«Ha sido como un milagro», confiesa, entusiasmado, Julián Rodríguez, director de la residencia escolar Paseo Viejo de la Florida de Almagro. Los educadores de este centro, que alberga a una treintena de menores, en su mayoría casos difíciles por su problemática social, han dado con la tecla: el cine y la interpretación como resortes para la educación en valores y estímulos culturales para los alumnos. Pero no sólo eso. También han sido capaces, sin apenas recursos, de rodar un ingenioso cortometraje al más puro estilo de los años 20.
Educadores y alumnos asistieron el pasado martes al «preestreno» del corto «El rapto de la Florida» durante la fiesta de fin de curso de la residencia. La experiencia ha sido única en sus vidas. Han sido capaces de preparar la logística del proyecto en todos sus aspectos, desde la intendencia hasta la confección del vestuario y el propio montaje de las escenas, y han creado un corto imaginativo, muy bien ambientado, de una creatividad asombrosa y con un mensaje que consagra los valores de la generosidad, el sacrificio y la amistad.
El mérito ha sido enorme, y más si se tiene en cuenta la dificultad de estimular a chavales con problemáticas muy especiales. La experiencia ha resultado tan enriquecedora que los responsables del centro ya piensan en afinarla más para presentarla como proyecto de innovación en educación durante el próximo curso académico.
Si bien cualquier menor puede optar a una plaza en esta residencia (no se trata de un centro de menores, ya que depende únicamente de la Consejería de Educación), la realidad es que los cambios legislativos y la propia dinámica social han convertido al Paseo Viejo de la Florida en la casa de numerosos jóvenes con problemas sociales graves. Los chicos y chicas, de entre 6 y 16 años, acuden por las mañanas a colegios normalizados y por la tarde regresan a su residencia, donde cuentan con el refuerzo de talleres y clases complementarias, y con el apoyo de auxiliares técnicos educativos.
Según explica Julián Rodríguez, el proyecto sobre el cine ha ilusionado mucho a todos los alumnos, que se han volcado en la aventura con la ayuda de los formadores. Sin recursos económicos, se las han ingeniado para conseguir las prendas que ellos mismos han convertido en trajes de época, han preparado el guión o los decorados, han buscado las localizaciones, han grabado con dos cámaras caseras las escenas interpretadas elegantemente por actores en potencia, y han montado el film como si se tratara de una vieja película de cine mundo.
El objetivo era motivarles con instrumentos diferentes. El resultado ha sido un solvente cortometraje y un bello vídeo de «making of», quizá más interesante desde el prisma formativo, que muestra lo que ocurría entre bambalinas durante el desarrollo del proyecto.
El trabajo ha merecido la pena sólo por el interés de los jóvenes y la satisfacción personal que transmiten sus educadores. Esta semana se ha dado un paso de gigante. Hoy se ha ganado una batalla por el futuro de estos chicos.
