Alto suspense

Manuel Valero.- Acaba el dos mil de la niña bonita como una novela de suspense. No pinta mal el tablero. Ni el arabesco de figuras soldadescas sobre el op art cuadriculado que puede descuajaringar un caballo desbocado o un peón de chusco y segunda imaginaria. Un tablero entrópico en el que una torre puede darle jaque al rey ante los mismos belfos del jaco de palacio.
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Ahora mismo hay una asamblea en Sabadell, amalgama de quasi anarquistas de voto oculto y antisistemas sin sistema de repuesto para ver si le dan el sí a un señor venido a menos asediado por una corrupción sistémica, y salir indemnes de la galáctica contradicción. Aquí intramuros de Castilla- La Mancha, un barón que dicen son los virreyes socialistas autonómicos, le pisa el freno madaleno al secretario general no vaya a ser que se amancebe con Iglesias junior cuando el mismo aristócrata asienta sus blandas partes en el sitial toledano con el placet de los mismos que exorciza para otro.
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La Transición, tan denostada, es madre de la variopinta y caleidoscópica realidad de hoy mismito. Fue un parche, una régimen atado y bien atado, un fiasco que garantizó la supervivencia de la casta franquista reconvertida al libre cambio político y la alternancia de una socialdemocracia sufragada por Alemania y Suecia. Vale, fue todo eso, pero sin ella no hubiera habido emergencia que valga. Los Iglesias, los Rivera y la compaña extrarradial de nuevos actores sociales son hijos legítimos de diciembre del 78, aunque no quieran reconocer a la madre. Ni al padre, ni al querido comunista de la madre. Merced a la anoréxica democracia que nos dimos, la calle pudo airear su iracundia sobre el asalto constitucional y lo demás vino dado por añadidura, como corresponde a la condición humana. Supimos de la corrupción que carcomió los cuatro puntos cardinales de este país inconcluso y doliente, desde Galicia a Andalucía, desde Madrid a Cataluña.

El mangoneo de traje blanco y la coyuntura económica hicieron el resto. Pero merced a la libertad de prensa, expresión y opinión del régimen del 78 la gente se organizó libremente, aprovechó la putrefacción circundante y generalizada y al resultado es el que es: una endiablada jugada de ajedrez con dos salidas: o mate, o tablas y partida nueva.

Y ahora toca gestionarlo y recomponer un puzzle que deja la insólita fórmula del viejo consenso convertida en una receta de antañona cocinera. El futuro inmediato es emocionante por su imprevisión y ahí están los alumbrados en el parto del 20-D, con el encargo hercúleo de resolver el enredo o volver a intentarlo con otro polvo democrático a ver qué criatura o criaturas salen del refocile.

Pero el enredo es mayúsculo. No tanto por la aparición de nuevos actores como por el reclamo de estos actores del papel principal de la tragicomedia y por la entreverada lógica contradictoria que dictan las tácticas de esos mismos actores, maniatados por incoherencias groseras que embrollan el tablero hasta conformar una partida de pillos. Radicales catalanes que pueden apoyar a un embargado dirigente de derechas como sacrificio ante un ideal superior; un partido en el Gobierno en un callejón sin salida; un primer partido de la oposición casi partido en canal; dirigentes de este partido que tocan a rebato ante una gran coalición de izquierdas o ante una gran coalición de centro derecha, nuevos partidos que apenas tocado pelo ya dejan entrever pillerías de políticos viejos, un partido emergente, Podemos, que no solo ha fagocitado a IU sino que amenaza con hacerlo con el PSOE, tras el sorprendente mordisco al nacionalismo radical… o sea, una interinidad que despide el año en el capítulo más interesante. Y todo, gracias, al viejo régimen del 78 tan denostado y menospreciado por sus nietos que lo devoran antes de devorarse a si mismos, como ha ocurrido siempre desde la siesta de los tiempos. Mala será la revolución que al final no acabe merendándose a sus retoños.

Al menos los buenos lectores de novela negra tendremos la resolución pronta de uno de los casos: el catalán. Será hoy mismo. Y no es baladí. Su resolución puede influir en la conclusión definitiva del argumento general de la novela, de una novela, en la que a día de hoy algunos de sus principales personajes están al borde de la extinción. A falta de días para la conclusión del año, uno sigue pegado al relato de los hechos sin saber si el final será feliz o desdichado y si la novela resultante será un superventas o acabará en la descatalogación definitiva, a la espera de volver a escribirla. “Ocassio aegre offertur, facile amittitur” que dice el latinajo (“La oportunidad se ofrece con dificultad y se pierde con facilidad”). Ojalá y no se cumpla. En cualquier caso dentro de unos días sabremos quien se casa con la chica y se la lleva a La Moncloa… Todo dependerá de cómo acabe la despedida de soltero de Sabadell, y si no al tiempo.

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10 COMENTARIOS

  1. La resolución es un algoritmo sencillo: decidiremos según obtengamos rédito político y, por lo tanto, poder.
    Buen artículo, amigo Valero.

  2. Pues para saber lo que nos depara el futuro, no hay más que mirar al pasado. La estupidez hispánica, ese endemismo que nos lleva a la autodestrucción por la repetición de nuestros errores, y que se manifiesta en un odio fraternal, ya está aquí, ya ha llegado.

    ¡Aleluya, aleluya! ¡Cada uno con la suya!

  3. Vamos a verlo como una prueba que nos sacará a todos de dudas en 2016.

    Vamos a comprobar si es verdad que los partidos españoles tienen «cultura de pactos», vamos a ver si son capaces de dejar a un lado su arrogancia y su soberbia. Vamos a ver si es cierto que eso de «coaligar» trae o no inestabilidad (porque ¿Podría ser que la inestabilidad se genere desde despachos interesados con mando en los mass media?) y, sobre todo, vamos a ver si es cierto que la izquierda es capaz de acabar con el «sistema» para montar un nuevo sistema que se parezca en poco a lo que tenemos y no queremos.

    Yo, los vaticinios los dejo a las mismas señoras que Rivero y, antes de que me llamen iluso, advierto: he dicho varias veces «vamos a ver».

    Y lo digo con la tranquilidad de saber que los cambios que se han hecho en comunidades autónomas o ayuntamientos no han sido lo que queríamos pero, al menos, no hemos ido a peor.

    Ya sabéis que siempre pongo al norte de Europa como ejemplo a seguir en muchas cosas, y una de ellas es que no tienen mayorías absolutas desde hace mucho tiempo y la cultura de pactos está enfocada en el servicio a los ciudadanos. Aunque ejemplos como el alemán…mmmmmmm.

    Vamos a ver. Y, sobre todo, seamos todo lo críticos que podamos en los análisis, pero, por favor, dejaos ya de Venezuelas y más soplapolleces, que ya tenemos una edad…

    De cualquier manera, os deseo para 2016 que logréis todo aquello por lo que os esforzáis cada día. Y, si es en beneficio de todos, mucho más.

    No sé si será un poco cursi (creo que si) pero os dejo una reflexión de Sagan cuando vio la foto de la tierra, donde nosotros vivimos, a más de 4.000 millones de kilómetros:

    «Consideremos nuevamente este punto. Eso es aquí, Es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él estan todos los que amamos, todo los que conoces, todos de quiénes has oído hablar, y todos los seres humanos, quienes fueran que han vivido sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja de enamorados, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de Sol.»

    Todo ello en un puntito más pequeño de un píxel. Imaginaos España…Menos soberbia y más en común…

    • «Cultura de pactos», dices. La cultura en los partidos escasea, Rajoy sólo lee el Marca. En la otra pata del bipastelismo, Leire Pajín renombró a los consortes «cónyugues», y como ministra de Sanidad nos advirtió del peligro de la «diabetis». Un desastre.

      En cuanto a los pactos, lo dije a las horas veinticuatro; la izquierda si tiene la más mínima posibilidad, por escasa que sea, gobernará. Al tiempo.

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