Partido del Trabajo Democrático.- El 1 de Julio se produjo un relevo en el orden de los factores en nuestra querida región. Emiliano García Page, el líder del PSOE de Castilla-La Mancha, era investido presidente de la Junta de Comunidades en una sesión solemne en las Cortes Regionales, con el apoyo de Podemos. Con éste hecho finaliza una etapa oscura en nuestra región, la encabezada por el gobierno del Partido Popular de María Dolores de Cospedal. No hace falta que nos extendamos mucho para resumir lo acontecido durante este nefasto gobierno, que prácticamente, ha desmantelado la red de servicios públicos de Castilla-La Mancha. Su funesto gobierno, ha cerrado escuelas rurales, ha recortado servicios sociales y ha dejado desamparadas a miles de familias, ha cerrado decenas de centros médicos, centenares de camas, ha cerrado plantas enteras de hospitales y ha privatizado servicios esenciales a favor de los negocios de su círculo cercano. En definitiva, María Dolores de Cospedal, representa a un gobierno reaccionario que ha legislado en contra de los intereses del pueblo y a favor de un puñado de grandes empresarios y oligarcas. Eso, lo ha comprendido el pueblo de Castilla-La Mancha que la despojó de su mayoría absoluta posibilitando que sea desalojada del gobierno.
En ese sentido no podemos hacer otra cosa que alegrarnos y comprendemos que entre los trabajadores y trabajadoras, y entre todas las personas con sensibilidad progresista, haya una sensación de optimismo. Pero…. ¿Debemos echar las campanas al vuelo tan rápidamente? ¿Acaso no recordamos quien es García-Page? Emiliano García Page, no es alguien nuevo en la política.Fué vicepresidente y portavoz del gobierno regional con José María Barreda entre 2004 y 2007, consejero de Obras Públicas en el gobierno de José Bono desde 1997 hasta 1998, y Alcalde de Toledo de 2007 a 2015. Ha participado en gobiernos que, pese a su carácter superficialmente progresista, han favorecido los intereses de importantes hombres de negocios y se han visto involucrados en escándalos tan sonados como la construcción del Aeropuerto de Ciudad Real, una obra faraónica que costó cientos de millones de euros y que ha quedado totalmente inservible, o la quiebra de la Caja Castilla-La Mancha que tuvo que ser rescatada por el Estado en 2009. García Page representa a la corriente más casposa y derechista del PSOE, un partido que representa la cara amable de la oligarquía, y no puede ser considerado como un progresista, sino con muchos recelos. Esta es la razón por la cual somos tan prudentes a la hora de felicitarnos por el “cambio” sucedido en Castilla-La Mancha.
Muchos señalarán que existe el factor de que el gobierno del PSOE necesita para gobernar el apoyo de Podemos, al no tener la mayoría suficiente, y esta formación fiscalizaría y controlaría la gestión del gobierno. Efectivamente, debemos de alegrarnos de que Podemos tenga la importante tarea de controlar la acción del gobierno, esa debe ser su obligación como representantes de las fuerzas populares en la Cámara. En sus primeras intervenciones Podemos parece que se toma en serio su labor, poniendo exigencias de implantación de medidas sociales, (cómo es el caso del “Rescate Ciudadano, paralización de los planes de privatización…) y no entrando en el gobierno regional, a pesar de que si han aceptado la vicepresidencia de las Cortes regionales. Sin embargo Podemos no debe confiarse a los manejos de los dirigentes del Partido Socialista que en su actitud camaleónica, pueden presentar una cara “progresista” e intentar fagocitar en su beneficio los avances sociales que se hagan debido a la presión de Podemos.
Nosotros apoyamos todas las medidas que tiendan a favorecer, o por lo menos no empeorar, el nivel de vida de la clase obrera y los sectores populares de Castilla-La Mancha, pero así mismo debemos de advertir a las fuerzas populares en general, y a Podemos en particular, que no se dejen llevar por la fiebre del optimismo.No estamos ante un gobierno popular ni progresista y tarde o temprano mostrará su verdadera cara y realizará políticas en favor de los poderosos, como ya hicieran otros “progresistas” como Bono, Barreda, Zapatero o Felipe González. Debemos desde los movimientos sociales y desde los sindicatos seguir presionando en la calle para que los compromisos se cumplan y quede claro a todas luces que estos compromisos no son fruto de la dicha de un “cacique benevolente” sino que son conquistas del pueblo trabajador. Sólo así se puede hacer una oposición a la altura de las circunstancias y avanzar hacia la construcción de un amplio Frente unido que aúne a movimientos sociales, sindicales y políticos en una perspectiva por superar el poder omnipresente de los banqueros y los grandes empresarios y avanzar hacia una democracia para la mayoría.