Globalizaciones bárbaras

José Antonio Casado.- Cuando los bárbaros, hartos de mantenerse al otro lado de los ríos de la mittleeuropa que diría Caudio Magrís, autor del libro de viajes más bonito que haya leído en mi vida, “Danubio”, y los Alaricos, Gensericos, Leovigildos, Recaredos y demás capitanes de esas gentes
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nómadas que habían esperado pacientemente en el laberinto de los Balcanes y más allá del Ponto Euxino que los romanos se cocieran en su propia salsa de corrupción y blandenguería, saltaron los “limes”, la cultura clásica huyó de las calles y las plazas y se refugió en los monasterios y los conventos.

Allí los monjes -ora et labora-, dejaron que los legos cultivaran los huertos de las abadías, mientras los ilustrados y los copistas paseaban por los claustros, cantaban gregoriano y se disputaban los manuscritos, tal como narró magistralmente Umberto Eco hace ya unas décadas en una novela inolvidable que anda por casa en italiano y español. Pero la cultura clásica, en vez de conservar toda su belleza, se salpimentó de teología hasta los tuétanos, de modo que resultó irreconocible.

No se libró ni un alma de esa cocción a fuego lento, hasta el punto de que la filosofía de Platón y Aristóteles quedaron reducidas a ancilas de la teología, mimadas pero no por eso menos siervas, esclavas y criadas. La teología lo era todo y fuera de sus límites no había nada digno de ser pensado. No existía más realidad que Dios en el cielo y los humanos que se arrastraban por la tierra construyendo catedrales para el altísimo y castillos para los señores feudales. La teología fue la globalización del Medioevo.

Surgieron los rebeldes, claro. Giordano Bruno tuvo que pasar por la hoguera; miles de herejes sembraron de olor a carne chamuscada toda Europa; Lutero se vio obligado a plantarse frente al Papa por el asunto de las bulas y otras corrupciones no menores … y, entonces, la razón reveló su poderío. Una reina sueca metió a Descartes en una habitación confortable con calefacción de gloria ( Diccionario acepción 7) para que dudara de todo lo dudable y para que a partir del “cógito ergo sum”, dedujera de arriba abajo una filosofía sin fisuras. A los lomos de Descartes se subieron los Leibniz, los Kant y los tres grandes monstruos de la filosofía alemana al lado de acá del canal y, al lado de allá, los Berkeley, los Hume y otros especímenes parecidos. Nada se escapaba del alcance de la filosofía, que integraba la psicología, la cosmología y la ciencia en general. Fue la segunda globalización.

Un buen día llegó Augusto Comte con su positivismo y su sociología a cuestas y desencuadernó el libro que con tanto trabajo se había ido construyendo desde el siglo quince en adelante. Cada ciencia reivindicó su autonomía y su propia metodología, pero la palma se la llevaron las matemáticas y la física, a las que todas las demás querían parecerse para ser mayores. La ciencia en general, la relatividad y la física cuántica en particular se convirtieron en paradigma del pensamiento. Y fue la tercera globalización (Einstein, Lorentz…).

Hoy, saltando por encima de las moléculas de la vida y los ácidos nucléicos, hemos llegado a la cuarta. Tim Hardford, periodista del “Financial Times” y autor del libro “El economista camuflado. La economía de las pequeñas cosas” dice que la economía versa sobre la vida misma. Ha-Joon Chang precisa que hasta el momento, ningún economista ha proclamado a voz en cuello que la economía puede explicar el universo.

Este, por ahora, sigue siendo territorio exclusivo de los físicos, a quienes desde hace siglos la mayoría de los economista considera un modelo con vista a convertir su especialidad en verdadera ciencia. No obstante algunos economistas estuvieron a punto de hacerlo; señalaron que la economía versa “sobre el mundo”. O sea que nadie puede pensar que la economía no va con él, puesto que hay gente de este gremio que no se ruboriza cuando afirma que versa sobre la vida, sobre el mundo y sobre todo lo demás.

Como toda globalización que se precie, las pretensiones de los economistas no están mal, si no fuera porque a tan preclaros individuos en víspera de la crisis financiera de 2008, no se les pasaba por la antecámara del cerebro que tal cosa fuera a suceder; predicaban a voz en grito que los mercados raramente se equivocan y que la economía moderna estaba a salvo de grandes males, porque manejaba todos los hilos del planeta. Teniendo en cuenta lo que ha sucedido, Chang se pregunta: “¿cómo podría una disciplina que ni siquiera puede explicar su propia área pretender explicarlo (casi) todo?”.

A pesar de que la crisis del 2008 sea el equivalente para el capitalismo de lo que fuera en su día la caída del muro de Berlín para el comunismo, aquí continuamos todos los días desayunándonos con dislates del calibre de que todos vivimos por encima de nuestras posibilidades –una manera de esparcir la mierda para no buscar culpables- cuando en realidad sólo vivieron por encima de sus posibilidades los bancos, a los que todos hemos tenido que rescatar entre todos. A las globalizaciones, todas, tarde o temprano, se les rompen las costuras.

¿Podemos hacer algo para demostrar que fuera de la economía existe vida? Sí, inventarnos parcelas de la realidad al abrigo del mercado, que las hay; o discutir acaloradamente en internet y en foros como éste… porque, quizá, la solución, como en el caso de los romanos, es que lleguen los bárbaros.

¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sin legislar los senadores?
Porque hoy llegan los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen los bárbaros.
………
¿Por qué calles y plazas se vacían
Y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
Y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros sin los bárbaros?
Esa gente, al fin y al cabo, era una solución.

Constantino Cavafis, “Esperando a los bárbaros”

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6 COMENTARIOS

  1. Quién es más barbaro, quien manda construir el túmulo de Gala Placidia al lado de la catedral de Ravena o el economista neoliberal que justifica al 1 por ciento que se ríe del 99 por cien rrstante?

  2. «…sólo vivieron por encima de sus posibilidades los bancos, a los que todos hemos tenido que rescatar entre todos.»

    Exactamente, ¿a qué banco rescatamos? ¿Al BBVA? ¿Al Popular? En España se ha rescatado a las Cajas, y en las Cajas mandaban y mangoneaban políticos de TODOS los partidos y sindicalistas.

      • Calla, calla, que pronto viene AM y nos manda al cura para bien morir, como a Pasionaria y Gramsci, que a estos catolicones no les basta con creer, necistan para reafirmar su fe inventarse santos sacramentos de ultima hora para los infieles. Vamos que no deben estar seguros de su propia fe que necesitan mayorías que les acompañen.

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