Comunicado.- El Sindicato de Oficios Varios de la CNT en Ciudad Real exige la retirada de cargos por enaltecimiento del terrorismo a los dos titiriteros detenidos el pasado viernes 5 de febrero en Madrid y encarcelados durante cinco días por su representación de la obra ‘La bruja y don Cristóbal’ dentro de la programación de Carnaval del Ayuntamiento de Madrid.
Desde el apoyo al libre ejercicio de la creación artística, CNT Ciudad Real recuerda que la sátira ha sido uno de los ingredientes indiscutibles del guiñol, que la tradición de los títeres de guante o “cachiporra” habla de hombres y mujeres golpeados hasta la muerte, y que la escena del juez colgado cuenta con siglos de historia en Inglaterra.
El sindicato ciudadrealeño considera falsas y absurdas las acusaciones que ha recibido la compañía ‘Títeres desde abajo’, cuya única motivación era la representación de los montajes policiales que han acosado al movimiento anarquista en los últimos meses, como las operaciones Piñata y Pandora, a través de una obra satírica de teatro popular. Lamentamos que la representación de esta obra haya sido el escenario perfecto para dar rienda suelta a las luchas de poder entre los partidos políticos de la democracia representativa y una excusa más para la criminalización del movimiento libertario. ‘La bruja y don Cristóbal’ sí defiende la convivencia, la aceptación de lo diferente y la tolerancia, de hecho, los enfrentamientos que se producen en la función son entre representaciones de poderes que no lo aceptan, y siempre dentro de una lectura marcada por el humor.
CNT Ciudad Real también expresa la paradoja que supone que hace apenas un año las élites políticas de media Europa cruzaran sus brazos para gritar ‘Todos somos Charlie Hebdo’, una revista que hasta ha satirizado con la imagen del pequeño refugiado sirio Aylan, muerto en las aguas del Mediterráneo, y hayan estado encarceladas e incomunicadas durante cinco días dos personas, una de ellas compañero de este Sindicato en Granada, por haber desplegado una diminuta pancarta en la que se podía leer ‘Gora alka ETA’ y por haber dado “cachiporrazos” a una monja en el contexto de una obra de teatro popular satírico.