Aunque no lo parezca, una de las preocupaciones de los Partidos Políticos en fase de Precampaña, tiene que ver con los colores del mensaje. Como si de una tendencia de la pasarela se tratara. No es que la Política imite a la Moda, sino que cada vez más estamos recorridos por conductas propias del ‘fashion‘.
Ya hemos tenido oportunidad en estas páginas, de trazar la semblanza del Color Político, al decir que «Los colores electorales incluso los colores políticos, en sus orígenes primarios tuvieron más que ver con los uniformes militares de las batallas viejas: azules contra rojos; blancos contra morados; negros contra muertos. Y verdes contra negros«.
Hoy los colores políticos pretenden otras cosas con mensaje subliminales.
Aunque suelan tener, casi todos los Partidos, un Manual de Identidad Corporativa, siempre surgen las dudas del último momento, sobre la idoneidad del mensaje cromático. ¿Más rojo¿, ¿más azul? o ¿más anaranjado?
Como ocurre en tantas ocasiones, como ocurre en tantas celebraciones y eventos.
¿Será apropiado el tono del mensaje y el color del vestido?
Se me objetará que la continuidad cromática básica de los colores Rojos, Blancos, Azules y Negros es innegociable en el mundo de la política.
Aunque frente a los dubitativos del cambio de color, sólo podemos matizar la mutabilidad creciente del color deportivo.
Así el futbol como emblema.
¿Quien, hace años, entendería un Madrid vestido de fucsia y una Barcelona adornado de amarillo?
Pues así son las cosas, cambiantes y caedizas.
«El Franquismo era gris, tirando al azul falange. Luego la UCD fue verde y naranja».
«En la misma medida en que fueron rojos los colores fundamentales, tanto del PSOE como del PCE. Un ‘rojo socialdemócrata’ y un ‘rojo comunista’. Aunque hoy el PCE parezca no existir.
El PP, ha optado por revestirse de azules.
De la misma manera que UPyD juega, ya marginalmente, con el magenta. Sin saber hasta cuándo.
Ciudadanos quiere ser naranja.
Podemos construye su relato desde la severidad pasional del morado.
IU busca, a veces, el espectro universal del Arco Iris, como reflejo de la lluvia exterior.
Aunque los problemas cromáticos de envergadura, radican más en las Plataformas de Unidad, en Ganemos, en Ahora en Común, en las Mareas populares, en las Mesas Unitarias y en otras vías de renovación participativa.
¿Quién pondrá color a esas estructuras? Pero ¿lo tienen?
José Rivero
Divagario
Solo una cosa es cierta: a un político español nunca le saldrán los colores a la cara. No tienen vergüenza, y como su cara es de una dureza parecida a la del basalto, la sangre no les llega.
Cierto y verdadero. Por eso en las elecciones anteriores García Page dijo que el color que prefería era ‘el transparente’. Pero no el de la catedral toledana de Ventura Rodríguez, sino el color ‘invisible’.