La decimosexta edición de la Marcha de Adviento tuvo lugar el pasado fin de semana entre Miguelturra y Ciudad Real. Con más de 600 jóvenes inscritos, el pasado sábado 28 de noviembre, la ermita del Cristo de la Misericordia en Miguelturra se llenaba para el comienzo de una actividad que este año ha girado, precisamente, en torno a la misericordia.
A partir de las doce de la mañana, José Felipe Fernández, el delegado de Juventud de la Diócesis, explicaba la actividad y proponía a los jóvenes llevar la cruz a sus pueblos como símbolo de la misericordia. La cruz que se utiliza es una réplica exacta de la que Juan Pablo II entregó a los jóvenes en 1984, diciendo: «Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús». De la misma forma, desde la Diócesis se invita ahora a los jóvenes a llevar la cruz a los lugares que más necesitan del amor de Dios: centros de Cáritas, residencias de ancianos o prisiones la recibirán, de manos de la juventud, durante el próximo Año de la Misericordia. Dos escenificaciones preparadas por los jóvenes, marcaron la entrada de la cruz en la ermita y el deseo de que el perdón y el amor de Dios se difunda por toda la Iglesia.
Tras la inauguración de la marcha, la comida dio paso a la primera actividad de la tarde. Mientras los más jóvenes participaron en una yincana por Miguelturra, los de más edad trabajaron en un taller dirigido por el sacerdote Juan Serna en torno al significado de la misericordia. Durante la charla, algunos participantes subrayaban en las redes sociales el trabajo que realizaban: Mirar a Cristo puesto en la cruz es mirar la compasión de un Dios vulnerable, débil y abatido porque todo Él es amor» (@A_MorGal).
Pasadas las siete de la tarde, el grupo salía con la cruz hacia Ciudad Real, por un camino lleno de cantos y oración que los llevó hasta el colegio de San José en la capital. Desde allí salieron en procesión hacia el templo parroquial de Santo Tomás de Villanueva, donde tuvo lugar la Vigilia.
Desde hace años, la oración de la noche del sábado es el momento más esperado por los jóvenes, que guardan un silencio ejemplar durante toda la celebración, pese al número y las condiciones de los templos, que cada vez se quedan más pequeños para ese momento. Luces, cantos y representaciones de dos parábolas de la misericordia iniciaron la oración, cuyo momento central fue una silenciosa adoración al Santísimo. El obispo, que presidió la celebración, dirigió unas palabras a los jóvenes haciendo hincapié en el momento histórico que vivimos y en la necesidad de que los jóvenes cristianos lleven a Cristo a sus amigos y, también, a los mayores. Tras la Vigilia, volvieron los comentarios, a modo de resumen, a las redes sociales: «Muchísimos sentimientos afloran cuando sientes que tienes a Dios…Una gran vigilia para avivar al corazón» (@Alexvalde1). La noche del sábado concluyó con un chocolate preparado por la parroquia de Santo Tomás de Villanueva.
El domingo amaneció con los cantos en la oración del grupo en la capilla del colegio de San José, que dio paso a la actividad de la mañana. Hasta la Eucaristía, los participantes se reunieron por arciprestazgos, para dialogar sobre las posibles actividades que realizarán con la cruz durante este año. Con catequesis ofrecidas por la Delegación, y que cada grupo adaptará a su lugar, decidieron cómo será la peregrinación de la cruz en cada uno de sus pueblos.
Al mediodía, la cruz entraba en la catedral para dar comienzo a la Eucaristía, que presidió el obispo. Al término, los jóvenes le hicieron entrega de un cuaderno en el que escribieron, agradeciéndole su compañía y dirección en cada uno de las actividades.
Para finalizar la decimosexta Marcha de Adviento, el Seminario abrió sus puertas para la comida, concluyendo una actividad que un usuario de Twitter resumió así: «Finaliza la XVI Marcha de Adviento, con un muy buen sabor de boca. ¡Pongamos nuestro corazón en las miserias!» (@JMVManzanares).