Era tan tradicional y tan moderno al mismo tiempo y a la misma noche, que quería ser un autor ensimismado de ‘Haikús-castizos‘.
Y de ‘Haikús’ nocturnos.
Que creía, por ello, que ese destello nocturno y ensimismado del Haikú, prolongaba la brevedad temática de la vida rústica y de la mirada campesina, no menos breve.
Como en la anochecida: ‘Haikús-castizos‘ y nocturnos.
Téngase presente los equívocos nipones, patria del Haikú, combinando tradiciones milenarias con el avanzado y velocísimo tren bala. Combinando el kimono milenario con las consolas electrónicas de última generación.
O con las centrales nucleares que espantan a las grullas y garzas.
Para los más avisados y despiertos, ese propósito poético declarado de avanzar retrocediendo, era y es puro oxímoron.
Es como comer haciendo dieta, o como tomar elevadas calorías para adelgazar.
También es como dormir, para poder estar despierto.
O lo uno, o lo otro. Pero no dos a la vez y simultáneo.
Es imposible aunar tradición y modernidad, por mucho calor que se vuelque en el empeño. ¿Calor o valor?
Es imposible además, realizar Haikús castizos. Mejor hacer ‘Doloras’ y ‘Humoradas’ como propuso Campoamor, en pleno día.
La pretensión de unir lo diverso está condenada al fracaso de antemano. Y cuenta con una fuerza de repulsión, parecida a la desplegada por los polos eléctricos del mismo signo. Puro electromagnetismo cultural.
Ese carácter fraudulento del Haikú castizo, se prolonga con fortuna y aprecio en el discurso político habitual y habilitante. Donde suele ocurrir que se diga una cosa y su contraria, de forma simultánea y sin grandes dificultades. Y no pase nada. Ni, apenas, se extrañe nadie.
Como Artur Más, que presidiendo un partido llamado Convergencia, no deja, ni ceja de practicar la Divergencia. Que presidiendo la Generalitat, no deje de ejercitar la Individualitat, por mucho que proclame ‘Junts pel si’. Ni ‘junts‘ ni ‘si‘.
Un Si en Cataluña, que es un No en España.
Un ‘junts‘ que separa más que une. En otra suerte de oximoron del ‘Haiku‘.
Que es otra posibilidad expresiva, del ‘Haiku‘ castizo, como vuelo imposible de la realidad pesada. Porque no vuela lo pesado; aunque a veces, caiga lo liviano.
O como los Tradicionalistas, que dicen apostar por el Futuro.
También como los modernos-viejos Futuristas, con resabios pegados a los neumáticos calientes, de las rancias tradiciones frías.
Pese a que hubo Futuristas tempranos encalentonados, enamorados de la velocidad, del humo y de la electricidad. Y del cuchillo afilado y frío de Mussolini.
José Rivero
Divagario