Francisco Agarrabeitia Ramírez. Miembro de la Agrupación local de Izquierda Unida.- El 28 de enero la página web municipal de Manzanares anunció el concierto de Pablo Alborán en Manzanares para el viernes 24 de julio en el Estadio de Fútbol Municipal, para el que se pondrían a la venta 10.000 entradas a un precio de 25 euros, y que viendo el ritmo de la venta anticipada lo más probable era que se vendieran todas. A más de dos semanas del concierto ya se han vendido 4.000 entradas, por lo que no es descartable un lleno histórico.
A simple vista parecía un buen evento, con el único problema de que estaba fuera de las fechas de las Ferias y Fiestas. Cuando se organiza un concierto de este tipo lo lógico es hacerlo coincidir con la Feria y Fiestas para darle más resonancia e importancia a las mismas, pero esta vez no fue así.
Los problemas o dudas aparecen cuando se van conociendo las condiciones del contrato, y es ahí donde se observa que para el Ayuntamiento todo son gastos, por un lado, el Ayuntamiento pagará a Pablo Alborán un fijo de 50.000 euros, corriendo el consistorio además con los gastos del Escenario y Seguridad, sin contar los añadidos como acondicionar aparcamiento y personal. Y en lo referente a la venta de entradas el contrato estipula que toda la taquilla será para Pablo Alborán, es decir, que además de los 50.000 euros fijos se llevará el montante total de la venta de entradas que en caso de cumplirse las previsiones (10.000 entradas a 25 euros cada uno) haría un total de 250.000 euros. En total, 300.000 euros limpios de polvo y paja, lo que cobraba Julio Iglesias en sus buenos tiempos.
Lo que a primera vista pudiera parecer un buen concierto entrando en la letra pequeña a mí me resulta un verdadero agujero negro para el Ayuntamiento, para las arcas municipales todo son gastos sin ningún beneficio, que además no olvidemos se va a celebrar fuera de las fechas de las Ferias y Fiestas, y lejos de los lugares habituales de ocio por lo que tampoco dejará beneficios para los locales de Manzanares.
En fín, un gran gasto, un contrato millonario para el artista, y mientras tanto los artistas y grupos locales sin espacio en este tipo de eventos multitudinarios.