Eusebio Gª del Castillo Jerez.- Este mediodía se ha inaugurado en Alumbre la exposición ‘Enfermedades olvidadas’ del fotógrafo sevillano David Rengel. Un trabajo desarrollado a lo largo de siete años, período en el que el autor ha retratado el impacto social de diferentes enfermedades en varios lugares del mundo. Patologías que aún no han sido erradicadas, «sobre las que hay que continuar poniendo el foco de atención» para incentivar que se continúe investigando acerca de ellas.
De las paredes de Alumbre (calle Palma) cuelgan un total de 44 instantáneas tomadas en Uganda (SIDA), Tanzania (malaria), India (kala-azar o leishmaniasis) y Camboya (tuberculosis). La serie del kala-azar es la única en la que las imágenes son en blanco y negro. «Por un lado, porque se llama fiebre negra; y porque India es excesivamente viva en color y no quería que esto evitara dramatismo al problema», explica el autor.
Rengel ha comentado que viaja en solitario y contacta con organizaciones que trabajan combatiendo estas enfermedades. Se trata de un proyecto «muy personal» porque, pese a su insistencia, se trata de un tema que, entre los medios de comunicación, «no le interesa a nadie». Pese a que son fotografías comercialmente poco rentables, se toma como una obligación moral realizar este tipo de trabajos.
Este autor se confiesa su predilección por la fotografía documental, «con la que puedes dar a conocer ciertas realidades» y saciar «la necesidad de conocimiento de ese mundo que está apartado de ti». Reconoce que siempre se ha sentido atraído por temas sobre los que interés decae, «pero que siguen existiendo». «No puede ser que no te interesen, aunque se hayan tratado miles de veces». En lo referente las enfermedades que protagonizan su trabajo, opina que mostrarlas y continuar la lucha para su erradicación «es algo obligatorio para que el ser humano siga evolucionando». Patologías que llevan décadas causando estragos en poblaciones de distintas partes del mundo «y sigue habiendo problemas para que los medios informen sobre ellas, salvo cuando toca por conmemorarse el día de una enfermedad concreta», lamenta.
La fotografía ayuda, asegura Rengel. «En el mundo en que vivimos, tan sensible a lo visual, una imagen es capaz de movilizar más que otra cosa. Si no existe una fotografía de un acto, ese acto no existe, se pierde en la memoria. Es necesario recordar que están ahí los refugiados, que continúan existiendo guerras o que dos países se han reconciliado. Sin esa imagen icónica, perdemos la memoria», insiste.
Es la primera vez que se muestra este trabajo de David Rengel, que ya ha expuesto sobre otras temáticas, como los niños soldado, el SIDA o el turismo sucio -que explota el morbo de la miseria y las desgracias humanas, llegando a visitar a niños en vertederos-.
La malaria, el SIDA, el kala-azar o fiebre negra y la tuberculosis multirresistente -no la que todos conocemos, sino una variante que se ha generado por culpa del mal uso de los tratamientos, de antibióticos, etc. y la enfermedad que causas más muertes al año en todo el mundo- son las patologías que aborda esta muestra fotográfica expuesta en Alumbre. Rengel ha visitado los proyectos que llevan a cabo diferentes organizaciones humanitarias en los países azotados por estos males para conocer el tratamiento que se aplica y qué soluciones se dan a estas enfermedades. «Me interesaba no tanto lo que se está haciendo por parte de los gobiernos, sino ver cómo actúan las comunidades afectadas, tanto en lo referente al tratamiento inmediato como a largo plazo». Muchas de estas enfermedades, aclara, suelen debilitar el sistema inmunológico y generan múltiples problemas de salud, lo que repercute, una vez que afecta a decenas de miles de personas, en la economía de un país y su esperanza de futuro. «Hay organizaciones que combaten contra ellas, como Médicos Sin Fronteras, pero la lucha más importante proviene de las comunidades de personas afectadas, que se conciencian y cooperan». En caso del SIDA, relata, las mujeres de Uganda se unen para hacerse fuertes y luchar contra la estigmatización y el rechazo social, creando una red de asistencia para atender a sus hijos en caso de que fallezcan.
Por otro lado, añade, tanto en la India como en Camboya existen redes apoyadas por los gobiernos y generadas por organizaciones que colaboran con las comunidades. Por ejemplo, una vez que finaliza el tratamiento de una persona en el hospital, éste continúa en casa, pero contando con alguien de la comunidad se encarga de que se aplique. Puede ser un vecino quien reparte las pastillas o controle que se aplique correctamente. Se genera, de esta forma, «una red médica de concienciación». Al final, recalca, «es muy importante que los enfermos se traten la enfermedad para evitar contagios, así entre todos se mantienen libres de la enfermedad».