José Antonio Casado.- Ahora que hemos soportado ya la tercera ola de calor, no me queda más remedio que recordar que un día, allá por 1998, se nos prometió que alguna vez existiría a tres kilómetros y medio de Ciudad Real en dirección norte, una ciudad medieval con un monasterio, un castillo con sus almenas y un hotel a modo de venta o posada; y que en esa ciudad de fantasía también habría una pista de esquí para regalo de los viajeros.
Los medios de comunicación locales asistieron a la correspondiente rueda de prensa y dieron la noticia. No hubo una risotada colectiva “ostentórea” de sorna y puede, pero no lo recuerdo, que en los días sucesivos alguien esbozara una sonrisa socarrona. Nada más. Las sucesivas olas de calor de este verano ponen en su justa perspectiva tamaño dislate.
El Reino de don Quijote no era más que el maquillaje con ropajes de parque temático de una urbanización de lujo con campo de golf, Valcansado, que no se había podido construir porque no respetaba la legislación urbanística. Con el nuevo afeite, el gobierno regional dio el visto bueno a un proyecto derrochador de agua donde los haya. La ciudad medieval no se construyó pero con la engañifa del parque temático se obtuvo el permiso de construcción. En aquel reino de fantasía se incluía una clínica rejuvenecimiento, campos de golf, pistas de tenis, parque zoológico y unas tres mil viviendas.
Con el paso de tiempo, sólo tres años más tarde, el castillo se había convertido por arte de birlibirloque en un hotel-casino de cinco estrellas con salas de juego que nada tendrían que envidiar a sus homólogas de Las Vegas y que sería explotado por un grupo francés; de la nada había surgido también un spa/balneario llamado los Hervideros de Emperador y un Valle de las Olas con playa tropical para la práctica del surf. Naturalmente los políticos dieron su visto bueno. Eran todos proyectos de “singular interés” .
Para 2004 una empresa especializada en el turismo de balnearios firmó un convenio con el director del complejo para la construcción de un hotel balneario de inspiración japonesa, al considerar las similitudes “entre el caballero Don Quijote y el personaje de samurái, que es el caballero oriental. “El Bosque Horai”, que así se llamaba el balneario, estaría ambientado en la arquitectura tradicional y minimalista japonesa. El Reino de Don Quijote se convertía ahora en un complejo apartado, para disfrutar de la tranquilidad y de las terapias únicas de un centro de turismo alternativo que explotaría las aguas termales de Hervidero del Emperador, declarado de utilidad pública ya en 1892.
Un año más tarde el proyecto da un cambio brutal. La empresa Horrah’s Entertainment, líder mundial en la gestión de casinos, firma un convenio para construir aquí, al lado de casa, el Caesar España Hotel & Casino, un hotel de cinco estrellas con 812 habitaciones, restaurantes para gourmet, espacios de belleza y otras muchas cosas más que les ahorro porque el papel soporta todo lo que le quieras echar; hasta un centro de convenciones enorme y un no menos enorme Coliseo para 3.00 espectadores. Los políticos, lejos de sonrojarse, hicieron viajes para hacerse una idea de las maravillas que íbamos a tener al lado de casa.
Las únicas objeciones a todos estos proyectos, como viene siendo habitual, llegaron de la mano de de las asociaciones defensoras del medio ambiente, concretamente de Ecologistas en Acción, a quienes muchos han visto en todo momento como el aguafiestas de turno. Desde el primer momento hablaron de los efectos nocivos para el embalse Vicario, el río Guadiana, la Mancha Húmeda y las mimas Tablas de Daimiel; pero sobre todo hicieron hincapié en el desmesurado consumo de agua que conllevaría la actuación. Fueron más allá al aducir que “… este es un proyecto de carácter claramente especulador, insostenible ambientalmente y que no se corresponde con las necesidades de los ciudadanos de Ciudad Real y, en nuestra opinión, tampoco con los intereses de la Región”.
La euforia que despertó el proyecto en la sociedad ciudarrealeña fue enorme, máxime si tenemos en cuenta las expectativas creadas con el nuevo aeropuerto, entonces en construcción. Sin embargo la euforia se cortó en seco porque para aquel entonces ya se había producido la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos y en España empezaba a pincharse la burbuja inmobiliaria. César paralizó el proyecto de hotel en Ciudad Real “hasta que la condiciones de mercado fueran favorables”. (El País” 3-9-2008, Harrah’s congela su gran proyecto de hotel Casino en Ciudad Real)
Los acontecimientos negativos para los dos proyectos estrella en la provincia empezaron a sucederse a velocidad de vértigo. Hoy están en concursos de acreedores (“Cinco Días”, 1-12-2011: El Reino de Don Quijote solicita concurso de acreedores) y se han convertido en el hazmerreír de muchos dentro y fuera de la provincia. Pero nadie, ni políticos ni empresarios, sale a la palestra a pedir perdón a la ciudadanía por los engaños y los malabarismos que se hicieron con las leyes ambientales.
Para redactar esta columna he refrescado mis recuerdos con la web de la empresa y los periódicos “Cinco Días” y “El País”. Los medios de comunicación locales se dejaron ganar por la euforia reinante y alimentaron el estado de ánimo propenso al optimismo; tanto frenaron cualquier atisbo crítico –en el caso del aeropuerto hubo un eficacísimo gabinete de prensa que, además de suministrar información a mansalva, apagaba cualquier fuego con la manguera de la publicidad- que el relato que resultaría podría resultar tóxico.
José Antonio . Qué bonito era todo en esas fechas,gracias por recordarlo . También un Aeropuerto maravilloso. Siempre los mismos OCHO APELLIDOS MANCHEGOS.
Los medios locales no es que se dejaran ganar por la euforia, sino por ese sometimiento lacayuno al político de turno. Los periodistas de la región , con alguna honrosa y honorable excepción, ríen siempre con el cacique de turno no contra él.
Gran artículo, de los que deberían servir para despertar conciencias y aun otras capacidades muy poco desarrolladas por estos lares. Es una pena que no se oyeran voces periodísticas discrepantes con ese dislate. Como alerta Malinche, y doy fe de ello, porque tuve ocasión de encontrarme en alguna rueda de prensa de las que perpetraba el entonces alcalde de Puertollano, Hermoso Murillo, los plumillas se refocilaban y reían a mandíbula batiente ante las burdas paridas que el susodicho emitía por su boca pedorra. Así nos va con ese periodismo y ciudadanía tan repugnantemente servil.
Sólo nos queda que nos cambien el nombre de la ciudad por: TRUÑO REAL, …. nos la meten doblada y por todos los laos. No aprendemos. ¿Cuál será el próximo truño a realizar por nuestros lares?. ¿Un circuito de Fórmula 1?…
Pobre Quijote y pobre Sancho, qué pintaban ellos en esa cacicada de garrulos millonetis, y si al cabo sirviera toda esta mierda para que aprendamos de que no hay que fiarse de gentuza corrupta, pero quiá.
Extraordinario
Genial lo descrito.
De entre las muchas carencias que se ponen de manifiesto en las personas que vivimos en Ciudad Real quiero resaltar dos: la primera es la falta de sentido crítico, que permite que cualquiera nos coloque el timo más evidente, y la segunda es la falta de sentido del humor, porque, como dicen más arriba, muchas de esas propuestas eran para haberse reído en la puta calavera de los que las formulaban, y a veces el humor es la mejor manera de desmontar necedades, mejor incluso que los argumentos.
Añado una tontada más: leí (es cierto) en un periódico de la capital (no diré cuál, pero se lo pueden imaginar) que se estaban haciendo planes urbanísticos para cuando Ciudad Real alcanzase el millón de habitantes… Risum teneatis, amici!
O más.
Pero el verdadero responsable de tanta imbecilidad lo tenemos de diputado en Madrid, José Maria Barreda y su gobierno, cuantas deudas y mierda dejó.
¿Te refieres a «Aterriza como puedas» Barreda? ¿El del pelo blanco?
Y sus amigos psoriceros…