En 1940 se editó en San Sebastián el libro Una Poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza, repleto de resentimientos, mentiras, medias verdades y críticas malsanas hacia esa Institución, la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas o sus diversos centros y laboratorios. Las colaboraciones que contiene se habían editado en forma de artículos en El Noticiero, de Zaragoza, en julio de 1937. Se pueden leer lindezas como esta: “A la revolución roja, el socialismo le ha dado las masas y la Institución Libre de Enseñanza le ha dado los jefes”.
Pues bien, José Talayero Lite, maestro e inspector de Enseñanza Primaria, trataba la parte dedicada a la enseñanza primaria. Sus ideas se pueden resumir con unas frases. Los “antiespañoles”, además de la prensa, utilizaron la primera enseñanza para “infectar a la masa”. La masonería controlaba el Ministerio de Instrucción Pública y se creó la Escuela Superior de Magisterio para la formación de profesores de Escuela Normal. Fueron, para Talayero, “fabricantes” de maestros e inspectores eternos vigilantes de la política, no de las aulas, y describía el “pecado” de esta manera: “El ambiente intelectual de la escuela era marcadamente kantiano y krausista. El espíritu pedagógico era el aleteo viviente de Rousseau. La entraña de las ciencias experimentales, a pesar de su objetividad, era profundamente cartesiana. La asignatura de Religión, cuando la hubo, sin vida, sin calor, como un producto pétreo puesto de espantajo. La Historia seguía el concepto evolucionista que tantos errores lleva consigo. Serio, no había nada”. Impresionante, pero así era el pensamiento impuesto a machamartillo. Ya se sabe, lo “serio” llegó con el franquismo y Talayero lo expresaba con una mezcla de falangismo y catolicismo.
Pero lo que se produjo tras la guerra civil, en el marco de un conflicto bélico en el mundo que permitió a la “Nueva España” cometer las mayores atrocidades sin casi condenas internacionales, fue el fracaso del proceso modernizador de España, iniciado con el movimiento regeneracionista a principios del siglo XX e intensificado con la Segunda República. Esa evolución positiva, truncada por el golpismo militar en julio de 1936, dio paso al integrismo, al conservadurismo, al clericalismo, con ropajes fascistas en los primeros momentos y nacional-catolicos después. El control de la educación y la cultura fue prioritario para el nuevo Régimen, que se mantuvo durante casi cuarenta años gracias a la violencia institucionalizada. De cultura de la violencia habla el historiador Manuel Ortiz en su obra La violencia política en la Dictadura franquista 1939-1977. La insoportable banalidad del mal (Albacete, 2013), con mayor o menor intensidad según las diversas etapas y con diferente estrategia en cada momento.
Dionisio Ridruejo, falangista de primera hora que después rechazó esa ideología, destacó las principales características de forma contundente: “la investigación y la enseñanza se convierten en empresas oficiales de un Estado dogmático que con frecuencia las delega a una Iglesia de cruzada” (“La vida intelectual española en el primer decenio de la postguerra”, Triunfo, 17-6-1972). Todo ello adobado con la actividad de una censura “de inspiración predominantemente eclesiástica”, según quien había sido jefe de propaganda. Eso para las personas que quedaban pero, se preguntaba Ridruejo, ¿cuántas quedaban? Muertos, depurados, inhabilitados o “voluntariamente inhibidos” estaban fuera. Es decir, la represión se ensañó con los docentes y la cultura. Un gran número, confirmado por diversas investigaciones, de universitarios, profesores de instituto, maestros, investigadores, artistas, escritores, poetas, divulgadores, traductores, etcétera.
En fin, los aires modernizadores que la sociedad española conoció durante la Segunda República fueron sustituidos por una escuela patriótica y una educación religioso-moral, un bombardeo de ideas y preceptos retrógrados, según Miret Magdalena, bañados de obligación religiosa estricta que lo inundó todo y que todavía tenía incidencia social en la Transición (“La educación nacional-católica en nuestra posguerra”, Tiempo de Historia, 1-3-1976). Esa educación se desarrollaba en una escuela unitaria, con unos maestros, sobre todo en el ámbito rural, normalmente inmersos en un ambiente lleno de pobreza, desamparo y soledad.
Una escuela que generalmente era rectangular, con paredes desconchadas y mapas, carteles o trabajos escolares esparcidos. La hemos visto en fotografías, recreaciones cinematrográficas o descrita en un buen número de libros, pero la evocación de Jesús Asensi Díaz puede servir para recordar la imagen de aquellas aulas del nacional-catolicismo (“Memoria de un maestro. Memoria de la escuela”, Tendencias Pedagógicas, 2009). En el frontal aparecía el crucifijo, flanqueado por los retratos del dictador Franco y del falangista José Antonio. Bajo ellos la mesa y el sillón del maestro, normalmente sobre una tarima o estrado, desde donde se oteaba el espacio docente. Un desvencijado armario de madera guardaba el escaso material que había en la escuela y “el gran encerado –la pizarra le decíamos todos– siempre estaba escrito con tiza blanca y de colores, señalando la fecha, los temas del día, los ejercicios, las muestras caligráficas, los resúmenes y las consignas religiosas y patrióticas”.
Una educación que se desarrolló en la estela del nazismo alemán y el fascismo italiano y en la que demasiadas veces se manifestaba una notable aversión hacia los libros, sobre todo a los considerados antiespañoles, comunistas, pornográficos y un largo etcétera en el que cabía casi todo. Sólo como ejemplo es posible recordar un verdadero “auto de fe” que tuvo lugar en Madrid, en los jardines de la Universidad Central, el domingo 30 de abril de 1939, como acción purificadora, se decía. Falange Española, con la preparación del SEU, encabezó una quema de libros procedentes del Ateneo Libertario. El secretario de la organización estudiantil decía que esas acciones eran necesarias en la España Nueva, “dispuesta a inspirarse en nuestras gloriosas tradiciones, tan olvidadas en los pasados años”. El jefe provincial del Sindicato aconsejaba, por otra parte, alejarse de “libros perniciosos, cuya lectura ha envenenado tantas conciencias juveniles, arrastrándolas al materialismo marxista, al vicio y a la incultura” (ABC, 3-5-1939).
La visión de la prensa del exilio sobre el vandálico acto fue muy diferente. En el periódico España Democrática (Montevideo, 12-5-1939), por ejemplo, se escribía lo siguiente: “Pero la incredulidad se convirtió en realidad actuante. Los nuevos bárbaros erigidos en dueños de los derechos inalienables de los Hombres han reeditado a aquellas orgías grotescas de las hogueras infernales, creyendo que en las llamas que se extinguen, extinguen también las más altas concepciones de la mente humana. Rousseau, Lamartine, Freud, Marx, Gorki, Voltaire, Remarque, Arana y Goiri, Moya, Canalejas, Bécquer, etc., junto a la colección del Heraldo de Madrid que ha tenido el honor de representar a la prensa liberal española en la hoguera fascista por haber sido siempre un representante de la cultura y de la tolerancia en España, han caído juntos en la hoguera satánica de los que desgobiernan a esta España de hoy, más grande y más sublime que nunca por el sufrimiento estoico de sus hijos”.
En fin, el auge de la educación y la cultura, en un proceso que se inició a comienzos del siglo XX, llegó con la Segunda República. Y el colapso se produjo en los años cuarenta, de la mano del fascismo y el nacional-catolicismo. De aquel trauma, siento expresarlo así pues me duele, todavía no nos hemos recuperado del todo.
Isidro Sánchez
Apuntes de historia
De aquellos polvos estos lodos. Ahí tenemos a Rajoy y ZP, nuestros máximos representantes, si alguien observa el vocabulario tan limitado que manejan, se darán cuenta que no superan a un estudiante mediocre de 12 años. RAjoy se declara lector de Marca y de Julia Navarro. Nivelazo.
Si jugamos a estatua de sal, por mirar al pasado usted gana.
Yo veo este infame sistema LOGSE, engendro de pedagogos progres, que desmanteló la ley Villar Palasí (nuestro BUP y COU), y me digo:
A QUÉ VIENE MIRAR A FRANCO SI LOS EXPERIMENTOS EDUCATIVOS DE LA IZQUIERDA EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS son los que han desanimado a cualquiera a esforzarse, a los padres a llegar a desconfiar de la educación pública y a la sociedad a plantearse seriamente si las premisas ideológicas de la enseñanza de izquierda han sido directas responsables del DESASTRE ACTUAL.
Si quiere usted que su análisis sea sólido, sea HONESTO, pues de todo no va a ser culpable Franco.
A menos que sea un sectario, más.
Comparto lo expresado en el artículo, y reclamo su actualidad porque algunos de los problemas de la educación actual se pueden rastrear sin dificultad hasta los tiempos que se describen. Me refiero, entre otras cosas, al empeño de la derecha española en mantener la educación bajo la influencia de la iglesia, y a su inmovilismo intelectual que le hacen ver como una muestra de adoctrinamiento político asignaturas que simplemente promueven la tolerancia y la expansión de valores democráticos como la Educación para la ciudadanía, mientras promueven sin sonrojo el adoctrinamiento católico.
Con respecto a la supuesta «cultura del esfuerzo», quiero decir que, si ésta ha existido, ha sido patrimonio siempre de la clase trabajadora, porque las élites tenían sus derechos garantizados aunque fuesen perfectos vagos e inútiles.
Y, de la misma forma que la «cultura del pelotazo» (que es lo contrario de la «cultura del esfuerzo») promovida por PP y PSOE se ha extendido por la sociedad, aspirando muchas personas a encontrarse en una situación de privilegio «sea como sea» (avalado por la imposibilidad que cualquiera percibe de cambiar este sistema pseudodemocrático y clasista por uno más justo), también muchas personas han deseado que la educación se convirtiera en un mero sistema expendedor de títulos que permitiera a sus hijos acceder a los puestos que percibían como reservados para los hijos de los privilegiados.
En este contexto, los educadores han sido considerados como los profesionales que debían educar a los hijos de los otros por renuncia de éstos y como esos seres desalmados que pretendían negar a sus hijos lo que otros tienen, es decir, han sido tratados con exigencia e, incluso, con hostilidad.
Veo un paralelismo en esta renuncia a educar a los propios hijos con la renuncia a participar en la vida política, delegando ambas actividades en los profesionales de la educación y de la política, y con los resultados que cualquiera puede ver. Mientras no cambien los valores de la sociedad, las reformas educativas tendrán muy difícil conseguir nada.
«En fin, el auge de la educación y la cultura, en un proceso que se inició a comienzos del siglo XX, llegó con la Segunda República. Y el colapso se produjo en los años cuarenta, de la mano del fascismo y el nacional-catolicismo. De aquel trauma, siento expresarlo así pues me duele, todavía no nos hemos recuperado del todo.
Isidro Sánchez»
La Educación Pública que padecemos hoy es consecuencia del franquismo, según usted. Don Isidro, ¿y usted es historiador?. También me dirá que es objetivo e imparcial; o que treinta años de leyes socialistas educativas han sido una bendición; o que no poder estudiar español en España es algo normal.
He conocido a gente educada en ese sistema que usted tacha de fascista y nazi, y le aseguro que su formación es infinitamente superior a la de cualquier alumno de los actuales. La Educación que usted denigra, permitía a la gente humilde ascender en la escala social, era una Educación de calidad. No discuto que hubiera loas y honras a los jerarcas y principios del franquismo, pero era una educación de calidad, con un profesorado culto e ilustrado. Hoy en día, eso es imposible. La Educación Pública actual es una fábrica de analfabetos, con unos docentes pésimos. Si se quiere una Educación de calidad, hay que pagarla. Los progres, lo saben bien, llevan a sus hijos a liceos franceses, colegios alemanes y colegios religiosos.
En fin, usted sabrá. No seré yo el que le saque de su error.
Como muestra de la represión pedagógica e intelectual bastará señalar a una pariente roja de Rajoy… Le he escrito hace días un artículo en la Wikipedia: María Brey Mariño. Este es el enlace:
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Brey_Mari%C3%B1o
Tendría mucho que decir sobre estas materias y no me voy a extender. Añadiré tan solo que en estos tiempos la cultura de charanga y la pandereta (y la educación de charanga y pandereta) ya no es exclusiva solo del PP, sino de su hermano gemelo, el siniestro e izquierdiestro PSOE.
Don Ángel:
He leído con mucho gusto su artículo de la pariente de don Mariano. Lamento que no de información sobre su actividad y la de su pareja durante la Guerra Civil. La represión de la que usted habla fue bastante relajada, no les faltó el trabajo en ningún momento, ni a ella ni a su marido. Teniendo en cuenta que los años más crudos, económicamente hablando, fueron los inmediatamente posteriores a la guerra, el régimen franquista sometió a una depuración muy laxa a estas personas. Si esta pareja hubiera sido depurada en la Unión Soviética, le aseguro que no hubieran fallecido viejitos de muerte natural, ni hubieran vivido holgadamente toda su vida del Estado.
Para evitar la represión siempre tenían a la parentela derechista… ¿no? En esto, como en todo, hay grados de dureza.
Y sí doy información sobre su labor durante la Guerra Civil, la única que he podido recoger; y es una labor meramente cultural. Se ve que lees con lupa, exagerando lo que conviene y olvidando lo que no. Ese modo de razonar es el que hemos padecido durante muchos años y seguimos padeciendo bastante. Se llama ninguneo. No creo que seas de esos, lo que pasa es que las malas costumbres que nos enseñan terminan volviéndose paraplejia mental.
Por demás, te recuerdo a los maestros fusilados del primer artículo o al Dióscoro Galindo enterrado con Lorca: eso si es represión a la «soviética» y realizada por esos derechistas que pretendes bendecir con no sé qué agua estancada de no sé cuál fregona de lavar tumbas. Que pases un buen Halloween.
A Censor y otros franquistas les gusta recordar los crímenes de la Unión Soviética cometidos a cinco mil kilómetros, mientras olvidan y desdeñan a las víctimas de los crímenes cometidos por el franquismo aquí mismo, no hace mucho tiempo. Curiosamente, se mostraban contrarios a la justicia universal que impartían los tribunales de este país (convirtiéndose en referencia mundial) hasta que llegó el partido ultracentrista PP, herramienta que habría servido también para investigar los crímenes cometidos allí. Pero no le vamos a pedir sentido común a los ultracentristas, si lo tuvieran no serían ultracentristas.
Como decía el poeta, «mala gente que camina y va apestando la tierra»
Llevas razón, Rafa. No hace falta irse tan lejos. A Ramiro de Maeztu lo depuraron a la manera soviética aquí, en España.
A mí, un crimen o una iniquidad me producen el mismo rechazo con independencia de quién lo comete. En cambio, tú te crees investido con la autoridad moral para establecer quienes son buenos, y quienes son malos. A ti se te llena la boca de justicia universal, pero tu universo se limita a los tuyos.
“Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!“
Mientes Censor, tú no defiendes la libertad de nadie: tú justificas las depuraciones realizadas durante el franquismo, y eso te rebaja a la ínfima altura. Los atentados contra los derechos humanos son todos reprobables los cometa quien los cometa, pero tú te pones del lado de los asesinos franquistas quitando importancia a la represión.
Te recuerdo que Franco y sus secuaces fueron traidores a su país, y no sólo eso, sino que organizaron una depuración sistemática y planificada, casa por casa, de los que pensaban distinto de ellos con el fin de que no hubiera vuelta atrás durante décadas. Y eso les sitúa no sólo como traidores, sino como genocidas. En cualquier país con un mínimo dignidad, el general monohuevo y sus acompañantes serían una vergüenza nacional.
Voy a dejar a un lado los cariñosos epítetos que me dedicas, incluido tu empeño en motejarme de franquista.
Franco tendría muchos defectos, pero no era un traidor a España. Franco defendió a la República que tanto ensalzas hasta el agotamiento. La defendió en el 32 frente a la Sanjurjada; acudió llamado por don Diego Hidalgo Duran (Ministro de la Guerra) a restaurar la legalidad republicana en la llamada Revolución de Octubre del 34; no prestó oídos a las conjuras que hubo cuando Alcalá Zamora decidió no entregar el gobierno a quien le correspondía legítimamente, Gil Robles.
Por mucho que tú y la gente como tú os empeñéis, Franco no fue la causa, fue la consecuencia. Fue el comunismo, el bolchevismo que impregnaba tu República, el que trajo a Franco. Deja de vomitar mentiras sobre una República democrática que no era más que un despeñadero al totalitarismo más atroz, ese que ha asesinado a cien millones de personas.
No soy yo quien te califica de franquista, eres tú con tus afirmaciones, con mitos sobre la bondad de Franco que no soportan el más mínimo contraste con la realidad, y repitiendo los mismos lugares comunes que la derecha patria lleva repitiendo sobre la República.
Es evidente que la República no tenía nada de revolucionaria, sino que era más bien una república burguesa (pero laica) cuyo mayor delito fue haber intentando separar a la iglesia de la educación y haber intentado modernizar el país cuestionando el poder omnímodo de las oligarquías, contando por ello con la oposición de la España más negra y conservadora, en la que se podía contar a buena parte del ejército, incluido el general que alabas a pesar de haberse caracterizado por su crueldad en todas las ocasiones que tuvo. Y por eso fue nombrado jefe de los sanguinarios, no porque fuera un bendito. Ellos traicionaron a su país, y eso, tengo entendido, es lo peor que puede hacer un militar.
Por otra parte, que la República, con su debilidad, no fuera capaz de controlar lo que sucedía en el territorio no la convierte en responsable. ¿O es responsable el PP de los crímenes cometidos por ETA durante su mandato? Obviamente no, ¿verdad?. Por el contrario, el bando franquista desarrolló una actividad de depuración sistemática contra todos los que pensaban distinto, no porque hubieran cometido crímenes o no, sino por pensar distinto. Y ese fue el motivo por el que duró tres años una guerra que podían haber ganado en tres meses, porque la parte más preparada del ejército, con el apoyo de Italia y de la Alemania nazi, tenía una superioridad aplastante.
Y por eso digo que, además de traidor, tu general es un genocida. Y tú, y otros como tú, insultáis a sus víctimas y os degradáis cada vez que le justificáis.