MICR/EGCJ.- Esta tarde se ha celebrado la LI edición de la Caravana Blanca, uno de los actos previos a la Feria de Agosto en honor a la Virgen del Prado, patrona de la capital, organizado por la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes. Un total de seis ambulancias, un autobús y dos microbuses han trasladado a los enfermos y ancianos desde varias residencias de Ciudad Real hasta la Catedral. Allí, acompañados por el pandorgo y las dulcineas, han escuchado la misa oficiada por el Obispo de Ciudad Real.
Esta tradición comenzó por iniciativa de José Ballesteros, quien fuera capellán del Hospital Provincial. “Él animó a un grupo de enfermos ingresados en el hospital a realizar una ofrenda floral a la Virgen del Prado y a rezar ante ella; los animó a poner en oración sus sufrimientos, su enfermad, su dolor… Lo ayudaron aquella primera vez las Hijas de la Caridad, que aún trabajaban en el Hospital provincial, y varias enfermeras”.
Desde aquel primer año han pasado cincuenta y un años en los que la Caravana Blanca ha ido creciendo en participación de enfermos y voluntarios. La Hospitalidad Diocesana de Lourdes es la que organiza anualmente este encuentro de fe y de esperanza ante la Virgen del Prado con muchas instituciones y personas que colaboran en el traslado de los enfermos de su domicilio a la Catedral.
Me pregunto si, dejando aparte creencias religiosas, nuestra señora Alcaldesa o algun concejal de su partido no pudo acompañar a los ciudadanos mas debiles, como son los enfermos y personas mayores, en este acto. Empiezo a sentir verguenza ajena de estas personas que son incapaces de mostrar su solidaridad cuando llega el momento. El que dirán los de PERDEMOS puede con ellos. Que pena de Ciudad Real. Ni personalidad ni solidaridad existe y acabará por convertir al PSOE en un partido residual.
Hombre, pues parece evidente que es un acto religioso.
Me parecería mejor que la alcaldesa participase en un acto de reconocimiento a los familiares y profesionales de las personas enfermas y dependientes que todos los días del año, sin dulcineas, pandorgos ni charangas, sin parafernalias y sin salir en ninguna foto, dedican su vida a cuidarles en «sus sufrimientos, su enfermedad y su dolor».
Qué poco se ve lo que hacen algunos, y cuánto se hacen ver otros para lo poco que hacen.