“Nomasculoblanco”

Fermín Gassol Peco.- Así estaba aquella pareja de bañistas una tarde de hace ya bastantes años. Quien escribe paseaba por la arena de las playas de Levante. La tarde no invitaba a chapuzones pero allí estaban nuestros despelotados vigías entrados ya en carnes y años, de pie junto a la orilla, con las manos cruzadas en la espalda, él con su prominente barriga y su “piticlín” citando al viento; ella con las pieles pellejas más recogidas y caídas. Eran los avanzados de un grupo de nudistas.

Lo confieso, era la primera vez que veía semejante estampa y confieso también que me llevé una decepción. Sin saberlo estaba entrando en una playa de tías y tíos que tomaban el sol, más que bañarse, completamente en bolas; el cartel que pude leer al aproximarme así lo indicaba por si quedaba alguna duda. La curiosidad juvenil y la novedad morbosa al descubrir lo que entonces era un mito, me hizo fisgonear con la mirada nerviosa a otros usuarios de la naturaleza consumida a pelo; había muy pocos, eso sí alejados de la orilla, hablando en grupos con la natural naturalidad de estar acostumbrados a estar al natural. Me llamó la atención que la edad de todos los contertulios fuera más bien avanzada.

El naturismo goza de muchos seguidores en el planeta. Tomar el sol y los baños tal y como la naturaleza nos echó al mundo debe ser algo placentero. No sé el origen de este movimiento pero quizá fuera como una réplica al puritanismo de una época, aquella en la que los bañistas se sumergían en el mar con unas vestimentas generosas, tapados pudorosamente en una estampa que hoy nos resulta ridícula. Luego, ya sabemos, vinieron los trajes de baño cada vez más ajustados, que dejaban al descubierto la desigualdad habida en las formas corpóreas de los humanos, hasta llegar a los tangas, mínima expresión del vestir… por decir algo.

Pero como no hay nada que cien años o mejor días,dure, la ley del péndulo también funciona en esto del atavío en los atuendos para bañarse. Los seguidores del nudismo siguen tomando el sol y bañándose en pelota picada porque a ciertas edades rectificar es cosa prácticamente imposible y desaconsejable, además de ser algo completamente inofensivo. Sin embargo algunos comerciantes que se ganan la vida vendiendo tela, afirman que la gente está harta de ver tanta chicha y evidencia al aire, sofocante monotonía pura y dura, y están descubriendo ahora que un bañador es una prenda que puede ser elegante para darse un baño, insinuar, coquetear y hasta pasear y como la estética es el segundo valor en nuestra sociedad después del dinero y la moda ha de cambiar para seguir haciendo caja, ahí tenemos a un movimiento de modistos pro-bañador promocionando la idea de que “bañarse con bañador” es una opción de futuro, amén de progresista e innovador.

Y en estas profundas diatribas estivales estábamos cuando hace unas fechas ha salido publicada la noticia de que unos fabricantes valencianos han dado con un bañador elaborado de un tejido con una fibra que aúna la posibilidad de ponerse moreno o morena integral sin necesidad de despelotarse.

“Nomasculoblanco” es el explícito y contundente nombre de la marca en cuestión que no deja lugar, ni a dudas, ni a blancuras en la piel.

Total, que va a ser verdad aquello de que nada es para siempre sobre todo tratándose de negocios. Si como digo, la ley del péndulo se sigue cumpliendo, dentro de unos años volveremos a ver a los y las bañistas tapados hasta las cejas… y no por cuestiones de moralidad o ética sino por una nueva ola de moda, de pura estética. Y más ahora que con los bañadores “Nomasculoblanco” podremos ponernos como tizones aunque los bañadores nos tapen hasta las orejas.