Tiene que ver la primera consideración con la visión creciente del abandono urbano, como una fuga rara o como una huida no aclarada y sospechosa, que viene ocurriendo desde la llamada Primera Recesión Económica, la que transcurre entre 2008 y 2011. Y que produce resultados evidentes de clausura y cierre de negocios diversos, y de abandono significativo de viviendas.
Resulta conmovedor, cuando no patético, descubrir el cierre encadenado de muy diversas razones comerciales, que siguen produciéndose en una cascada consecuente de clausura sin fin. Dictando no sólo el cese de la actividad, el incremento del desempleo, la nueva modalidad insufrible de los arrendamientos urbanos y el declive imparable del consumo interior.
De todo ello da cuenta la innumerable cartelería de arriendo, alquilo, traspaso o vendo, que pueblan escaparates, vidrieras y puertas de acceso al local en desuso. Algo parecido podría predicarse del ingente (por desconocido) número de viviendas puestas en el mercado de la venta, la renta, el remate y el alquiler. Que se señalan con cartelería análoga a la anterior, e igualmente multicolor, dispuesta en balcones, terrazas y miradores.
Todo ello produce la sensación del sueño del abandono de la ciudad. Sensación que se acreciente en estos días de temperaturas imposibles para la vida y que hace, ciertamente, inhabitable la ciudad durante largos periodos del día. Todo unido, abandono y sofoco, produce la sensación de clausura y el deseo de huida. Que contrasta con las dosis de optimismo del oficialismo urbano y capitalino.
José Rivero
Divagario
Y decian los Peperos que Ciudad Real enamora? menuda ciudad dormitorio y aburrida se han montao!,aver quien arregla esto.
Perfectamente de acuerdo. El Sr. Rivero tiene razón pero, como dice Patxi, a ver quien es el guapo o la guapa que remonta este panorama. Es francamente lamentable el aspecto de la ciudad pero lo es desde hace lo menos veinte años, agravado por el más reciente periodo de recomposición del capitalismo. Ya me niego a llamarlo crisis.
Me descompongo cada vez que recorro calles como la Real. Eso si es un desastre. Dan ganas de llorar, de verdad.
Lo que no entiendo es lo que el Sr. Rivero identifica como «las dosis de optimismo del oficialismo urbano y capitalino». Mire usted, solo faltaba que además el actual equipo de gobierno local se lamentara y abordase la situación como venia siendo habitual con la antigua corporación.
Lo mucho o poco que logren, el tiempo nos lo permitirá ver, espero, pero que menos que agradecerles el entusiasmo que le ponen.
La descomposición de la ciudad es irreversible. Intentar ponerle freno será suficiente, al menos en este terreno.
( Y no, yo no les voté, pero me alegra que estén)