Cervantes criticó con arte lo que hoy callamos por conveniencia

Salvador Carlos Dueñas Serrano.- No hace mucho tiempo que en este cuarto territorial de la actual provincia de Ciudad Real, la siempre mejor nombrada por su propia historia, denominándola La Mancha; existía una comarca absolutamente irrelevante desde casi todos los puntos de vista. Tanto que parecía no existir.
mancha
El simple hecho de haber sido citada en una de las obras literarias más importantes de la historia de la literatura universal, ha facilitado que a través precisamente del valor que supone formar parte del Quijote, se pongan de manifiesto los valores propios de esta tierra.

Con el comienzo del siglo XXI, se inició por parte de algunos, la pionera labor de publicar la importante vinculación cultural que además de manifestar la legitimidad de esta comarca al ámbito del Quijote, que también sirvió de motivo de inspiración para dar forma a los personajes protagonistas, extraídos de un entorno estancado en el tiempo o retraído en sí mismo. Como si el mundo no fuera más grande que el propio Campo de Montiel, ajeno al progreso que acontecía más allá de sus límites naturales.

Esos raros personajes a ojos de un viajero cosmopolita como Cervantes, siempre por delante de su tiempo, por supuesto que llamaron la atención de una mente aguda y creativa como la suya. Cómo no iba a fijarse en ese tipo de caballeros venidos a menos, aferrados a los rancios privilegios acumulados por linajes abotargados en lo más profundo de una sociedad sumida entre las tapias de sus corrales, casonas, bodegas y conventos.

Ni Renacimiento, ni Barroco, ni Ilustración, ni República, ni Democracia, ni nada que evolucionase a estas gentes a un estado de convivencia más justo y acorde con la ideal razón de ser de los humanos en esta vida; alteró lo más mínimo el lento transcurrir de una existencia perpetua. Repetida en lo fundamental, desde que el más fuerte, violento y avaricioso de la tribu se apropió del bastón de mando, hasta el más rastrero y falto de escrúpulos cacique totalitario que arrebató el bastón municipal, imponiendo en estos campos y estos pueblos, la frialdad de los días nublados y el sufrimiento de la falta de derechos, obligaciones y libertades.

Todavía el Campo de Montiel apesta demasiado a naftalina de sucios ropajes que escondían mil pecados inconfensables de cara a la sociedad, pero impúdicamente practicados con la impunidad del que se siente seguro y acomodado en su tiranía.

Aún hoy, mucha de aquella ineficacia que Cervantes señaló con tanto arte, perdura en lo más oscuro de mentes ambiciosas principalmente de dinero y poder. Al igual que al genio le repugnaban ese tipo de personajes básicamente inútiles para el avance de la sociedad, que hubo de ingeniárselas para denunciarlos a través de un personaje catalogado como loco, sorteando así la inquisitorial censura, y el propio rechazo de un pueblo demasiado domado para amordazar o destruir lo que el poder establecido designase como perjudicial, sobre todo para sí. Los que publicamos, debemos al respeto propio y a los demás, hacerlo sobre todo subrayando lo injusto.

Es curioso a la vez que muy vergonzoso haber comprobado por uno mismo, como ese mundo de tipejos, curiosamente, muchas veces panzudos, con estómagos rellenados por exceso de gula y bolsillos cargados de compra venta de favores, todavía perduran por estas tierras, al igual que los otrora acaparadores Canuto o Ballesteros.

Lo peor de todo, es que además también lo hacen a través de afiliaciones políticas con apariencia de defender los intereses de los trabajadores o a los más necesitados.

Muchos utilizan la literatura como un medio para ganarse la vida, otros para obtener el favor social. Muchos otros para satisfacer el propio ego. Algunos como un medio terapéutico y evasivo de la decepcionante realidad. Incluso los hay que al margen de la profesionalidad elaborada, complaciendo al poder y su propio estatus, a veces cometen el error de anteponer la honestidad de emitir crítica social con el altruista fin de intentar perfeccionar una sociedad no sólo corrupta en el afán de dinero, también en la cobardía de no poner de manifiesto a los indeseables que tan descaradamente merman los recursos que tan sacrificadamente generamos todos.

El respeto que merece la inteligente obra de Cervantes y el valeroso personaje de Don Quijote, no deben ser menospreciados con párrafos autocomplacientes y artículos regaladores de oídos. Precisamente el gran valor del Quijote es denunciar la injusticia, el abuso y la sinrazón, en uno de los momentos más difíciles de la Historia para hacerlo.

Hoy que tanto esfuerzo, tantas vidas y tantos siglos ha costado crear una sociedad mínimamente decente con derecho a expresar con libertad las virtudes y carencias de nuestro entorno, sería una gran falta de respeto a la propia inteligencia, al conjunto de la sociedad y al propio Cervantes, referirse a su obra sin hacerlo con la decencia que se debe a la sinceridad de una opinión deseosa de un mundo mejor para todos.

Las interpretaciones son libres y correctas, siempre que dejen claro eso mismo. Que cada cual interpreta lo que lee, según le apetece o conviene. Otra cosa bien distinta es el mensaje que transmite el texto original. El cual, acogido a la saludable libertad de expresión debe ser aceptado coherente y consecuentemente conforme a un sistema democrático y constitucional dentro de un Estado de Derecho.

El que por cierto, a pesar de las múltiples imperfecciones que lo acompañan por las propias debilidades humanas, hasta ahora, es lo mejor que por ahora hemos inventado para facilitar una vida medianamente razonable al mayor número posible de ciudadanos.

Por eso es muy de agradecer haber nacido en uno de los países más avanzados del Mundo, donde por fortuna, no deja de progresarse mientras los ciudadanos participemos con nuestra legítima aportación no sólo del voto, también de una continuada opinión y participación de lo público. Ejerciendo el deseable control que siempre evitará el oportunismo y la ventaja de que determinados privilegiados utilicen el poder como algo propio maquillados en la falsedad de defender nobles fines.

Otra vez, después de un siglo vuelve a conmemorarse otro centenario de la muerte de Cervantes. En el tercero como en anteriores, si es que los hubo, se concentró todo en esa parte lógica de La Mancha que acumula desde siempre mayor número de población e influencias políticas. Y a nadie nos pareció mal. Principalmente porque no habíamos nacido, pero también porque entendíamos demasiado poco la amplitud geográfica, cultural y social del Quijote. Reduciéndolo muchas veces al exclusivo entorno académico de unos pocos; abriéndolo sólo en lo turístico para la mayoría. Cuando en realidad el Quijote es un universo capaz de iluminar la magnitud geográfica que lo puso a caminar por primera vez por el viejo y culto suelo del Campo de Montiel. Donde además se cimentaron las bases para que la gran novela extendiera su idioma por los cinco continentes. Pues bien distinta sería la trayectoria histórica española si aquí en las santiaguistas laderas del castillo de La Estrella de Montiel, no hubiera sobrevivido la dinastía que sufragó El Descubrimiento. La Real Academia de la Lengua Española, debe atención y respeto al muy noble Campo de Montiel.

Honrar a Cervantes debe ir más allá que meramente convertir al Quijote en un producto turístico. Es positivo poner en valor el territorio desde planteamientos sostenidos con criterios profesionales que optimicen y distribuyan los recursos económicos creando dinamismo y fluidez de dinero que asiente calidad de vida en la población. Por ello es positivo potenciar la imagen clásica de La Mancha que todavía es muy escasamente conocida en el planeta. Nos irá muy bien a todos si el turismo que nos llega disfruta de buenos servicios de atención hostelera. De buenas infraestructuras viales como las tenemos. Pero todavía nos falta muchísima formación y educación cultural que nos permita asumir de una vez que nuestras poblaciones manchegas precisan del consecuente ordenamiento urbano que las muestre equilibradas, atractivas y armoniosas conforme a su propia identidad. Para ello no es preciso renunciar absolutamente a ninguna comodidad moderna. Todo lo contrario, es imprescindible adecuar el confort contemporáneo a la genuina imagen manchega formando a profesionales en disciplinas tan inexistentes en La Mancha como el urbanismo, paisajismo, arquitectura tradicional, interpretación de técnicas actuales basadas en los orígenes de esta singular tierra, afortunada por dar nombre a una de las obras más importantes de toda la historia del arte. Convirtiendo lo manchego en universal.

Dicha universalidad, precisamente por serla. Por su grandeza creativa no es exclusiva de la zona que hayan acordado determinar los avatares históricos atendiendo a circunstancias e intereses puntuales como ocurrió, por ejemplo, con Argamasilla en el Tercer Centenario. La obra de Cervantes en cuanto a determinación geográfica, abarca tanto como el propio autor cita en la novela. Cada cual que intente acaparar interesadamente la zona que pretendan para sí, por sí mismo pondrá en evidencia su pobreza de miras y falta de rigor literario.

El conjunto de espacios geográficos que identifican la obra son tan variados como la propia vida del autor y la ficción que recreó. De modo que si de crearse alguna vez esa deseable ruta cervantina, sería tan apasionante como trabajosa la propia vida del escritor, puesto que de toda ella hay palabras en el Quijote. Y dicha ruta se extendería por el Mediterráneo Occidental. Desde Alcalá de Henares hasta el norte de Africa, pasando por Italia, Sevilla, Andalucía, Toledo, Madrid, por supuesto Campo de Montt el, La Mancha y Barcelona.

Si por el contrario lo que desean los intereses turísticos locales es fomentar sus recursos o potencial turístico aprovechando el Quijote, que comiencen por la parte que mejor base asienta, que es cuidando la belleza estética de cada una de las poblaciones que lo pretendan. Que así es como se transmite la cultura, con auténtica CULTURA, y no pretendiendo sobrevivir vendiendo suvenires baratos.

Quien pretenda acaparar el Quijote únicamente para su pueblo o su ciudad, se engaña a sí mismo y miente a los demás. Falta al rigor literario y demuestra poco respeto por la cultura española. La cual se distingue por haber aportado al mundo la primera novela moderna de la historia. La cual está ambientada genuinamente en lo español extraído del prototipo manchego que bien ha servido para construir una de las críticas más completas que mejor retratan de forma atemporal la condición humana. Habiéndose convertido en un clásico universal. El Quijote es por sí mismo, sin necesidad de catalogación o titulación alguna, patrimonio cultural de la humanidad, como lo es la propia obra de Miguel Ángel o cualquier otro genio.

En La Mancha nos falta la dimensión cultural que verdaderamente posee una obra de tal calibre. Todavía permanecemos en lo anecdótico y en la frívola superficialidad de apoderarse de algo intangible que verdaderamente pertenece a Cervantes, el cual generosamente nos regaló a todos. Describiendo y señalando con exactitud aquellos espacios, parajes, comarcas o ciudades que componen la narración y son ni más ni menos los únicos protagonistas de esa auténtica ruta del Quijote que todavía no se ha configurado con el respeto que merece el autor, el rigor que merece el lector y la atención que se debe al turista y al territorio.

Valga decir que cuando se elabore de verdad, con la grandeza que merece la Obra, los usuarios y beneficiarios, nadie en su sano juicio, excluiría como se ha hecho siempre al primer espacio que el autor eligió para aventurar al protagonista, que no es otro que el muy quijotesco y cervantino Campo de Montiel.

Otra cosa bien diferente, en la que en este artículo ni entro ni salgo es en la concreción del Lugar de La Mancha. Por el momento y por fortuna existe numeroso material publicado para que cada cual elija aquel que mejor considere, por supuesto dentro del ambito manchego comprendido en la gran comarca de La Mancha que además engloba el Campo de Montiel porque así lo ha dejado escrito Cervantes en varias ocasiones.

En mi caso, siempre encontraré con rigor y exactitud el verdadero Lugar de La Mancha, allí donde exista la esencia manchega y la atmósfera cultural e histórica que se identifica con cada una de las descripciones de la narración. Así que dentro del territorio manchego, donde mejor puede verse el mítico lugar es en los espacios que han sabido conservar la legitimidad e identidad propias de un contexto que inspiró la genialidad del escritor como las bellísimas ciudades de Almagro y Villanueva de los Infantes.

Desde mi punto de vista, no hay lugares más completos tanto en lo material como en lo estético como en lo inspirador que mejor transmitan el ideal de un contexto manchego del Siglo de Oro. Aportando además la enorme riqueza de valores propios que suman todavía mayor atractivo a su nexo con el Quijote desde puntos de vista culturales y estéticos en Almagro y desde los mismos y además históricos, geográficos y literarios en Villanueva de los Infantes.

De modo que cada cual, cuide su contexto urbano y cuanto más lo haga, más Quijote tendrá. Ojalá Argamasilla poseyera la misma belleza de Almagro, entonces si que no dudaría un segundo en aplaudirla como otro legítimo Lugar de La Mancha. Por desgracia no veo en ella más que una población sin personalidad manchega. Una más de las tantas repetidas que pueden encontrarse por todo el mundo como pueblo o ciudad actual sin el valor de haber mantenido lo que pretende con el mínimo esfuerzo.

Simplemente asegurando que la tradición así lo dice. Me parece una postura muy cómoda además de apoderarse de lo que no es suyo en exclusiva, pues bien claro dejó escrito el autor su animadversión por aquellos académicos que lo envidiaban y plagiaron.

En unos cuantos días se conmemorará la muerte de alguien que nos legó algo incalculable de lo que llevan siglos viviendo muchas personas. A mi parecer el Pueblo Español, no es consciente de la dimensión cultural que nos legó Cervantes. Todavía no lo considero tratado como ese asunto de Estado que transmite al mundo entero lo mejor de nuestra genial cultura, capaz de trascender otras culturas y alojarse en el recorrido artístico de la humanidad como una de sus grandes aportaciones.

Hecho en falta una intervención por parte del Estado para poner en valor La Mancha como espacio literario universal, invirtiendo en la adecuación de sus pueblos como espacios agradables, atractivos, capaces de acoger turismo del mundo entero, difundiendo nuestro idioma, nuestra gastronomía, nuestra riquísima creación intelectual de aquel Siglo de Oro, que precisamente aquí en La Mancha fijó un espacio aparentemente sin importancia como tierra universal.

Considero más enriquecedor para todos, más beneficiosos para todo el mundo. Incluso más respetuoso para Cervantes, que La Mancha adopte la responsabilidad de ser fiel a su identidad. Que el Quijote se considere de una vez un asunto de Estado y se atienda al bellísimo Campo de Montiel con la suerte de haber llegado hasta nuestros días como el espacio y el paisaje cervantino más auténtico de todos cuantos permanecen. Manteniendo los mismos horizontes roturados de barbechos, hacia las perspectivas de Sierra Morena, con la misma pintoresca visión que contemplaron los aventureros y creativos ojos de aquel artista obligado a recaudar caudales para la Armada Invencible.

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