Hay ya un territorio explorado y frecuentado, sobre las relaciones entre Literatura y Periodismo, como dos formas de escrituras convergentes a veces, divergentes otras muchas. Convergencia y divergencia dictada por las diversas funciones atribuidas a una, y a otra En origen hay una diferencia cierta y verdadera entre una y otra escritura; así la ficción y la verdad nutren a una y a otra de forma dominante. Incluso la pretensión del Periodismo y su buscada objetividad al informar, se formula desde una escritura instantánea, objetiva y de alta caducidad: mañana el periódico, será sólo un papelón para el cartucho de pescado frito, decía Ciril Connolly. Frente a ese resto manchado del periódico y de su escritura clausurada, la pretensión durable, subjetiva, duradera y estilizada de la escritura Literaria, guardada en cofres librescos.
Hay en España una larga tradición histórica de esa simbiosis que se produce entre ambas escrituras: periodistas que estilizan su escritura y escritores que se asoman al vértigo de las prensas. Un recorrido veloz permitiría encontrar esas intersecciones en hombres destacados como Larra, Blanco White o Mesoneros Romano; también y ya en el siglo XX con casos tan destacados como Azorín, Ortega (que hacia filosofía en los periódicos), Corpus Barga, Chaves Nogales y Alejo Carpentier. También otros nombres diversos dieron lo suyo como los de Josep Pla, ‘Gaziel‘, Julio Camba, Dionisio Ridruejo o el venal González Ruano.
En los cincuenta y de la mano de la Literatura de viajes, que inaugura Cela y su ‘Viaje a la Alcarria’, se produce una eclosión de manifestaciones de reportajes viajeros de aliento literario en múltiples medios. Casos desde Víctor de la Serna y sus rutas varias publicadas en ABC, a Julio Romano en la primera ‘Alfaguara‘ y su colección ‘El gato de siete leguas’; desde Antonio Ferres y Armando López Salinas a Enrique Laborde y Juan Goytisolo y sus ‘Campos de Níjar’.
El Nuevo Periodismo, como corriente renovada de esa escritura de postguerra en los diarios, nace fundamentalmente en los años sesenta en Estado Unidos, con los reportajes de Hemingway en ‘Life‘, y luego continúa con nombres como Truman Capote, Guy Talese y Tom Wolfe, que darían una vuelta de tuerca a los valores plomizos de la escritura periodística del momento y que influirían en España a gente tan diversa, como Vicente Verdú, Vázquez Montalbán, Paco Umbral y Manuel Vicente. Igual pasaría en el caso sudamericano y el acicate de las aceleraciones revolucionarias cubanas y los populismos argentinos, con gentes como García Márquez, Tomás Eloy Martínez y Rodolfo Walsh. Por ello Martín Caparrós, autor que combina a la perfección Periodismo y Literatura, define a la literatura como «un conjunto amplio que incluye ciertas formas de periodismo«. Con una clara referencia a Richard Kapuscinski.
Formas de periodismo literario provincial y regional que están siendo revisadas últimamente por José Antonio Casado en estas mismas páginas de MiCR y que dan cuenta de esos dobletes de escritores en los periódicos y de periodistas esforzados en su escritura. De igual forma que las aportaciones de Ángel Romera en su visión de la prensa provincial del siglo XIX nos están descubriendo otras realidad escasamente estudiada, con Félix Mejía a la cabeza.
Viene todo ello a cuento y motivo, con la aparición de la última novela de Manuel Valero, ‘Carla y el Sr. Erruz’, presentada en los últimos días en Puertollano y en Ciudad Real. Novela que ya contó con un comentario realizado por mí en estas páginas el 16 de octubre pasado, dando buena cuenta de las anotaciones producidas en aquella primera lectura otoñal del borrador del momento.
Valero periodista de largo aliento y recorrido, en el diario ‘Lanza‘ y ahora en ‘MiCiudadreal‘, no ha dejado de frecuentar los terrenos literarios, como cauces paralelos a su desempeño como escritor del periódicos. Una escritura de periódicos que no sólo le ha acompañado en sus exploraciones y ejercicios, sino que ha sido un campo de ensayos y de pruebas varias, para sus incursiones literarias. Incursiones que no sólo se producen en el campo de la novela, sino que ha realizado sendos folletones por entregas en éstas páginas, ‘Corazón mío’ (2013) y ‘Julius, mon amour (Memorias de un ladrón bon vivant)‘; junto a diversos montajes musicales, con Augusto Guzmán, como ‘Plinio y la banda menguante‘ o el pasado año, ‘El caballero de la mano en el pecho’.
Aunque la prevalencia de Valero en la escritura literaria, haya sido la novela en sus diversas figuraciones; yo me aventuro a firmar que ha pasado de una escritura Novelística a otra escritura Literaria, como dice y fija Calvino para distinguir ‘dos formas de estar ante el texto’. Así desde su temprano ejercicio de 1995 ‘Trece veces quince‘, pasará a formular una ambiciosa revisión de la historia novelada de Puertollano, con la trilogía (hasta ahora) ‘Balneario’ (1999), ‘La tierra negra‘ (2002) y ‘Ultramar‘( 2006). Un salto posterior lo llevó a mantener una mirada inquieta sobre la Guerra Civil, con ‘Entre las balas’ (2010), donde ya la ficción se encabalga en predios de la misma verdad histórica. Más tarde el sorprendente ejercicio poético de simulación y dúplica nerudiana, llamado ‘Veinte poemas desesperados y una Canción emocionada’ (2014) que nos muestra ‘la otra voz’ valeriana, con un reverbero de la juventud en el patio familiar regado y aromatizado de pericones.
Para concluir este recuento de escrituras, con la citada obra ‘Carla y el Sr. Erruz‘; obra que aparentando un asunto menor y circunstancial, formula una inflexión con los trabajos precedentes (aunque se emparente con ciertas cuestiones esbozadas ya en ‘Los cuentos del Havana‘,1996) y establece una reflexión de calado, sobre las vicisitudes de la creación literaria y sobre sus enigmas y avatares. ‘¿Por qué se escribe?‘, que podría contestar a la pregunta caediza de Carmen Martín Gaite. Decía la autora de Salamanca que ‘Lo raro es vivir’, cuando bien cierto es, que ‘Lo raro es escribir‘ Y más allá de ello, más allá de la rareza de la escritura, cabe preguntarse no sólo por su persistencia y continuidad, sino ‘¿Por qué unos libros y no otros?‘.
O lo que es igual ‘¿Cuál es la explicación del llamado ‘éxito popular’ o best seller?‘. Libros que, a juicio de Julio Cortázar, son ladrillos comprados en el aeropuerto, que dan a lector lo que espera de ello y nada más, pero rara vez proporcionan un gramo de literatura. Y a los hechos conocidos me remito. Y es que la ‘audiencia’ hoy, tiene poco que ver con los procesos de creatividad. Más aún, pudiera haber algún conflicto entre ambas cuestiones: a mas ‘audiencia’ menos creatividad. Cuestión ésta que nos llevaría al postulado de la ‘inmensa minoría‘ juanramoniana y al debate de la cultura de masas frente a la cultura de élites.
Recurriendo Valero en esa indagatoria de ‘Carla y el Sr. Erruz‘ al artificio muy ensayado ya en los precedentes históricos en la literatura, de las dos historias trazadas en paralelo, como ‘El jardín de los senderos que se bifurcan‘. Historia dentro de la historia, como los vasos comunicantes, también como las matrioskas rusas que siempre esconden algo más; historia que no deja de aletear en el viaje interior del ‘texto dentro del texto’. Incluso salteando hechos de pura ficción con notas de la realidad; produciendo una equivalencia entre textos reales como ‘La lluvia amarilla‘ o ‘El extranjero’ con textos ficticios, como las piezas escritas por Carla Vives ‘Las huellas de tu rostro’ y ‘Sangre en el helado de nata’ , para dar cuenta cabal de cuál es el imperio de la ficción y sus atributos y poderes.
Esta modalidad, por otra parte, del discurso narrativo exploratorio y desdoblado, posibilita que el autor despliegue dos visiones y dos miradas; y asuma en el límite dos relatos que pueden interseccionarse, como hiciera Italo Calvino en ‘Si una noche de invierno un viajero‘ o, también, pasar desapercibidos y ajenos entre sí, como verificara Félix de Azúa en su reciente trabajo ‘Génesis‘. Incluso, y desde la experiencia de varias lecturas sobre el mismo proyecto narrativo, verificar lecturas complementarias que pudieran crecer, ramificarse, contradecirse y perderse. Incluso incorporar nuevos aspectos dormidos y aparcados Para componer una secuencia infinita sobre la escritura y sobre la lectura. En la misma clave que lo afirmado por Cortázar, en sus ‘Clases de literatura‘, sobre la circularidad cerrada del Cuento y sobre la linealidad abierta de la Novela.
Periferia sentimental
José Rivero
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