En el vértice superior del tejado que remata la fachada oeste de la Iglesia de San Pedro existe una cruz metálica que a finales del siglo XVIII fue motivo de temor y asombro por parte de los vecinos de Ciudad Real, hasta el punto de ser considerada origen de algo fabuloso y milagroso. Así nos relata el fenómeno Manuel Núñez de Arenas en 1788:
En Ciudad Real, patria mía, sobre el chapital de un texado del Coro de la Iglesia Parroquial de San Pedro está fixada una Cruz de acero que tiene tres palmos de magnitud. Siempre que se suscita alguna tempestad fuerte se observa en la obscuridad de la noche que des sus cuspides ó extremedidades salen tres llamas, como si tres velas estuviesen iluminando la Cruz, y de lo ultimo de estas se ven como bullir unas chispas de color de fuego sulfureo. Duran encendidas mientras el mayor rigor de la tempestad, y luego se van remitiendo mas, segun se mitiga el estrepito de truenos y relampagos hasta desaparecer del todo. [1]
Probablemente la cruz que hoy vemos no sea la que protagonizó esta historia ya que como se describe más adelante, la cruz tenía fijada en su interior un crucifijo, esto es, una imagen de Jesús. Sin embargo, la cruz actual no presenta este detalle. Aún así, la existencia de una cruz en este emplazamiento nos invita a contemplarla como testigo de la tensión entre las luces y las sombras de aquel momento.
El suceso de luces sulfúreas provocó el temor popular y suscitó una pugna entre la superstición de los vecinos y las sensatas explicaciones de Núñez de Arenas:
El vulgo que en todas partes es uno, y que mas suele resbalar por la supersticion, que por la impiedad. El vulgo que todos los efectos naturales los atribuye, ó á milagro, ó á encanto; éste vulgo cuya norma en sus dictamenes es un ciego capricho, mira el fenomeno con terror, pareciendole que un Crucifixo que hay en dicha Cruz, enciende las llamas para que nos acordemos de nuestros pecados, y que le tenemos muy ofendido. Dexando á un lado este vulgar é indiscreto modo de pensar (basta ser lo primero para que se verifique lo segundo) examinaré la causa mas verisimil que nos ponga en estado de asentir á la produccion de estas luces.[1]
El fenómeno era especialmente singular para el vulgo ya que las luces eran de dos tipos. Según explica Francisco Salva unas veces las puntas de la cruz mostraban una luz fija y otras dejaban ver un “penacho” o llama más alargada.[2]
El vecino y cronista del relato que nos ocupa fue Manuel Núñez de Arenas, natural de Ciudad Real, clérigo en Cardete (Cuenca) y verdadero amigo e impulsor de las luces en nuestra ciudad. Fue uno de los primeros solicitantes de una Sociedad económica de amigos del país para Ciudad Real y defensor de causas perdidas para la razón en un país anclado en la sinrazón. Sobre su figura ha escrito mucho y bien el también notable y enciclopédico Ángel Romera, en su labor por sacar a la luz personajes desconocidos y heterodoxos de la historia local.[3]
En su esfuerzo por arrojar un poco de luz al inexplicable suceso de la cruz flameante, Núñez de Arenas se dirigió al Memorial Literario, uno de “los mayores representantes de la prensa ilustrada” [4] de finales del XVIII y principios del XIX, donde publicó un artículo con el hecho y la explicación que él le atribuía. Su publicación en abril de 1788 suscitó un interesante debate en los meses siguientes entre expertos físicos e hizo aflorar otros casos semejantes, como el ocurrido en Ademuz (Valencia), donde se reconocieron multitud de milagros (inventados todos, según Núñez de Arenas) a raíz de un fenómeno semejante. La explicación publicada por Núñez de Arenas sobre el fenómeno de la cruz flameante de Ciudad Real era la siguiente:
Impreganda, pues, la atmosfera[durante las tormentas]de todas las particulas se ponen en contacto con la cruz de acero, recibiendo estas mas y mas continuamente. Recorren todo su espacio extendiendose con igualdad ácia todas partes, á lo que es consiguiente que llegando á los extremos, como no le queda más término por donde fluir se forme un deposito: van cargando unas sobre otras, y con su propio impulso ó empuje que hacen para desprenderse, ahi se inflaman, y asi se producen las luces de color electrico. Este es mi modo de opinar sobre la materia, y me parece que es muy natural é inteligible mi explicacion.[1]
Sin ser una explicación del todo exacta del proceso físico que lo provoca, el intento de explicación racional y la utilización de argumentos y métodos científicos dan a este convecino méritos suficientes para reconocerle su espíritu ilustrado, frente a la superstición y fanatismo religiosos del ambiente circundante.
Cuando a diario pasemos por este lugar de la ciudad y alcemos la mirada hacia esa cruz, sería oportuno contemplarla como un símbolo de la tensión histórica entre luces y sombras de la que somos hijos y herederos. Y asimismo como un motivo para detectar e identificar los rincones cotidianos en los que aún pugnan la superstición, la ignorancia, el miedo y la dominación con la ilustración, el espíritu crítico, la audacia y la emancipación.
Núñez de Arenas, Manuel: “Observación física sobre un fenómeno eléctrico” publicado enMemorial literario, Abril de 1788, Primera parte, Número LIX.
Salvá y Campillo, Francisco: “Explicación del fenómeno electrico descrito en la primer parte del Memorial Literario de Abril de este año” publicado enMemorial literario, Junio de 1788, Primera parte, Número LXIII.
Imprescindible leer el libroIlustración y literatura en Ciudad Real de Ángel Romera, publicado en 2006 por la Diputación Provincial de Ciudad Real.
Larriba, Elisabel: “La última salida al ruedo del Memorial Literario”, publicado enCuadernos de Ilustración y Romanticismo, Universidad de Cádiz, nº16, 2010
La Virgen, qué bien has documentado el asunto. No sabía que conocías también al amigo Paco Carrión ni que este había hecho un cómic sobre él. Ahora bien, las peloteras del adorable reaccionario párroco de Santiago Sebastián de Almenara en la prensa de finales del siglo XVIII contra los pirrónicos y afrancesados ciudarrealeños y contra los prerrománticos de Madrid y Salamanca también podrían ser dignas de cómic. Tus artículos y las historietas de Paco Carrión hacen que todo esto vuelva a la vida y te agradezco sinceramente tu interés, porque cada vez me cansa más desenterrar estas cosas y ya me da igual todo. Después de todo eso es lo que soy: un desenterrador de memoria histórica de hace siglos que ya no importa nada a nadie y casi ni siquiera a mí. Un partido del Madrid o la última marranada de un político ocupan más espacio y mayor interés. En fin, gracias de nuevo y a ver si te prodigas más por estas páginas electrónicas.
Ángel…, me alegro que te guste. Es en gran parte también debido a los frutos de tus investigaciones. Nada cae en saco roto. Sin duda nuestra acelerada sociedad no está para leer y pararse en las cosas como sería deseable…, pero siempre hay gente que se interesa por lo que hacen los demás. Tu trabajo y tu talento son buena fuente de inspiración. Quizás nuestros espíritus bibliotecarios deberían acomodarse un poco más a la cultura sintética y visual de nuestro tiempo, sin desmerecer de la profundidad y rigor debidos, para no caer en un solipsismo desolador, y no perder el sentido del humor, tan necesario en un villorrio como el nuestro.
Creo que ya te había comentado alguna vez que Paco Carrión y yo somos primos, de ahí está fresca colaboración y sintonía.
Te paso un enlace con otro relato que no se ha publicado en micr…. «La santa de Ciudad Real». https://conlosojosbienabiertos.wordpress.com/2015/06/22/la-santa-de-ciudad-real/
Saludos.
Alberto; has indagado de donde deciden ponerle el nombre de «cruz flameante», ha sido fruto del azar o para añadir mas misterio al asunto puedo comentarte que que «la cruz flameante» es un «experimento» que se realiza en las ordenes iniciáticas de esoterismo, lo cual tal vez nos esté indicando que quien relata la historia es iniciado en ocultismo.
Por cierto saluda a Teresa
Hola David.., no hay mayor misterio. El nombre se lo puse yo mismo. Barajé varios, pero ése me parecía adecuado. Quizás sea yo mismo quien sea un títere en manos de fuerzas ocultas, y sin darme cuenta.
Saludos!!
La Virgen, qué bien has documentado el asunto. No sabía que conocías también al amigo Paco Carrión ni que este había hecho un cómic sobre él. Ahora bien, las peloteras del adorable reaccionario párroco de Santiago Sebastián de Almenara en la prensa de finales del siglo XVIII contra los pirrónicos y afrancesados ciudarrealeños y contra los prerrománticos de Madrid y Salamanca también podrían ser dignas de cómic. Tus artículos y las historietas de Paco Carrión hacen que todo esto vuelva a la vida y te agradezco sinceramente tu interés, porque cada vez me cansa más desenterrar estas cosas y ya me da igual todo. Después de todo eso es lo que soy: un desenterrador de memoria histórica de hace siglos que ya no importa nada a nadie y casi ni siquiera a mí. Un partido del Madrid o la última marranada de un político ocupan más espacio y mayor interés. En fin, gracias de nuevo y a ver si te prodigas más por estas páginas electrónicas.
Ángel…, me alegro que te guste. Es en gran parte también debido a los frutos de tus investigaciones. Nada cae en saco roto. Sin duda nuestra acelerada sociedad no está para leer y pararse en las cosas como sería deseable…, pero siempre hay gente que se interesa por lo que hacen los demás. Tu trabajo y tu talento son buena fuente de inspiración. Quizás nuestros espíritus bibliotecarios deberían acomodarse un poco más a la cultura sintética y visual de nuestro tiempo, sin desmerecer de la profundidad y rigor debidos, para no caer en un solipsismo desolador, y no perder el sentido del humor, tan necesario en un villorrio como el nuestro.
Creo que ya te había comentado alguna vez que Paco Carrión y yo somos primos, de ahí está fresca colaboración y sintonía.
Te paso un enlace con otro relato que no se ha publicado en micr…. «La santa de Ciudad Real».
https://conlosojosbienabiertos.wordpress.com/2015/06/22/la-santa-de-ciudad-real/
Saludos.
Alberto; has indagado de donde deciden ponerle el nombre de «cruz flameante», ha sido fruto del azar o para añadir mas misterio al asunto puedo comentarte que que «la cruz flameante» es un «experimento» que se realiza en las ordenes iniciáticas de esoterismo, lo cual tal vez nos esté indicando que quien relata la historia es iniciado en ocultismo.
Por cierto saluda a Teresa
Hola David.., no hay mayor misterio. El nombre se lo puse yo mismo. Barajé varios, pero ése me parecía adecuado. Quizás sea yo mismo quien sea un títere en manos de fuerzas ocultas, y sin darme cuenta.
Saludos!!