonora de “El Federal”, Morricone no ha dejado un solo año de aportar su talento al mundo del séptimo arte. Más de quinientas películas, obras sinfónicas y corales… a través de seis decenios con dedicación vocacional por un género en el que ha hecho historia. Sin Ennio, el mundo de la banda sonora quedaría capado de raíz y sin él tampoco podría ser escrita la historia de la música en la segunda mitad del siglo XX.
De chaval ya quedé impresionado con sus composiciones para la trilogía “Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio”, “El Bueno, el feo y el malo”, en las que junto a las muecas de Eastwood y Volonté son protagonistas de historias espectacularmente resueltas. O “Hasta que llegó su hora” con un diabólico Fonda y una angelical Cardinale y “Agáchate maldito”con el “cínico” Coburn; todas ellas dirigidas por su amigo de la infancia Sergio Leone, constituyen obras maestras del “spaghetti western”.
Más tarde vendrían Malena, Los Intocables de Elliot Ness, El Decamerón, Las Mil y una Noches, Novecento, Los Cuentos de Canterbury, El Clan de los Sicilianos, La Misión, Cinema Paradiso, Sacco y Vanchetti, Átame, La Batalla de Argel, La Herencia Ferramonti, Django Desencadenado, I como Icaro, Los Cañones de San Sebastián, El Serpiente, Teorema, La Clase Obrera va al Paraíso, «La Leyenda del Pianista en el Océano», La luz prodigiosa, «U-Turn», «El Fantasma de la Ópera», etc… son algunos de los más significativos títulos de películas a las que puso música.
Hablar de ellas es hacerlo de directores de la talla de Leone, Berlusconi, Tarantino, Passolini, Stone, Palma, Bolognini, Petri, Pontecorvo, Verneuil, Almodóvar, Hermoso, Montaldo, Tornatore, así hasta completar la lista con más de doscientos directores de muy distinto calibre, que confiaron el éxito de sus cintas a la genialidad de este gigante romano de la música cinematográfica.
Confieso que desde hace años este “santón de las bandas sonoras” está en mi cotidianeidad. Su música acompaña habitualmente mis viajes y los momentos dedicados a escribir.
Y he dejado a propósito para el final la inconmensurable obra “Once Upon a Time in América” (Erase una vez en América) cómo no, de Sergio Leone. Su banda sonora junto a las deEl Padrino y West Side Story (Nino Rota y Leonard Bernstein), dirigidas por Coppola y Wise, constituyen para mis oídos la trilogía del no va más de la música en el cine.
https://www.youtube.com/watch?v=5_QffCZs-bg
Me quedé con ganas de escucharlo hace seis años en el pabellón Vista Alegre de Madrid por quedar suspendido el concierto ¡hasta en tres ocasiones!; se conoce que no “estaba de dios” oírlo. Otra vez será…y si no… allá en el cielo seguro que la habrá.
Gracias maestro, que por tu música, muchos amamos más el cine.
Nino Rota, Michel Legrand, Bernard Herman, Francis Lai, Alberto Iglesias y tantos más a la buena lista.
O la Sinfonía inacabada…así de viva es la música…
Ese Ave Maria guaraní me sigue poniendo los pelos de punta despues de haberlo escuchado cientos de veces.
Se merece la beatificación en vida.
Morricone eterno. Divino Talento.