Jesús Núñez Rodríguez. Secretario de Organización de Podemos Ciudad Real.- En 1585 Felipe II viajaba con una amplia comitiva desde Zaragoza a Barcelona. Al pasar cerca de Lleida, quiso acercarse al Monasterio de Poblet, de cuya fama había oído hablar, y mandó por delante como correo al aposentador real Pedro del Yelmo para comunicar al Monasterio la llegada del monarca.
Al llegar a su destino, Del Yelmo llamó y se abrió una rejilla en la puerta desde donde se le preguntó por el motivo de esa llamada. El aposentador anunció la llegada inmediata del rey de España, Don Felipe II. La rejilla se cerró. Tras nuevos e infructuosos intentos, la comitiva real llegó sin que el aposentador hubiera conseguido su cometido. El rey le inquirió entonces por el motivo de ese fracaso, y del Yelmo le comunicó que no querían abrir la puerta al rey de España. D. Felipe ordenó entonces al aposentador que le anunciara como el Conde de Barcelona. Así se hizo, y las puertas se abrieron de par en par.
Cuando en 1978 se aprueba la Constitución Española el problema territorial que nunca ha dejado de ser una constante histórica desde el mismo momento de la unión de reinos que propició el casamiento de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, se supeditó a la necesidad de priorizar la estabilidad democrática aceptando el “café para todos” con el que entonces Presidente, Adolfo Suárez, quiso zanjar aquel debate pese al lastre que el terrorismo de ETA suponía durante aquellos años. La solución no satisfacía las expectativas del nacionalismo catalán, vasco o gallego. Ni siquiera del andaluz, como quedó reflejado el 28 de febrero de 1980. Pero articulaba un instrumento institucional con cuatro autonomías que ganarían competencias por la vía del artículo 155, mientras el resto, las otras 13 creadas con criterios a veces de dudosa eficacia, lo harían por el artículo 143. El invento funcionó durante un tiempo, y pese al lastre del terrorismo etarra que hasta no hace tanto aún azotaba nuestra sociedad, España iba incorporándose al grupo de países occidentales más avanzados gracias al esfuerzo de trabajadores y clases medias, dejándose a gente por el camino a causa de la reconversión industrial, y sacrificando siempre un futuro de desarrollo sostenible que nunca llegaría al arrastrar legislaciones educativas encorsetadas en tradiciones de capilla y supeditadas a intereses privados con presupuestos que nunca estuvieron a la altura de la Europa con la que nos comparábamos. Además, la desigualdad nunca fue abordada con interés por los diferentes gobiernos de PSOE y PP que protegieron desde diferentes matices los privilegios de las élites financieras y políticas españolas del mismo modo que siguen haciéndolo hoy día.
Sin embargo, era cuestión de tiempo que el debate territorial aparcado en el 78 asomaría en algún momento. Con la llegada del siglo XXI y el terrorismo etarra dando sus últimos coletazos, Cataluña planteó la necesidad de renovar las competencias de su autogobierno y fruto de ello fue el nuevo Estatut de 2006, recurrido al Constitucional por el Partido Popular inmediatamente y que supuso la anulación, 4 años después, de 14 de sus artículos por este tribunal, incluyendo aspectos referidos a la lengua catalana, la justicia y la sindicatura de cuentas. A partir de este momento, el movimiento independentista catalán se dispara. Pasa de una popularidad del 28%, a rozar prácticamente el 50% en muy poco tiempo. El partido independista Esquerra Republicana de Catalunya pasa de ser un partido más del Parlament a obtener resultados que lo acercan a disputar el gobierno de la Generalitat junto a CiU y PSC, y el inmovilismo de los viejos partidos, especialmente el PP, atiza las brasas del independentismo incluso entre aquellos que nunca lo tuvieron entre su ADN ideológico. Es el comienzo del declive de los partidos viejos en Cataluña, y el surgimiento de 2 fuerzas políticas nuevas originadas en ambos extremos de las posturas soberanistas: Ciudadanos y las CUP. El modelo político catalán se polariza rápidamente entre partidos independistas (a los que se ha sumado Convergencia Democrática de Cataluña) y los antiindependentistas, entre los que el Partido Socialista intentará arbitrar una postura puente en base al federalismo y la aceptación de una consulta popular. Pero en enero de 2014 el PSOE cambia de idea y varios diputados socialistas catalanes rompen la disciplina de voto al defender el derecho de los catalanes a votar a través de una fórmula acordada con el Estado. Políticos destacados como el alcalde de Lleida Angel Ros, renuncian a su escaño al ser obligados a votar no a la solicitud al Congreso del traspaso de competencias sobre referendos. Se trataba de la imposición desde Madrid al PSC para alinearse decididamente por el inmovilismo. La fractura estaba servida. La apuesta soberanista de Mas y el independentismo se acelera en este tiempo convocando una consulta que carecerá de refrendo legal pero que será celebrada finalmente en la simbólica fecha del 9 de Noviembre de 2014 (300 años después de la toma de Barcelona por las tropas borbónicas de Felipe V que puso fin a la Guerra de Sucesión española). Más que el previsible resultado de la misma, políticamente poco trascendente, lo que rezuma de ella fue la determinación del soberanismo catalán de no frenar su camino al secesionismo. Ni siquiera el hecho de que los escándalos de corrupción de la familia Pujol afloren precisamente entonces, impide a Mas perseverar hacia un soberanismo que nunca antes había defendido. Durante todos estos años, el gobierno de Rajoy que sustituyó a Zapatero en 2011, jamás ha querido abordar el problema de forma directa y ha dejado que fuesen sus apéndices mediáticos los que combatieran desde los medios el unilateralismo soberanista. Un conflicto que ocultaba, dicho sea de paso, los más que graves problemas que la corrupción y el austericidio practicados tanto en Madrid como en Barcelona estaban causando a la sociedad catalana y española. Mientras tanto, el déficit del Estado crece, la precariedad en el empleo se multiplica, la corrupción se enquista en la estructura de los partidos viejos, la hucha de las pensiones se vacía, surge una nueva clase desfavorecida en el país (el trabajador pobre), los jóvenes españoles abandonan el país en número creciente cada año y el gobierno emplea su artillería mediática para convencer a la ciudadanía de que ser un país de camareros y albañiles es algo maravilloso.
Sin embargo, y pese a que todos estos hechos parecen enlazar de forma directa con los acontecimientos de las últimas horas, en esta vorágine de incomunicación, de órdagos institucionales y de recurso al exceso verbal irresponsable, surge un nuevo actor que, además de enfrentar todos los despropósitos arriba enumerados para defender la democracia, aboga por restablecer los puentes del diálogo entre administraciones y retomar la iniciativa política para la reforma del marco constitucional consensuado, que ajuste soluciones para el encaje territorial dentro de una España plurinacional. Ese actor no es otro que Podemos y su conexión política en Cataluña con otras entidades surgidas de las mareas y el 15M entre las que destaca la liderada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. A día de hoy, es la única fuerza que no participa de trincheras ideológicas del inmovilismo, ni del independentismo unilateral. Los ejemplos de Escocia y Québec demuestran que existen fórmulas para establecer, incluso más allá del derecho internacional, soluciones de Estado para que los pueblos puedan definir con claridad y sin trampas, sus deseos dentro de un acuerdo bilateral que no sólo es posible, sino que desde el punto político es el único recomendable, incluyendo la necesaria modificación que el momento histórico requiere de la relación fiscal y jurídica entre naciones y Estado. El rechazo frontal de unos, y la marcha hacia la llamada desconexión de Cataluña con España de los otros, sólo puede conducir a un enquistamiento del problema y a trasladar un conflicto político evitable, a una inestabilidad social indeseable.
No es extraño que tras los sondeos que tanto a nivel interno (ERC) como externo (El Mundo y El Confidencial) se han conocido las pasadas semanas, los partidos soberanistas hayan forzado un acuerdo en frágil equilibrio con el único fin de evitar perder la mayoría absoluta de escaños conseguida el 27S por el ascenso imparable de En Comú Podem. Resulta clarificante que sea precisamente Podemos, que ha dejado claro que no quiere que Cataluña se separe de España, quién mejor está combatiendo políticamente el soberanismo. Además, y como la propia CUP reconoció, si aquellas elecciones tuvieron carácter plebiscitario, el soberanismo no ganó dicho plebiscito, ya que no consiguió mayoría de votos. Ello da idea de las anteojeras opacas con la que los soberanistas han decidido actuar para conservar la iniciativa política en Cataluña. Es por tanto imprescindible restablecer el sentido de responsabilidad institucional reconstruyendo el diálogo y abordando una solución reformista que vaya de la mano de la que ha de abordarse en el conjunto del Estado español dentro de una Reforma Constitucional que incluya otras necesidades de la sociedad española menos pasionales pero no menos imprescindibles: blindaje de los servicios públicos básicos, moción de confianza para el cumplimiento del programa electoral, cambio de la ley electoral, y reforma de la justicia para que se garantice su independencia y la separación de poderes de la democracia. Quienes enarbolan banderas para defender la unidad de España desde el inmovilismo, deberían reflexionar si esa unidad está mejor garantizada dejando que el soberanismo se crea su propia hoja de ruta, ó reformando la constitución y que sean los ciudadanos los que resuelvan lo que los políticos no están siendo capaces de solucionar. La aceptación de una realidad plurinacional y el derecho a decidir ha permitido a Canadá y Reino Unido mantener su unidad territorial con la fórmula de más democracia, no restringiéndola. Ni David Cameron ni su homólogo canadiense tuvieron reparo en llamar a la puerta de Escocia y Québec como hizo Felipe II en Poblet. Actualmente, sólo Podemos está llamando a la puerta de Moncloa y del palacio de la Generalitat para que la política sustituya al encontronazo de cabezas cuadradas. Es hora de que alguien abra la puerta.
Los hispanohablantes siempre hemos tenido claro que los topónimos se escriben en castellano. No decimos London ni Paris, sino Londres y París ( con tilde). Pero desde que el inefable Julio Iglesias se marchó a hacer las Américas, ya nada es lo mismo. Miami paso a llamarse «Ma-i-a-mi» así, sin anestesia, y con una afectación propia de quien tiene la boca llena de gachas de pito. Con los topónimos de las CC.AA. ha pasado tres cuartos de lo mismo: A Coruña, Catalunya … y ahora usted nos escribe LLeida. ¿Hasta cuándo ese papanatismo o estúpido esnobismo?
Por lo que yo leo, en este foro escriben bien dos o tres, los demás nos hacemos entender, más o menos. Pero salvo ese Lérida/Lleida (por cierto a nadie se le ocurriría nombrar al monasterio de Poblet como el de Poblete) y la confusión del artículo 155 de la Constitución con el 151, al que se debe referir Jesús Núñez, el artículo me parece procedente y claro, explica bien las posiciones políticas de Podemos y sale al paso de los intentos de no pocos de tergiversarlas o simplificarlas.
Coincido en la pertinencia, claridad y exactitud del artículo, aunque no en el fondo. Cualquier cambio de la Constitución hemos de decidirlo todos y todas los españoles y españolas. Y punto. A partir de ahí, cualquiera está legitimado para presentar una reforma constitucional que elimine la actual y haga con España lo que sea, pero previo referendo general. No dudo que el inmovillismo del PP no haya ayudado a soliviantar y acrecentar el independentismo, pero también lo ha hecho, de forma tan importante, o más, el complejo de la izquierda para denunciar el nacionalismo, pues nada hay, o debería haber, más extraño para aquellos que creen en la igualdad que la consigna irracional y profundamente desigual y reaccionaria de un nacionalismo, que, en este caso, se comenta sobre dos bases igualmente despreciables desde el punto de vista democrático y «progresista»: las supuestas libertades «medievales» (no puedo evitar la risa al escribir esto, como comprenderá bien el autor del texto) y el «España nos roba» de un territorio que ha sido, con mucho, el más beneficiado por la política económica proteccionista de los gobiernos españoles durante 200 años.
En fin, que reformas las que quieran, pero votamos todos. Que ellos voten su derecho a la autodeterminación es votar sobre algo que ya estarían disfrutando al decidir sólo ellos, como bien indicaba Savater hace poco.
Pero vamos, que España debe ir bien si este es el mayor problema (y no lo creo, desde luego, pero así lo parece). Al final, todo subasta, y los nuevos, como parece, presos de lo mismo que los viejos. La vuelta del nacionalismo, que parece un hecho general y muy peligroso.
Un saludo
Coincido con Andaque.
Lo que plantea Podemos con el referéndum es la ruptura de la soberanía nacional. Y su cuarteamiento.
En definitiva poner derechos territoriales por encima de los derechos ciudadanos.
Algo muy de la casta. Muy del feudalismo.
Hacer un referemdum y ganarlo, es la única solución pacífica para conservar la unidad de España, y es lo que plantea podemos.
Otros tenéis preferencia por sacar los tanques, o lo que es peor: tener el problema de la independencia catalana todo el día en la tv para que así no se hable de la corrupción, el paro, etc.
Pero, ¿qué hemos hablado de tanques? Desde luego la comprensión lectora no es lo vuestro…
Hombre, si hablas de «la ruptura de la soberania nacional», ante ese peligro nuestra constitución contempla la intervención del ejército.
Podrías aplicar la comprensión lectora esa que tu tienes y yo carezco en hojearte la constitución, es aconsejable sobre todo si te vas a poner a opinar de según que temas 😉
Antes se barajan otras opciones como la suspensión de la autonomía (art. 155). Así que deja la soberbia a un lado…
Hacer un referendum y ¿ ganarlo?¿ y eso cómo se sabe?. Teneis tratos con el diablo y os ha chivado que se ganará? Que haya un referendum es lo único que se puede pedir … después ya se verá.
Mucho se habla aquí de los conflictos entre Cataluña y España con más retórica que conocimientos. Aconsejo darse una vuelta por la Historia de España, de Tuñon, donde queda más que claro que cataluña nunca se encontró bien dentro de España o de sus reinos, con la excepción del dramático periodo 1808 a 1.814 . Napoleón consiguió con su invasión una unanimidad nacional insólita.
Amigo, si se convoca un referéndum y se sabe de antemano que va a salir, no sería un referéndum, sería un pucherazo.
La intención de podemos es esa, y ha manifestado hasta la extenuación que quieren que Cataluña siga formando parte de España. Por otra parte, con el Pp en el gobierno ¿crees que los catalanes votarían por quedarse en España? ¿Y con un gobierno de Pablo Iglesias?
De ahí que yo piense que el PP está mas cómodo con el problema catalán todo el día en la tv como cortina de humo de todo lo demás.
Una precisión histórica al autor del artículo:
España no existía como término historiográfico y político en el siglo XVI. El rey en términos políticos y jurídicos lo era de las Españas, no de España.
España y no las Españas es un término que data de los Borbones, no de los Austrias, y aquí se habla de Felipe II.
Correcto.
¿Que España no fuese una realidad política tal y como hoy la conocemos en los siglos XVI y XVII no significa que no existiese o que no se hable de ella «en términos historiográficos» en el siglo XVI. Lean a Quevedo, por ejemplo.
Lo malo del artículo es que cae en referencias al siglo XVII y XVIII que suenan cultitas pero que están completamente alejadas del origen del «problema» o del nacionalismo catalán y español. Estos, tal y como los consideramos hoy, en un sentido esencialista, se desarrollan con el capitalismo a finales del siglo XIX.
Por lo demás, es obvio que algo hay que hacer con Cataluña, aunque para mí lo primordial es situar el debate y la aceptación del derecho a la autodeterminación en sus justos términos. Es decir, como algo reclamable a España, pero también a Cataluña.
Sí, Cataluña debe poder decidir sobre su futuro y su integración como nación en España o no, pero cada provincia y cada municipio de Cataluña deben poder hacer lo mismo, ya sea para declararse repúblicas independientes de Cataluña y España, pertenecer a una hipotética república catalana o integrarse en España pese a que una parte de Cataluña quiera la independencia.
Aparte de las contradicciones, las medias verdades y las manifiestas falacias en que incurre el autor del articulo; a mí, el modo de salvar a España que proponen estos señores de Podemos me recuerda a aquel chiste de Gila:
– Iba por la calle el otro día y había cuatro tipos dándole una paliza a mi amigo; ¡Qué paliza! Y yo pensando: «¿me meto o no me meto?»
– ¿Y que hiciste?
– No me pude aguantar más. Me metí y le dimos un palizón entre los cinco.
La manera de solucionar los problemas que Podemos propone es sencilla: acabar con España. Muerto el perro, se acabó la rabia.
Por qué alabamos la solución inglesa al problema escocés y no somos capaces de verla aquí?
Yo NO he leído en ningún texto de Podemos que se pida la independencia. Sin embargo, si que he leído que Podemos NO quiere que Catalunya se vaya y que se dedida preguntando a los catalanes.
No es lo mismo preguntar que irse a la torera como quieren las Cup y Jxsi. Podemos sólo pide que se pueda preguntar. Y, si se hubiera podido, ya no habría problemas. Porque hubiera ganado la opción de quedarse.
Parece que muerto el terrorismo, ahora lo que toca para mantener el poder en Madrid es el independentismo, que se dispara cada vez que gobierna el PP.
Por cierto, yo digo Catalunya porque tengo el derecho y deber de conocer todas las lenguas del estado. Tal y como dice la Constitución, y en particular, porque me encanta conocerlas. Seré un papanatas, pero un papanatas que respeta la Constitución. No un radical antitodo lo que no sea «lo suyo». Hay que ser menos cateto y más abierto a lo plural. Bona nit a tots.
Incorrecto, tu solo tienes el deber de conocer el castellano y Catalunya y LLeida solo estás obligado a colocarlo en los documentos oficiales que tienen como destinatarios a leridanos o catalanes, tu no respetas la constitución la interpretas según te conviene.
El hobbes este debe ser uno de esos catetos que por decir Yes, Catalunya, merci y otrass tantas palabras en idiomas distintos del castellano se consideran unos consumados políglotas- cosmopolitas. Y no , escribir Catalunya en un diario local de C. real contraviene las normas más elementales de la gramática y, lo que es peor, pone de relieve que no hay mayor cateto que el que presume de lo que carece.
Efectivamente. Ahí le has dado. Soy todo eso que dices.
you dumb fuck! Jejeje.
Efectivamente, llevas razón. Había extendido el asunto a las lenguas cooficiales. Por cierto, la Constitución se interpreta continuamente por el Constitucional ¿Tampoco son ellos respetuosos?
De todas formas, te dejo esta parte del art 3 que es muy interesante para los que desprecian el Catalán:
«La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». No es interpretación, he copiado-pegado.
Mezclando churras con merinas no conseguirás tener razón. Decir o escribir Catalunya o LLeída fuera de Cataluña, es una catetada además de incurrir, insisto, en una incorrección gramatical.¿ Acaso El Pais, Público, El Mundo , Infolibre …cometen esa pedantería en sus textos? Y, que yo sepa, en ellos escribe gente que, por más que te duela, están años luz de tu quincalla retórica y repetitiva.
Que los ingleses mantengan una corona criptomedieval y cuarteen su soberanía nacional no quiere decir que aquí debamos hacerlo.
Que la historia catalana (y española) sea tan distinta de la escocesa (y la británica, que no inglesa) ya desautorizaría a muchos.
Que siga habiendo pequeñoburgueses más cercanos al carlismo y al foralismo, y anarcoides antisistema que apuestan por organizaciones clánicas o cuasitribales que pactan y quieren reescribir la Historia y saltarse las leyes no hace comulgar con ruedas de molino.
Que, en definitiva, quieran poner los derechos de territorios sobre los de las personas clama al cielo. Y que haya ciudadanos apostando por ello dinamita los fundamentos de cualquier estado moderno.
Pero genial si queremos volver a los feudos y la atomización del poder medieval, ¿eh? Podemos.
Pero ¿Qué parte de «La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado» no entiendes?
TODO se puede modificar según la Constitución. Solo es cuestión de tener las mayorías suficientes. Y, si se dan, se hará, y si no se dan, no se hará. No se trata de copiar a nadie ni cuartear. Se trata de dejar al pueblo que haga un referendum.
Ya saldremos TODOS los que no queremos que Catalunya se vaya a decir que no. Pero si queremos que la Constitución tenga vigencia, se debe dejar a la gente dar su opinión.
Me parece cojonudo que para ti sean pequeñoburgueses (supongo que CDC) y anarcoides (CUP), pero es que estamos hablando de que un 46% entre los que hay miles de ciudadanos que NO pertenecen a esas dos formaciones, quieren tener derecho a poder expresarse en las urnas.
No seamos radicales. Hagamos como en el resto de países europeos. Caso de Suiza, donde llevan 600 desde 1948 y me parece que no viven peor que nosotros. Hay que ser menos rancio.
¡Madre mía! La soberanía nacional (ejercida en nuestros procesos electorales continuamente) es rancia. Que no se trata de hacer referéndums continuamente. Que no estamos en un soviet asambleario que es lo que te gustaría y que por cierto es bastante rancio.
Que la progresía colgáis el cartel de rancio, facha (puto facha en algunos casos) o cosas peores, a todo aquello que defienda la viabilidad de España como nación. Y España como nación es un concepto bastante más moderno que toda la casposidad feudalizante que defendéis.
Y cómo bien demuestras sigues poniendo los derechos de los territorios por encima de los de los ciudadanos. Muy «moderno» y rancio todo. Muy de la casta.
Ese chiste de Gila es más antiguo que la fundación de la orden capuchina. Temía que lo peor que podría leer por aquí tuviera su inspiración en Walt Disney, pero no, desde aspirantes al hombre superior de Aristóteles, pasando por monsergueros espirituales versión Lefebvre, y algún que otro navajero diplomado, abundan los resentidos y suspendidos por Mensa-España.
Total que Censor despacha el artículo precedente diciendo que es un compendio de contradicciones, medias verdades y falacias. ¡Podemos, tú también hijo mío! Bien, parece que se ha tomado a pecho la brevedad que se autoimponía en otro foro.
Supongo que por aquí hay mucha gente con tiempo libre y ganas de liarla, como presumo igualmente que ese tiempo se pierde en el intento de encontrar una flor en un basurero, pero vaya, también hay gente que lleva una vida aventurera, solo sale de casa para tirar la basura.
Perorad hermanos, pero sabed que cumplidos los veinte, lo que veis es lo que hay, así que no os esforcéis mucho, si acaso podéis reducir la abstinencia, porque lo que con seguridad es una falacia es que los espermatozoides son reabsorbidos por el sistema. No, la mente no adquiere más fuerza así. Por tanto, compensemos la cortedad del día con gratificación sexual intensa y frecuente. Otras opciones: la música y el negocio de licores.
Cómo se nota que hace tiempo a vos, hermano, no solo os abandonaron los esperamatozoides y la potentia generandi sino , lo que es más dramático, la potentia coeundi. Así pues, aconsejo a vuesa merced traseguéis un buen vino como disolvente de las penas por la juventud perdida. Pero, en fin,acuso recibo de vuestro consejo y prometo que el déficit de viajes lo colmaré con un paquete organizado del mismo tipo de los que presumo disfrutaréis vos , más que nada para contarlo a los paletos dispuestos a escucharme y de los que se resumen en jalar hamburguesas y hablar inglés en cualquier país donde me halle. Ya ve , muy globalizado y cazurro a la par.
Traseguemos pues, doctor. El látigo de tiempos más duros ya nos laceró bastante la espalda.
Urge un acuerdo como en Quebec o Escocia, es insostenible y vomitivo tener a la mitad de los catalanes dando por culo a todas horas y a Rajoy esgrimiendo el mismo mantra de la legalidad, que se la pasa por la peineta cuando se trata de cometer delitos él o sus adláteres.
Quebec o Escocia: ejemplo cansino, modelo inútil. En España carecemos de canadienses o escoceses para hacer esos exóticos experimentos; y nos faltan su historia, sus normas y sus instituciones. En esas latitudes extrañas, los nacionalistas después de perder sus referéndums se han retirado a sus cuevas, han renunciado a sus aspiraciones independentistas y totalitarias. ¿O no?
Año 1978, todos ceden. Un nacionalismo residual obtiene beneficios, privilegios, reconocimiento de sus instituciones propias y un sin fin de exigencias y pretensiones. Todo sea por la «reconciliación». La deslealtad al consenso, al compromiso plasmado en la Constitución, comenzó minutos después de ser redactada la misma. El PNV, partido fundado por el alunado y siniestro Sabino Arana, pidió la abstención en el referéndum constitucional; los etarras, hoy socios de Podemos, el no.
Se cedió la Educación, la Sanidad, competencias de todo tipo; se les entregó el monopolio gasístico (Enagas y Gas Natural), el petrolero (Repsol); se cedió hasta el culo, pero ni eso les satisfacía: «Espanya ens roba». Luego vino el Estatut, la mágica receta del estadista Zapatero, que como aderezo tenía a Endesa: «Lo de Endesa es medio Estatut» Alfredo Pérez Rubalcaba. Por último, durante estos años de crisis España ha maltratado a los catalanes dándoles decenas de miles de millones de euros, la comunidad que más dinero ha recibido con mucha diferencia.
Y todavía hay gente que piensa que cediendo un poco más todo se solucionará.
Cuando escucho eso de «el derecho de autodeterminación», ahora conocido como «derecho a decidir», pienso: ¿Es que existe en España otra colonia aparte de Gibraltar? ¿Acaso es, o ha sido, Cataluña una colonia? Más parece que el resto de España se hubiera convertido en una colonia de los nacionalistas catalanes; en una despensa humana; en una alcancía que expoliar.
Hoy, después de comer veré en Televisión Española qué tiempo va a hacer mañana en Lleida y Girona, o si lloverá en Eivissa (estos imperialistas catalanes son así).
Cuidado Censor, que a los de Eivissa les toca muchísimo los cojones cuando la TV3 dice «y ahora el tiempo en nuestras islas» (lo pongo en castellano para que no me llamen cateto con pretensiones), haciendo referencia a Baleares. Se ponen negros…que luego entre nacionalistas no se quieren como tú crees.
No creo que se trate de ceder. Solo de dejarles expresarse. Hay cosas mucho más cansinas y nos las llevamos comiendo desde 1978. Esto solo revienta cuando gobierna el PP. Y te doy la razón en por qué ocurre…
La crisis del régimen del 78 es general: el sistema de partidos tradicionales sobre los que se asentaba está quebrado, la organización territorial y la unidad del Estado se cuestiona de forma ilegal desde dentro, y una parte de la Familia Real se sienta en el banquillo por corrupción. Además, el Zeitgeist, aquel espíritu de la época que alumbró la Constitución sobre la base de la monarquía parlamentaria, el consenso socialdemócrata, y las autonomías asimétricas para satisfacer a los independentistas, ha llegado a su fin. El domingo 10 de enero hemos asistido a uno de esos episodios que formarán parte de la Historia, como colofón a uno de aquellos errores.
Y lo dramático es que ya es tarde. La quiebra de la democracia en Cataluña es completa porque la libertad política ha ido desapareciendo bajo el yugo del nacionalismo obligatorio. El Estado de las Autonomías, pilar del régimen del 78, no ha conferido en este caso más libertad al ciudadano, sino que ha sido un instrumento para reducir su ámbito de decisión personal. El motivo es que los nacionalistas se vieron conferidos en la Transición de un poder y de una autoridad moral para crear el «hombre nuevo»; aquel viejo sueño de los totalitarios.
Los nacionalistas usaron la administración y el presupuesto público para hacer ingeniería social
Los nacionalistas usaron la administración y el presupuesto público para la ingeniería social: fundir en un solo cuerpo el Estado -el suyo, el autonómico- y la sociedad -la comunidad nacional imaginada-. Y penetraron en las conciencias a través de la educación, desde la escuela a la Universidad, adoctrinando para asegurar que la libertad se ceñía a elegir si ser más o menos nacionalista. Y lo completaron con los medios de comunicación para que solo hubiera una voz, equiparando a la opinión pública -la gran ausente- con la publicada. Ataron al ciudadano a la administración haciéndole dependiente de la subvención, creando un nuevo tipo de clientelismo; un clientelismo más esclavo que el del XIX, porque hoy las posibilidades de un mundo globalizado y el nivel educativo son superiores.
Esos nacionalistas, con la rendición preventiva de los partidos tradicionales, que asimilaron como justas las reivindicaciones de los independentistas, incorporando su lenguaje, inocularon en la sociedad una mentalidad tan nihilista como utópica, tan destructora de la naturaleza humana, de su libertad, como soñadora de falsas comunidades uniformes y felices.
Mientras, al otro lado, se seguía creyendo que el nacionalismo xenófobo y antiliberal se apaga con dinero y concesiones para un mayor autogobierno. Pero no es así. Ese sentimiento nacional es el resultado del romanticismo reaccionario, comunitarista, autoritario y violento que surgió a finales del siglo XIX y principios del XX. Es un pensamiento sentimental que no atiende a la razón; ni siquiera al sentido común. Da igual explicar con cuentas que la independencia de Cataluña convertiría a esa región, no en Narnia, sino en la Albania del Mediterráneo.
El populismo nacionalista recoge lo peor de la ola totalitaria que asoló Europa el siglo pasado
Es inútil explicar que el populismo nacionalista es la negación de la libertad política, de la democracia, de la representación, y que recoge lo peor de la ola autoritaria y totalitaria que asoló Europa en la primera mitad del Novecientos. Tan improductivo como señalar que este nacionalismo anula la naturaleza humana, el sujeto, su individualidad, y lo incluye gregariamente en un colectivo, para quedar clasificado como un objeto al servicio de la comunidad imaginada, esa que es necesario reconstruir, en una especie de imperativo histórico, en la unidad de destino en lo universal.
El Estado de las Autonomías solo podía concluir con la exigencia de la independencia de las «nacionalidades». Y no la piden para librarse de un poder que objetiva e internacionalmente es reconocido como opresor, tiránico, que anula la libertad del individuo, o que soslaya la soberanía popular. No. Ese nacionalismo obligatorio es la gran excusa de la clase política catalana para legitimar la construcción de un Estado a su servicio, que les asegure no abandonar jamás el poder. Es la vuelta de tuerca de la oligarquía de hierro. Tomadas las conciencias y anulada la libertad política, solo queda la conformación institucional del régimen que concluirá la tarea de construcción del «hombre nuevo», el patriota.
Si bien el cansancio empuja al abandono, no es posible olvidar a la sociedad silenciosa ni a la que da la cara por la libertad de todos, a esos que no se resignan a que su tierra se convierta en un experimento de ingenieros sociales, que insisten en imponer una única forma privada y pública de ser, pensar, sentir o expresarse. Solo por ellos merece la pena continuar.
*** Jorge Vilches es profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Complutense.
El que quiera ver, sólo tiene que abrir los ojos.
En un país pleno de «aspirantes al hombre superior de Aristóteles, monsergueros espirituales versión Lefebvre, y algún que otro navajero diplomado, donde abundan los resentidos y suspendidos por Mensa-España» no hay esperanza. Sólo un elegido posee todo el saber y la ciencia de esta nación, y la guarda en su entrepierna. Desde allí, como un big bang, esparcirá su sabiduría, y la especie humana se redimirá. El pasado no habrá sido mas que una pesadilla, un mal chiste de Gila. Todo el mundo lo sabe…
«Everybody knows that the dice are loaded
Everybody rolls with their fingers crossed
Everybody knows that the war is over
Everybody knows the good guys lost
Everybody knows the fight was fixed
The poor stay poor, the rich get rich
That’s how it goes
Everybody knows…»