Manuel Valero.- Los animales no nos aman porque les somos completamente indiferentes. Cuando una vaca te mira con sus grandes ojos perplejos en realidad no te está mirando aunque parezca que te fija en su mirada de loca plácida. En todo caso si se arriman un poco es porque no consiente que otro animal estúpido que anda a dos pies meta los susodichos en el prao.
Los animales no nos aman, somos nosotros, los más animales, quienes amamos a los animales. El amor, por muy pasional que sea es un acto de inteligencia, y por tanto se necesitan unos gramos de intelecto para dejar fluir conscientemente el sentimiento amoroso. Y además, y sobre todo, dicen los chamanes de la psique, que el amor, amor, es desinteresado, de forma que cuando un hombre (o una mujer) ama de veras está liberando un caudal de afecto hacia el otro aún a sabiendas que puede que haya correspondencia biunívoca en esa suerte de conjunto humano.
Los animales son egoístas porque nos llenan de mimos como acto reflejo a unos cuidados asegurados. Si otro animal (los animales no nos ven como seres humanos) nos regala caricias, lametones, y ladridos, en caso de un perro aunque valga cualquier otra onomatopeya en función de la especie, es porque intuye reflejamente que vive en un entorno amigo que le atiborra el plato con puntualidad británica, los baña cuando los parásitos andan revueltos, y los saca a jugar. Los animales domésticos de compañía pudieran ser a fuerza de correo genético y por la proximidad con el amo (los animales son los únicos que tienen amo y no nos aman) los que pareciera que nos corresponden con la misma cantidad de afecto que le profesamos. Pero a los animales les importa un huevo si los animales primeros de la evolución andan cada día a tortas. Y hablando de huevos, uno ve a las gallinas y se pasma ante indiferencia tan desmesurada, como el asno, explotado y triste cuyo semblante es el mismo de un filósofo reconcentrado . En cierta ocasión contemplé la foto de un accidente de tráfico en el que un coche se estampó contra un corral y las gallinas seguían picoteando el suelo ajenas a los cuerpos sin vida que se habían quedado atrapados entre la chapa. En cambio el dueño de una granja las atiborra a temperatura ambiente y algunos se atreven hasta con sonorizar el gallinero para que suene Mozart mientras se tragan el pienso con este movimiento tan mecánico y gallináceo.
Los animales además son muy clasistas: están los de compañía que bien a cuerpo de rey, los que se crían para la lógica pitanza, los que trabajan gratis a cambio de condumio, los que se cazan, ay la caza, y los salvajes, los más libres, que son los que menos nos aman porque no quieren amos. El amor a los animales, a todos los animales va escalando posiciones en la compostura sociológica, lo cual está muy bien, si no fuera porque la única especie que es capaz de experimentar amor inteligente hacia su mascota lo es también para lanzar un obús en un mercado lleno de gente. Los animales están en el mundo porque los ha puesto la Naturaleza para que tengan su rol en la gran pirámide del reino animal en cuyo vértice estamos nosotros, cuya animalidad está sobradamente demostrada. Los dinosaurios se extinguieron porque de haber evolucionado, este mundo sería un paraíso lleno de lagartos sin lugar para los homínidos. Por eso llegó de los arrabales cósmicos el pelotazo que firmó su defunción masiva, de modo que los supervivientes ensayaron una nueva línea de evolución que fue las que nos parió. Dicen que la bola de fuego fue lanzada con mala leche cuando se trastocaron los dados divinos.
Ha habido animales en el cine que han sido protas y han vivido mejor que seres humanos, o animales reales que han sido descuartizados en vivo como un elemento impactante del cine de ensayo. A bote pronto se me viene a la cabeza una vaca demediada en Apocalipse Now y sobre todo La familia de Pascual Duarte, más atroz que la novela de Cela. En la cinta un actor sorprendente como José Luis Gómez mataba a navajazos a una mula y despedía de este mundo a su perro de un certero tiro de escopeta. Esas escenas hacían las delicias de los cinéfilos que se reunían en el Metropolitano de Cuatro Caminos, como una prueba sin tapujos del realismo trágico que antes de ensombrecer la película con esas dosis, hoy prescindibles de brutalidad, la dotaba de una credibilidad artística fuera de toda discusión. Algunos veíamos la violencia del dictador sobre un pueblo sojuzgado que debería dar rienda suelta a la violencia liberalizadora. Jamás leí una línea en contra de esas escenas simplemente porque las considerábamos indispensables. La violencia gratuita del enajenado Duarte sólo era comparable a la de su propia ejecución a garrote vil.
Pero hoy los animales nos han robado el corazón, ya sea la horca o el león que devora a las crías del león que acaba de destronar. No, no voy a ir por el empitonado asunto de los toros, que como todo el mundo sabe pertenece a ese grupo de animales, los más desgraciados y la casta más indeseable, que el hombre cría para propio divertimento agresivo. Aunque a decir verdad son pocos: los toros, los gallos… no se me ocurren más, en tanto que abundan los animales amaestrados que divierten a los niños en el circo o están apresados en los zoos y las peceras del mundo con su saludable función pedagógica. He de reconocer que en lo tocante a los toros, uno que no es taurino, asiste a la suerte (mala)del animal con sentimientos encontrados y contradictorios, qué le voy a hacer. Me consuela el hecho de que si el toro pudiera llevaría ensartado al espada por todo el redondel, como me resultan irrefutables los atributos colganderos que hay que tener para ponerse delante de un morlaco con un trozo de tela.
El amor a los animales no nos hace matemáticamente mejores, quien ama bien a los animales es muy probable que le tenga una afecto natural a sus semejantes, pero no serán pocos quienes deseen la muerte de un ser humano al tiempo que se entretiene en el parque dándole de comer a las palomas. La pasión en el amor hay que preservarla para el congénere de nuestras cuitas y amar a los animales con las dosis debidas, ya que en caso contrario el amor desmesurado hacia el reino animal nos llevaría a liberar de inmediato a los animales domésticos, que vaguen manumisos y libres, cerrar todos los zoos del mundo, comer acelgas
DE modo que aceptando que hay animales egoístas socialdemócratas que viven mejor que los niños en las ruinas de Damasco, que no son pocos los que se dejan seducir estúpidamente por un cebado interesado para acabar en el plato, que los hay benditamente salvajes sin más carné que sus cojones y los que nos entretienen, aceptando todo eso, qué grande hacen los animales al más criminal de los animales que los ama. Claro que también hay seres humanos, muchos, millones, miles de millones, que aman a sus congéneres, que viven en sociedad natural con los animales sin razón. Aunque de vez en cuando los maten. ¿Será porque no nos aman? Da igual. Amémoslos desinteresadamente a todos como si fueran personas, al fin y al cabo, algunos viven mejor y nos alimentan.
Dice usted que controlemos el amor desmesurado hacia los animales porque nos llevaría a cerrar zoos y comer acelgas, ¿qué hay de malo en ello?
Otra cosa, ellos no nos alimentan, nosotros les privamos de libertad, los maltratamos y matamos, para convertirlos en simples productos, en mercancía.
Pero nosotros también somos animales: nos queremos tan poco como ellos, véase fábulas. No tengo que citar el taurino anfiteatro romano, donde todo es pisto-tomatina de humanos y fieras. Y «oink» Rajajajajoy es un… es un… es un… ¡jolines con la ley mordaza! ¡Que tartamudeo provoca! Es «el que es», el Compasivo, el Misericordioso. No hay más Rajoy que Rajoy, y Cospe es su profeta. Vayamos a la mezquita a postrarnos ante Rajoy.
Joder, este tío siempre escribe bobadas …, madre mía, la ranciedad no tiene límites, este periódico con entradas como esta es pura ñorda.
Por favor, estamos hartos de leer paranoias sin fundamente ni documentadas de gente que no tiene otra cosa que creerse el escritor de turno.
No queremos paranoias rancias y si las haces, documéntalas un poco por favor para que tenga algo de credibilidad.
Por favor, deja de escribir estas bobadas, hay otras formas de pasar el rato y de que los lectores no pierdan el suyo.
De hecho este es el último comentario que te hago, no quiero darte más bola.
Boikot a la bobada!!!!
¿No revisas los textos que escribes?
Pones: «y ladridos, en caso de un perro aunque valga cualquier otra onomatopeya en función de la especie»
Un ladrido como sustantivo no es una onomatopeya. Deberías referirte en su conjunto como voces de los animales.
La horca es el instrumento de madera y cuerda, etc. la orca (sin h) es el cetáceo.
La relación que haces del amor y la inteligencia… pues con muchos agujeros. Hace años se desarrollo lo llamado «Inteligencia emocional», para dar una «explicación» racional a algo que no lo es y es algo invisible bajo el prisma del raciocinio.
Estoy con manolo el del bombo… te has levantado con mal pie y ya para rematar tu comentario… con lo de Rajoy que no viene a cuento, lo mires como lo mires, con ley mordaza o sin ella.
Mírate que pudiera tratarse de trastorno obsesivo-compulsivo y tiene tratamiento.
Estimados comentaristas, recibo con gusto vuestras críticas. Asumo mis faltas ortográficas o la confusión de una palabra por otra en el fragor de la escritura, léase horca por orca. Sólo una precisión: el ladrido de un perro es un sustantivo, claro, pero la representación mental o escrita del ladrido es onomatopeya. Los animales, lo siento, «no tienen voz», según la RAE. Y por lo demás, siempre distinguiré entre una crítica y la ridiculización o el insulto. La primeras la tengo muy en cuenta, la segundo no. Me lo ha dicho mi psicoanalista, que para eso le pago. Saludos cordiales.
En primer lugar, perdón por mezclarte con el comentario de A.R. y por tanto, el comentario (aunque también reconozco excesivo) iba por él.
Es que últimamente me desquicias porque llego a pensar que escribes por cubrir cuota… es un impresión conste, pero tienes un privilegio no al alcance de todos y creo que podrías sacarle mas jugo, respecto a los temas, opciones de debate que nos brinda este medio…
Respecto a la voz de los animales, discrepo contigo. Según la RAE los animales si tienen voz. busca cualquier sustantivo y lo verás en su definición, por ejemplo,
Bramido. (De bramar). 1. m. Voz del toro y de otros animales salvajes
Y su onomatopeya es por ejemplo, Muu.
Disculpa aceptada porque el tono dice mucho de una persona. Siento mucho desquiciarte porque nada más lejos de mi intención, ni a ti ni a los lectores que uno pueda tener. Eso sí, es inevitable que lo que uno piensa o diga o escriba coincida o no con los demás. Y no escribo por tener cuota, es mi profesión y mi pulsión, aquí sí obsesivo-compulsiva, y me une una relación muy estrecha con MICR desde casi los orígenes. Además, MICR, está abierta no sólo a los «privilegiados» compañeros de opinión o a los comentarios sino a articulos de cualquier ciudadano, por lo tanto te invito a que lo hagas, que seguro que mis colegas Eusebio y Santos estarán encantados. Y también, sí, a veces los duendes traviesos se cuelan en el texto. Nadie es perfecto. Saludos.
Pero de verdad Manuel, que esto en un blog personal o en un libro está genial, pero aquí colega, creo que le haces flaco favor al periódico y a ti mismo.
El escrito es tu opinión personal de supuesto iluminado (que me parece genial, todos filosofamos alguna vez sin tener puta idea y sin informarnos de qué va el pedo), sin referencia ninguna, sin documentar, das la opinión que a ti te interesa, pero no tiene credibilidad, sacas suposiciones sin contrastarlas y las pones como verdades absolutos.
De verdad, si no es por insultarte, pero por favor compadre, un poco de autocrítica que hasta podría llegar a sustituir a tu psicoanalista.
Resumiendo, un poco de juicio propio y rigor.
Y de verdad que honestamente pienso que este artículo lo has escrito sin tener ni puta idea.
te lo podría poner con otros eufemismos, pero no, la frase es, no tienes ni puta idea de lo que has escrito.
No te has informado, no te has documentado, por eso de verdad, crea un blog personal y escribe lo que te dé la gana, aquí los lectores esperamos que no nos insulten ni nos ridiculicen.
Esperamos algo más de rigor.