Cánidos salvajes en busca de niños: «El lobo detrás de la puerta»

cineteca Director: Fernando Coimbra.- El cine brasileño llega con cuentagotas a España. Pero Brasil es casi un continente por sí mismo, un universo de arte que nos perdemos por la distancia y por prejuicios acerca de la competencia de sus habitantes y, sobre todo, de sus mandamases para crear una base cultural sólida, tan necesaria si se pretende erradicar la pobreza y la injusticia social que asolan tan grande nación.
Ese mismo desconocimiento en nuestras tierras españolas sucede con la literatura brasileña, casi por completo ignorada en la Península Ibérica. Pero algo parece estar cambiando, despacio y sin pausa. Películas como Ciudad de Dios abrieron un tanto el resquicio que el duro mercado artístico internacional permitió, tal vez involuntariamente, para que se colaran algunos filmes interesantes y pudiésemos comprobar que en Brasil hay gente que sabe lo que se hace. el-lobo-detras-de-la-puerta Entre ellos, cabría destacar Tropa de Elite en sus dos partes. Ahora toca traer a estas páginas una película de esas que dejan un gusto agridulce. Aquí la ficción se parece a la realidad. Tal vez demasiado, pensarán algunos. Pero El lobo detrás de la puerta es un relato prosaico y realista de lo que el hombre puede hacer con el hombre. O sea, nada bueno. Una historia de infidelidad se convierte en un sórdido y siniestro laberinto de traiciones, venganzas y mal rollo. El secuestro va incluido en este último concepto. El secuestro de niños. Es este un tema candente, por desgracia, en la sociedad española. Un asunto que puede levantar ronchas. Avisamos desde ya que las mentes sensibles harían bien en apartarse de este tétrico fresco de la realidad callejera en un país, Brasil, conocido por sus carnavales, sus mujeres hermosas y, también, por su desatada propensión a la violencia. Al menos en las grandes ciudades, que en todos sitios cuecen habas. Una niña ha desaparecido. Así arranca El lobo detrás de la puerta: con un interrogatorio policial; los interrogados vacilan, tienen miedo de los mismos funcionarios que han de velar por su seguridad, pero también tienen miedo de ese lobo que se oculta tras la puerta para hacer sabe Dios qué a una niña inocente. El asunto da repelús. De verdad. Pero la película ha recibido honores que, en nuestro caso, obviando la inevitable amargura de la que hablábamos más arriba, consideramos merecidos. Muy merecidos.