Fermín Gassol Peco.- “Quiero hacer un poema en lengua clara/ en la que el pueblo suele hablar a su vecino/ pues no soy tan letrado para hacer otro latino/ bien valdrá como creo un vaso de buen vino”. (Gonzalo de Berceo) Vino, tierra y cultura unidos desde tiempos antiguos… y fieles a ese vínculo ancestral, viticultores de nuestra tierra manchega se afanan en vendimiar por estas fechas las uvas que convertidas en mosto fermentado darán unos caldos que deleitarán nuestros sentidos.
Cuna de nuestra lengua y nuestro espíritu, tierras preñadas de aromas y sabores, origen de nuestra identidad e historia, “procesiones con olor a mosto”que recorren nuestros campos y caminos, sangre festiva de nuestras bodegas para mesas y altares. Placer de dioses, sanador tanino, manjar humano,bendito vino.
Ya la Biblia lo puso en su lugar: “El vino fue creado para el goce de los hombres, alegría del corazón y felicidad del alma”. (Proverbios 31,27). Los griegos y romanos lo tenían como “medicina del espíritu”. Platón dijo que el vino era la verdad y la literatura de todos los tiempos colma de atributos y beneficios al caldo fermentado.
Pitágoras, sabio entre sabios sentenció: “Si quieres vivir mucho guarda siempre contigo un poco de vino y un amigo viejo”;hipotenusa y catetos, elementos trigonométricos, transformados por una vez en términos filosóficos, unidos en un teorema que bien puede rezar: “el cuadrado de la longitud de la vida es igual a la suma de los cuadrados de la cantidad de amigos que conserves y delos vinos que hayas bebido.
Pasteur, padre de la enología, en el siglo XIX también se refiere al vino como la más sana e higiénica de las bebidas y es que entre probetas y cultivos microbiológicos este insigne científico ya intuyó la nobleza del mosto analizado. Así sabemos de manera científica y testada, confirmando las históricamente atribuidas al vino como son bondades nutritivas y saludables, que el “morapio” además de alimento del espíritu constituye una agradable medicina para el cuerpo.
Y en tiempo reciente, una institución holandesa lo ha confirmado después de hacer un exhaustivo seguimiento a distintas personas:tomar vino alarga la vida y lo concreta cuantificando la dosis; medio vaso de vino, mejor si es tinto, supone cinco años más de vida.
Uno, que no sabe desde hace muchos años lo que es comer bebiendo agua, recibió la noticia como algo gratificante porque aplicando esta proporción no se tendría que morir nunca. Sin embargo como eso es imposible, achaco la causa a que estos holandeses se quedaron algo cortos en la medida del experimento, porque cierto es que lo beben pero con demasiada precaución y cuidado según pude comprobar recientemente; esta prueba hecha en nuestra tierra, en vez de haberla calibrado con medio vaso la habríamos realizado con media botella al menos…que con una buena carne, un buen guiso o el buen queso y jamón que aquí tenemos,podríamos certificar que moriríamos de igual manera aunque según la ciencia, algo más tarde.. y lo mejor de todo, como diría Sto. Tomás, yendo derechitos a la gloria.