El libro Tiempo de silencio está ambientado, como ya hemos visto, en 1949. Precisamente, el día 19 de septiembre de ese año aparecían en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real las relaciones de aspirantes a diversas plazas vacantes de la plantilla del cuerpo médico de Beneficencia Provincial. A la plaza de psiquiatría optaban Conrado Carretero Zalacain y Luis Martín-Santos Rivera. Firmaba el anuncio José Gutiérrez Ortega, presidente accidental de la Diputación, falangista y factótum del tiempo de silencio en la provincia de Ciudad Real de posguerra.
El tribunal del concurso-oposición se reunió en Madrid el 30 de septiembre y decidió convocar a los aspirantes el 9 de enero de 1950, a las doce horas, en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid, sita en la calle de Atocha. La zona, conocida muy bien por nuestro escritor, figura reiteradamente en su obra, con retazos dedicados, por ejemplo, a las tabernas, “que junto a la aglomerada y promiscua Glorieta esparcen su tufillo sinceramente embriagador, y que al estómago es lo que el filtro medieval era para el amor, de los calamares fritos en aceite de oliva recalentado del día anterior y de tres o cinco días antes”.
Martín-Santos obtuvo la plaza e ingresó en el cargo el 3 de febrero de 1950, pero trabajó muy poco en Ciudad Real. En sesión de 15 de abril de ese año la Corporación Provincial acordó “Conceder la excedencia voluntaria por más de un año y menos de diez, a don Luis Martín Santos Ribera, Médico Psiquiatra de esta Beneficencia”. Es decir, sólo dos meses y doce días.
El 15 de octubre de 1969 el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real publicaba el escalafón de la Diputación. Y en el figuraba todavía, en situación de excedencia voluntaria, Luis Martín-Santos. Más de cinco años después de su muerte, ocurrida el día 21 de enero de 1964.
El contrincante en la oposición, Conrado Carretero Zalacain, ocupó su lugar en la Institución y fue director del Hospital Psiquiátrico Provincial durante un buen número de años. Había nacido en 1916 y el ingresó efectivo en la Diputación fue el 15 de marzo de 1951, es decir antes de que Martín-Santos obtuviera la excedencia voluntaria. Entre otros cargos fue presidente de la Asociación Católica de Padres de Familia.
A fines de 1969 moría su amigo José Gutiérrez Ortega, director de Lanza y de Hoja del Lunes de Ciudad Real. Carretero escribía entonces sobre uno de los principales protagonistas del tiempo de silencio manchego y hacía la siguiente fotografía: “Falangista viejo, Alférez Provisional, hombre cabal, fiel a su pasado y abierto al futuro, profundo cristiano y hombre de acción”. Conrado Carretero Zalacain falleció en Ciudad Real el 21 de diciembre de 2000, a los 84 años.
Además de su labor profesional en el Hospital Psiquiátrico y su consulta particular, colaboró con cierta frecuencia en la prensa, casi siempre con la perspectiva de su actividad médica. Por recordar un artículo suyo se puede citar el publicado en Lanza el 28 de septiembre de 1964, titulado “Las bromas del subconsciente”. Si el que era ministro de Defensa en 2003, Federico Trillo, lanzó un ¡Viva Honduras! ante tropas de El Salvador, el presidente de Colombia, al terminar la cena de gala que le ofrecía el general De Gaulle, soltó un ¡Viva España!, en lugar del correspondiente ¡Vive la France! Carretero analizaba el lapsus como manifestación de esa capa de la conciencia donde reposan, “soterradas, rechazadas u olvidadas más o menos voluntariamente”, vivencias no presentes de una manera clara y actual en la capa superior de la conciencia.
Isidro Sánchez Sánchez
Desde el revés de la inopia