Que una campaña electoral, como la que se nos viene encima, comience un día 4 puede ser irrelevante. O puede ser indistinto.
Como tantas otras cosas, irrelevantes e indistintas a estas alturas.
Pero claro, si ese día 4 del comienzo electoral, lo es del mes de diciembre, la cosa se complica.
Y puede ser relevante y distinto.
Y cómo puede llegar a serlo, de distinto y de relevante.
Y no porque se anticipe el día del comienzo de la campaña electoral, a la celebración del aniversario de la Constitución, en dos fechas.
Día de la Constitución, que por cierto es el día de San Nicolás. Vamos los reyes Magos en Los Países Bajos.
La perfidia del día no es pues el dígito, sino la onomástica del feriado.
Que es el día de Santa Bárbara.
Santa Bárbara, fue una santa explosiva. No en balde regenta el patrocinio de mineros y artilleros.
Es decir una campaña electoral cubierta por la pólvora que se huele, no parece un buen vaticinio.
Igual que no resulta benéfico que el último día de campaña, el 18 de diciembre, sea indicado por el calendario como el de la Virgen de la Esperanza.
Esperanza, tendremos todos hacia el día 16 del mes, con la pronta y esperada finalización de la campaña.
Cansados como estaremos ya a esas alturas, de la bisutería de salón y del juego de autistas marcianos.
Todo ello, todas las fechas y sus celebraciones pueden ser neutrales o pueden no serlo.
Pero en el fondo pueden querer decir muchas cosas.
Y si no, al tiempo.
Pero sin decir el día. Que se carga de santos.
José Rivero
Divagario
¿Por qué no será mañana 21 de diciembre? Comienza la campaña el 4 de diciembre y parece que llevemos un siglo, de tan agotador como resulta escuchar a tanto mediocre como se presenta para presidente.