Celebramos hoy, 8 de septiembre, una doble efemérides. Corresponden a dos compositores excepcionales.
Un 8 de septiembre de 1841 nació en el Imperio Austrohúngaro, hoy República Checa, Antonin Dvorak. De él es especialmente conocida su Sinfonía nº 9 “Del nuevo mundo” compuesta en 1893 tras visitar Estados Unidos. Toda la obra es magnífica y está vertebrada por un leitmotiv (motivo principal o recurrente) se repite en cada uno de sus movimientos. Este tema está basado en el espiritual negro “Swing Low, sweetchariot” (vídeo 1) que puede escucharse en uno de los vídeos adjuntos. También utiliza otras melodías negras, como el célebre “Goin’ Home” (vídeo 2) que abre el segundo movimiento, “Largo”, de la sinfonía. Finalmente, la obra termina con el celebérrimo cuarto movimiento (vídeo 3) utilizado hasta la saciedad en cientos de sintonías y novelas.
Aparte de esta singular obra, Dvorak también nos dejó un buen número de obras orquestales, como sus Danzas eslavas o los magnos poemas sinfónicos sobre la naturaleza y personajes legendarios. Pero quiero aprovechar la ocasión para traer aquí una de sus más bellas canciones, la “Canción de la Luna” (vídeo 4) de su mágica ópera Rusalka.
Vídeo 1:Swing low, sweetchariot (espiritual negro) – utilizado en la Sinfonía nº 9.
Vídeo 2:Goin’ Home (espiritual negro) – utilizado en la Sinfonía nº 9.
Vídeo 3: “Allegro con fuoco” – Sinfonía nº 9, ‘Del nuevo mundo’ (A. Dvorak)
Vídeo 4: “Canción de la Luna” de Rusalka (Antonin Dvorak)
También, un 8 de septiembre, pero de 1949 moría el gran Richard Strauss. Sí, sí.., ese Strauss que nada tenía que ver con la célebre saga de Strausses dedicados a los valses… éste era menos amable y más dado al gran género sinfónico y operístico. De él podría proponer varias obras. Quizás me quedaría con su Salomé o con Elektra, esas dos óperas que marcaron su estilo propio, aunque posteriormente se dedicara a un estilo neoclásico en el que también fue maestro. De Salomé quiero traer aquí la célebre “Danza de los siete velos” en la versión de MariaEwing, quizás la mejor Salomé que ha existido. Vean y juzguen (vídeo 5). Aparte del género operístico, destacó en la recuperación y reinvención del género del poema sinfónico en el que fue un verdadero genio. De todos sus poemas sinfónicos traigo aquí el más famoso de ellos Así hablaba Zaratustra (vídeo 6) o, al menos, la parte de esta obra que ha trascendido y que ha sido empleada hasta la saciedad en multitud de ocasiones. Se trata de la “Introducción” del poema sinfónico, una especie de salida del sol matutino.
Vídeo 5: “Danza de los siete velos” de Salome (R. Strauss)
Vídeo 6: Así hablaba Zaratustra (R. Strauss)
Disfruten con ambos personajes. Para pasarlo pipa.
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Con los oídos bien abiertos
Alberto Muñoz
Esto está muy currado Alberto, pero no hay quien se lo fume.
Muy amable.
Es que no es para fumar, sino para escuchar. Inténtelo de nuevo.
¿Por curiosidad, qué es lo que se le hace tan infumable?
No te ha llamado la atención que las novenas sinfonías son obras mucho mas conocidas??? y ademas tienen sobre nombre…
Empezando por la que mencionas al principio, de Dvorak «Del Nuevo Mundo», Indudable la de Beethoven «La Coral» y otro ejemplo, Schubert «La grande» encima!!!, para poderla distinguir de «la chica»…
Tendría algo que ver en que fueran componiendo la novena a lo largo de su vida con la intención premeditada de hacerla «mas famosa que el resto»???
Algunos como Schubert dejó inconclusa la octava y si terminó la novena… y me planteaba si esto es por alguna razón conocida o es pura fantasía mía…
Tantos datos y tantas referencias, tiendo a desconfiar del que parece ha echado mucho tiempo a escribir y a leer. En los tiempos de trabajo explotador que tenemos desde hace 4 siglos, me parece que algo falla.
Ah!!! y La Sinfonía n.º 9 es la última sinfonía que Mahler completó antes de su muerte. Cuando si tenia la décima…
Sr. Pinocho.., no termino de entender su comentario. La verdad es que esto me ha llevado, exactamente, 20 minutos. Una vez elegidos los autores a celebrar, tengo claro las obras que quiero sugerir. Basta con escribir unas palabras y buscar los enlaces oportunos en youtube, y punto.
Cuál es su desconfianza?
Sr. Niunduro.., esas supersticiones son sólo eso. Las «Novenas» no son especialmente populares ni su destino es acabar con sus autores. A veces era más la sugestión del número que otra cosa, como el caso del siempre asustadizo Mahler. En su relación de Novenas le ha faltado la de Bruckner, igualmente inconclusa.
En cuanto al «fatídico» número nueve, piense que Haydn compuso 104, Mozart 41, Schumann 4, Tchaikovsky 6, Brahms 4, Shostakovich 15, Prokofiev 7, Sibelius 7. Grandes sinfonistas todos ellos y no llegaron o sobrepasaron las nueve sinfonías.
Piense que quizás, las Quintas son igualmente célebres. Ahí las de Beethoven, Tchaikovsky, Mahler, Shostakovich o Prokofiev.
Por favor, si me quitas lo de Sr. mejor… me siento mas cómodo.
No me refería como fatídico o como números malditos, ni nada parecido, quería saber si entre los compositores existía la «costumbre» de realizar la novena como fruto o expresión máxima del trabajo de su vida.
Como poner un mayor empeño en que la novena reflejara su «ARTE» en mayúsculas y con mas empeño en esta, que ellos quisieran por algún motivo, sobresaliera del resto, mimarla, cuidarla, estudiarla en extremo…
Pero ya, sé que es una tontería mía… desde el punto de vista de mi ignorancia y que solo soy viajero de tren sobre la música clásica, únicamente me asomo a la ventanilla para disfrutar el paisaje que me ofrece, sin llegar a alcanzar a entender la magnitud de lo que veo a través de ella…
Me he pasado un buen rato, lo cual es de agradecer
Estimado Niunduro (tan inverosímil es llamarte de tú o de usted, como llamarte por este apelativo, pero en atención a tu deseo, te llamaré de tú)…., lo de la superstición de la maldición, está claro que es mera ficción y sobre todo, ese tipo de morbo por el que tanto gusta a determiados medios y comunicadores acercarse a ámbitos como el de la música clásica. Zanjado el caso.
Lo que planteas sí ha sido cierto en algunos casos. Es decir, que algún compositor considerara que su novena sinfonía debería ser especial o ni siquiera abordarla. Pero esto ha sido así en casos muy puntuales.
Por el contrario, por ejemplo, para Brahms lo traumático fue componer su primera sinfonía. Lo hizo bastante tarde en su carrera. Y fue así porque le daba vértigo escribir una sinfonía después de que Beethoven hubiera dejado un listón inalcanzable con sus últimas sinfonías, especialmente con la novena. Sin embargo, algunas veces se considera (excesivamente) que la primera sinfonía de Brahms se podría considerar como la décima sinfonía de Beethoven, por el continuismo en las formas y en el género, aunque entre la muerte de Beethoven (1827) y la composición de esa primera sinfonía (1876) medien cincuenta años. Incluso el cuarto movimiento de esta primera sinfonía de Brahms incluye un tema que es una especie de variación del tema principal del cuarto movimiento de la novena de Beethoven.
Shostakovich es un ejemplo de lo contrario. Compuso quince sinfonías. Para la novena se esperaba una sinfonía espectacular, con coros y gran orquesta. Esta sinfonía es del año 1945, por lo que se esperaba una obra victoriosa y triunfal tras la guerra mundial. Una vez más Shostakovich se burló de la oficialidad y especialmente Stalin. Compuso una obra breve, cómica, llena de ironía y de languidez. Nada de lo esperado. Quizás la mejor forma de huir de la sombra de los grandes genios es salirse por la tangente, como hizo él.
Otros casos son imposturas, por ejemplo, Penderecki ha dicho que no compompondrá más de nueve sinfonías. Está vivo y coleando. Por ahora lleva compuestas siete. Aunque la última es la número ocho, realmente no ha compuesto la número seis, se la saltó por razones que ahora sería largo explicar.
Y por último, a veces lo de la numeración es algo artificial que ha sido fruto de procesos de catalogación largos y confusos, por lo que una sinfonía ha terminado siendo la novena y última cuando realmente tuvo una numeración diferente. En este enlace se explican algunas de estas cosas: http://tono-menor.blogspot.com.es/2011/12/la-maldicion-de-la-novena.html
Y por último, Niunduro, me alegra que estés en este viaje de descubrimento y admiración en el que somos compañeros. Eres un privilegiado. Seguimos viajando.
Bueno, espero que con el nombre te resulte mejor a ti también… el «apodo» era por otros comentarios que hago por estos lares…
Te agradezco mucho la explicación y usando la misma metáfora del tren, como cuando niño, era mi abuelo el que me respondía cuando yo le preguntaba si los agricultores pintaban su parcela de colores para distinguir su parte… me siento igual, cogido al borde de la ventanilla.
Si te incomodo con las preguntas, me lo dices y sin problema, pero es porque trato de entender desde mi punto de vista, posiblemente mas superficial o menos «académico»…
Te espero en la estación creo que veo a Manuel V. en el banco, tu trae los billetes y nos cuentas a donde nos vamos…