Rosa Romero Sánchez. Candidata nº1 del PP al Congreso de los Diputados.- Un año más nos disponemos a celebrar el Día de la Constitución y un año más surgen los debates en torno a determinadas cuestiones que nos afectan a todos.
Al margen de las polémicas, esta Constitución es la mejor de nuestra historia, y además lo es en todos los terrenos. Desde la técnica jurídico-constitucional hasta su contenido fruto del consenso, pasando por las positivas consecuencias que ha tenido en nuestra sociedad, al ser la que mejor ha garantizado los derechos y libertades de los españoles. También es la que mejor ha reconocido la pluralidad de los pueblos y de las regiones de España, por mucho que algunos cuestionen este extremo. Es difícil encontrar aspectos negativos sustanciales salvo en el anacronismo, de difícil explicación para mí, de la prevalencia del hombre sobre la mujer en la sucesión a la Corona. Esa si es una reforma pendiente si queremos dar carta de naturaleza a la igualdad real del hombre y de la mujer, por la que abogo.
La actitud, tantas veces ensalzada, de los que se aprestaron a redactar el texto constitucional, supuso una manifestación de generosidad difícilmente repetible y por ello puedo entender que, en alguna cuestión puntual se pueda criticar la letra, pero jamás se podrá criticar el espíritu que alentó la elaboración de nuestra Carta Magna. Un espíritu animoso que hizo que la búsqueda de lo particular quedase relegado en beneficio de lo común. El concepto, tantas veces repetido, de minimizar lo que nos separa y maximizar lo que nos une,tuvo en este hito constitucional su máxima expresión. Esa generosidad de los que nos precedieron en las Cortes Generales hizo que hoy tengamos la mejor Constitución posible.
Y puede ser que en estos 37 años y fruto de la evolución social y económica de España, hayan ido surgiendo asuntos que generen una polémica desdeun punto de vista más político que constitucional. Pero desde luego esos disgustos no se pueden solucionar a costa de la integridad territorial de España. La Constitución fue generosa a la hora de dar cabida a las reivindicaciones territoriales, y plantear una reforma constitucional sin contar antes con un amplio consenso es una insensatez, por no hablar de la deriva a la que algunos están llevando a Cataluña, con un desafío secesionista que desde el Partido Popular no vamos a consentir. En este caso hay que seguir reafirmando el orden constitucional. Un orden constitucional determinado en el artículo 1.2 del Título Preliminar cuando dice que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Y en el artículo 2 cuando dice que “la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ella”.
Para una amplia generación de españoles, entre los que me encuentro, estos principios básicos están interiorizados y son consustanciales a nuestro ser, porque hemos nacido con ellos. Creemos en ellos y los defendemos como la mejor opción frente a la disgregación y a la falta de solidaridad que impregna las peticiones secesionistas de unos pocos que quieren decidir por todos. Por eso hoy más que nunca es necesario que celebremos la Constitución. Hoy es la fiesta de todos.