José Carlos Sanz.- Es el séptimo otoño consecutivo que los hermanos Manuel y Antonio Cardo recorren a pie los casi 400 kilómetros que separan Vega del Codorno del Valle de Alcudia. Son pastores trashumantes, tienen a su cargo un rebaño de 1.500 ovejas y han caminado durante 23 días hasta llegar a la finca del Cañaveral (en el término municipal de Mestanza). Allí permanecerán hasta el 15 de mayo cuando regresarán a su lugar de origen, un pequeño pueblo de la serranía de Cuenca.
Hasta ese día, en la finca de invernada que tienen arrendada, sus ovejas estarán desperdigadas por cientos de hectáreas rumiando pastos en un espacio natural que constituye poco menos que un paraíso de tranquilidad.
En los últimos años, la trashumancia a pie está recuperando cierto esplendor tras haber pasado por un severo declive. Sin embargo, su pervivencia futura es incierta pues la mayoría de los pastores trashumantes es gente mayor y si los jóvenes no toman el testigo, el oficio está condenado a la extinción. Los hermanos Cardo no vienen solos en su periplo; les acompañan la mujer e hijo de Manuel (Encarna y Aitor) y Silvia, una estudiante universitaria que de forma voluntaria ha compartido una experiencia enriquecedora donde «he vivido y aprendido un montón de cosas».
Hace siete años decidieron dar una vuelta de tuerca y volver a realizar la trashumancia a pie. Hasta ese momento embarcaban a su ganado en camiones pero los elevados precios del transporte y la acuciante crisis redujeron a mínimos la rentabilidad de su oficio y si querían subsistir no les quedaba otra que retomar el modo ancestral. «Nos merece la pena porque nos ahorramos bastante. En nuestro caso necesitaríamos nueve trailers para bajar el ganado hasta aquí y cada trailer nos cuesta 900 euros» cuenta Manuel de tez bruñida y tostada propia de los que pasan la mayor parte del día en el campo.
Históricamente, el Valle de Alcudia es una de las zonas de invernada más emblemáticas para los pastores trashumantes. Para llegar hasta Mestanza, los hermanos Cardo han transitado por la Cañada Real Conquense (que luego se unifica con la Soriana). Las Cañadas Reales están formadas por vías pecuarias, caminos de trashumancia que unen los lugares tradicionales de pastoreo en España para que pastores y ganaderos puedan llevar su ganado a los mejores pastos. Así figuran desde que en 1273 fueran reguladas por un edicto real de Alfonso X El Sabio.
La lucha por mantener intactar las vías pecuarias
Pero en todo este tiempo, la concentración parcelaria del campo y los procesos de urbanización de muchos territorios han supuesto un serio hándicap para la conservación y mantenimiento de las vías pecuarias. Manuel reconoce que el principal problema al que se enfrentan a la hora de realizar la trashumancia a pie «es la invasión de las cañadas ya sea por cereal, olivar o viñedo«. El rifirrafe con los agricultores se da con más frecuencia de la deseada pues si se respetara el ancho real de las cañadas (unos 75 metros) «tendríamos menos trabajo para conducir el ganado». En cambio, muchas plantaciones, caso de la viña, invaden la cañada limitando y estrechando el paso «eso nos acarrea muchos problemas para el paso del ganado» confiesa.
Lanza una reprimenda a las administraciones para que tomen partido «y no nos enfrenten con los agricultores porque es vergonzoso«. Una advertencia para que de veras se preocupen por conservar intactas las vías pecuarias «pues han dado títulos de propiedad sobre vías pecuarias a agricultores y nos han limitado a pasar por tristes carriles y enfrentarnos con ellos». En el fondo, los pastores trashumantes creen que la clase política ni está ni se la espera para dar respuesta a sus demandas; «pasan de venir a vernos, somos pecata minuta para ellos» sentencia Manuel a quien le gustaría tenerlos cara a cara «que se vinieran con nosotros una trashumancia completa y sacaran sus propias conclusiones».
Donde sí hay avances es respecto a evitar cortes o cierres en determinados tramos de vías pecuarias. En el trayecto que han realizado hasta el Valle de Alcudia no se han topado con ningún impedimento de este tipo, «hemos pasado por alguna finca vallada pero permiten el paso». Pero lo que también les produce quebraderos de cabeza son los túneles que atraviesan por debajo de autovías y que funcionan como desvíos de las vías pecuarias. Las aguas suelen verter allí, los puentes se inundan «y nuestros animales no pueden pasar».
La defensa enconada de las Cañadas Reales es un principio innegociable en la cultura trashumante. Manuel y Antonio están asesorados por la Asociación Trashumancia y Naturaleza, que aglutina a pastores trashumantes de todo el territorio nacional y que recoge las principales reclamaciones y mejoras del colectivo. Curiosamente, en la provincia de Ciudad Real el estado de conservación de las vías pecuarias goza de relativa buena salud. Los hermanos Cardo han atravesado tramos por las comarcas de Tomelloso, Manzanares, Argamasilla de Alba o Puertollano y no se han topado con adversidades. «Ahora parece que están tomando medidas, dándole a las cañadas su anchura legal y esperamos que continúen con esta labor». En cambio, se lamenta que en Cuenca la situación de las vías pecuarias «deja mucho que desear».
Trashumancia como patrimonio cultural y potencial recurso turístico
El pasado 21 de noviembre el Ministerio de Cultura incoaba expediente para declarar la trashumancia como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial. Una futura declaración que no deja de ser un mero envoltorio si la misma no viene acompañada de actuaciones concretas para subsanar las incidencias descritas. «Si lo dejan solo en una mera declaración no nos sirve de nada, deben ejecutar a pie de campo lo que se ha de hacer» advierte Manuel. Lo principal, velar porque la anchura de las vías pecuarias sea la legalmente establecida, que las mismas no sean invadidas por sembrados, que los pastores trashumantes cuenten con más refugios o que haya más abrevaderos y puntos de agua para los rebaños. «Hay que pensar en eso y así nos evitaríamos pasar tantas penurias» señala.
En la misma óptica se pronuncia Vicente Luchena, Coordinador de Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia y representante de la Plataforma Ibérica por los caminos públicos (PICP). Este año ha acompañado a los pastores trashumantes en su última jornada. Luchena considera que la trashumancia es una actividad socioeconómica clave para la puesta en valor de territorios como el Valle de Alcudia. Además, la define como una manifestación cultural milenaria «que favorece el entorno ambiental, donde hay intercambio genético de numerosas especies animales, donde no solo hablamos de caminos ganaderos sino de corredores ecológicos que hoy en día interconectan espacios naturales que debido a la urbanización desmedida han quedado como islas».
Junto a ello, destaca la dimensión antropológica, el intercambio cultural, de costumbres, de gastronomía e incluso de artesanía que se da entre pastores trashumantes y gentes de los sitios por donde pasan. Por no hablar de los vínculos afectivos que se producen entre pastores procedentes de la mitad norte de la península y mujeres que viven en las zonas de invernada.
No todo son ventajas. Hay problemas que como nubarrones ennegrecen el porvenir de la trashumancia. Luchena habla de dificultades económicas y arenga a que el estado apoye a los pastores trashumantes garantizándoles una rentabilidad mínima «es una actividad sostenible y socialmente necesaria». Señala el repunte que la trashumancia a pie experimenta en los últimos años; un renacer sobrevenido por la crisis que atravesamos y los abusivos precios del transporte. «Hoy en día hay bastantes pastores trashumantes, la mayoría embarcan su ganado en camiones pero a pie este año han bajado por la vía pecuaria que hemos recorrido unas 13.000 ovejas, una ganadería de vacas bravas y otra de mansas» desvela Manuel para quien sin relevo generacional, este oficio está abocado a desaparecer. «La gente mayor se jubila y si la gente joven no coge el relevo vamos a menos». «El futuro lo veo oscuro» augura con una mueca de resignación.
Pese a ello, no dudan un instante al señalar que la trashumancia tienen un enorme potencial como recurso turístico para la promoción de territorios como el Valle de Alcudia. «Si los ganaderos trashumantes nos lo propusiéramos llevaríamos todas las semanas a grupos no muy numerosos para conocer de cerca esta actividad». Manuel habla de unos trashumantes de Teruel que cada 6 días son acompañados por grupos de estudiantes de la Universidad de Zaragoza. «La trashumancia como producto turístico tiene un gran potencial, se aprende mucho de tradiciones, de costumbres, de manejo de ganado, a nivel paisajístico. Si en otros países se hiciera trashumancia ya se explotaría como recurso turístico» afirma sin ambages Silvia, la joven que voluntariamente ha compartido la vivencia con los pastores trashumantes.
Si esta actividad lograra tener tirón turístico sería un valor añadido para el Valle de Alcudia, ya de por sí lugar de invernada favorito para los rebaños trashumantes. El territorio es fecundo para esta clase de ganados, hay abundancia de pastos, es un vergel de bellotas, hay mucho terreno para pacer y ofrece una tranquilidad genuina tanto al ganado como a los propios pastores. Siempre que el tiempo «venga como debe venir» cosa que no ha ocurrido este otoño donde la sequía ha diezmado la aparición de pastos. Apenas una superficie rala que no consuela a los hermanos quienes se verán obligados a comprar pienso artificial para alimentar a sus ovejas.
Es el principal obstáculo con el que deberán lidiar hasta mediados de mayo, fecha de regreso. Hasta entonces, se irán diluyendo en una rutina que se verá salpicada por acontecimientos como la paridera, «que será cuando más faena tengamos» o el posterior esquilado, allá por el mes de abril. Mientras tanto, vivirán conforme al bucle de lo que supone ser pastores trashumantes. Fieles a un ciclo ancestral, a un ritual donde el caminar unas nueve horas diarias con el rebaño trae aparejada una visión alejada del febril y paranoico ritmo de la inmensa mayoría. Pero por encima de todo, son iconos y símbolos vivos de una cultura que si nada lo remedia en unos 10 ó 15 años se habrá volatilizado. Los hermanos Cardo ya son leyenda viva.
Felicidades José Carlos, es un gran reportaje digno de PORTADA.