La camiseta o T-shirt, surgió en Europa hacia 1913, como una prenda de ropa interior sin más pretensiones y alcances. En la primera guerra mundial, a los soldados estadounidenses les llamó la atención esa ropa interior usada por los europeos, ya que ellos usaban ropa de lana. Una vez acabada la guerra, la camiseta se convirtió en la prenda estrella de andar por casa en los USA de los años veinte.
Al comienzo la camiseta era considerada sólo como una prenda de ropa interior, pero después de la segunda guerra mundial todo el mundo la empezó a usar ya como una prenda más de vestir. Fue a finales de 1930, cuando compañías y marcas se alborotan, y así fue como Hanes, Sears y Fruit of the Loom empezaron a comercializarlas. Pero el impulso determinante y definitivo, se produjo cuando iconos sociales como James Dean y Marlon Brando las usaron en sus películas de forma continuada.
La primera camiseta con un mensaje impreso en ella fue fabricada en 1948, para la campaña de un gobernador de Nueva York. A partir de ahí, se convirtió en un formidable artículo de marketing y resultó ser un fantástico medio publicitario. También un soporte para la expresión de ideas y de emociones, donde todo cabía. Así empezaron en los cincuenta, a comercializarse con algún logotipo empresarial, algún toque social o un reclamo reivindicativo.
El primer ejemplar con fines publicitarios, al margen de los electorales citados antes, se vió en 1959, en la película de Godard ‘Al final de la escapada’, donde Jean Seberg se paseaba por París vendiendo periódicos con una T-shirt del Herald Tribune; confundiendo medio y mensaje, camiseta y publicidad. Y es que la camiseta en los años 60 y 70 se usó como pancarta en la reivindicación de derechos: ya fueran por la causa feminista, ya por la igualdad de derechos de los afroamericanos o ya a favor de las revueltas de Mayo de 1968 en París. En esos años surgen camisetas emblemática que hoy se siguen vendiendo como símbolos de lucha abstracta: así la estampada con la cara del Che Guevara, el ‘Guernica’ picassiano o las bombas atómicas del Enola Gay. En los 80, se apropiaron de ellas y de sus mensajes los grupos punk como Sex Pistols y The Ramones, que las convirtieron en el uniforme oficial de tribus urbanas de todo el mundo.
De aquellos polvos, llegaron estos lodos agitados. No sé si es cierto que «El habito no hace al monje«, con lo cual los ‘descamisados‘, que no llevan camisa de vestir o el ‘col-blanc’ francés, pero sí camiseta de paseo, no serán lo que dicen que son y reivindican con su indumentaria. O si, por contra, será cierto y verdadero el «Dime como vas y te diré como eres«, que no deja de ser una constatación de la teoría de las apariencias indumentarias, tan queridas a la pequeña burguesía de toda la vida.
Apariencias indumentarias que proceden del afán social antiguo y meritorio, de clasificación e identificación. Clasificación en la esfera social estratificada y compartimentada, para saber quién era cada uno: siervo de la gleba, vasallo, súbdito, ganapanes o señor. E identificación en el mundo de la uniformidad militar, para saber quién era amigo y quien enemigo; quien arroja la flecha y quién apoya y protege con el escudo. Esta obsesión por identificar hábitos y monjes, determinó algún esfuerzo meritorio de las ensenadas estructuralistas y semióticas, por estudiar el sistema de la moda (Roland Barthes, dixit) como un lenguaje, capaz de ser interrogado o capaz de producir un relato sobre su portador. Pero esa posibilidad, del discurso indumentario, estaba más referida a sociedades estáticas y menestrales, que hoy han saltado por los aires como un mecanismo de relojería. De tal suerte que se puede parecer un mendigo, llevando unos vaqueros raidos y una camiseta descolorida, y ser un magnate del Ibex 35. O aparentar solemnidad rigurosa, con un terno oscuro y planchado y ser pobre de solemnidad. Con lo que las dificultades de hablar con la ropa se han complicado muchísimo, y ya no hay quien entienda a casi nadie. Y, ademas, nada es lo que parece.
Ya ni polvo ni lodos. Como los polvos organizados en la toma de posesión de los concejales electos en 2015 en Ciudad Real. Pleno corporativo que va a pasar a los anales y documentos del futuro capitalino, como el Pleno de las Camisetas. Y todo ello, por la comparecencia de los cuatro concejales de Ganemos/Izquierda Unida de esa guisa, portando camisetas revestidas de reivindicaciones diversas y variadas: ELCOGAS, PAH, Marea Verde y Plataforma en defensa de los Servicios Públicos. Quizás estuvieran en su derecho a exhibirse, como los demás están en el derecho a criticar el «torpe desaliño indumentario» para la ocasión solemne del día de San Antonio de Padua.
Hasta aquí el relato de la comparecencia criticada, en traje de calle relajada, reivindicativa y ‘descamisada‘, frente a la vestimenta ‘camisada y camisera’ de los restantes corporativos, que trataban de fijar el carácter institucional (no diré que simbólico) del acto de toma de posesión. El lío se produjo cuando al acabar el Pleno de constitución, los concejales populares desistieron de la foto de grupo, por entender la salida de tono de sus compañeros corporativos ‘descamisados‘ y con camisetas reivindicativas. Exhibiendo el argumento ‘de facto’ que no ‘de iure‘, «Con nosotros, eso no habría pasado«. Y es que pasan cosas, y seguirán pasando, sin que algunos lo adviertan y lo limiten.
Periferia sentimental
José Rivero
El artículo es interesante, pero se inicia con un «la camiseta o T-shirt».
No sabía que habíamos adoptado la denominación inglesa en español, y realmente no entiendo estos casos de anglicismos totalmente prescindibles e innecesarios
Yo soy más prosaica y trivial, Rivero: el verdadero lenguaje de la camiseta es el que revela el palmito de quienes las llevan puesta, a saber: quien está guap@ con una camiseta y un jean, estará guap@ con cualquier cosa. Y al revés también. Porque ( y advierto que soy muy mala) en las fotos grupales de concejales ,recién constituidos los aytos. ,los estilismos de algun@s semejaban más un disfraz que las propias camisetas que pretendían serlo.
Luego el hábito no hace al monje Carmen. Es el monje, o la monja que las carga el diablo, quien determina la semántica de la camiseta y del traje de luces.
Lo de ‘T-shirt’, Koper, es a la camiseta como el ‘jean’ es al vaquero. Que ya es hoy un ‘denim’. Modismos idiomáticos procedentes del imperio y su llegada a la lengua global. Pero puestos a ser castizos, tú mismo no podrías firmar como Koper, que suena a cobre desvencijado.
Hasta que llego la camiseta con hombros «Landa» y nada fue como antes
Lo mismo el siguiente artículo deberías dedicarlo a las camisas de rayas muy coloridas de marcas muy taurinas, o de marcas que usan la bandera de España para definir a sus usuarios.
Esas modas «patrias» sí que delatan el talante de sus «perchas». Además, son muy, pero que muy atractivas para la «Jet Set2 Culiparda, elegante donde vayan…
Las camisetas del otro día, sin costar más allá de 8 euros, lanzaron un mensaje muy claro a la ciudadanía, y ese mensaje es el que -por todos los medios- quieren anular los de la banderita de España en la camisa: los ciudadanos lo primero.
Aunque, por las noticias de hoy, veo a Clavero pasando de la camiseta a la camisa de rayas coloridas con esos datos sobre sueldos «ayuntamientales» que nos quiere calzar…. Ay clavero, que parece que te has anclado en la época en la que había pasta para todo…ahora tienes que ser más de camiseta y menos de camisa…eso lo que hay. Si en el fondo ya eres un «yayoflauta».
Estoy tomando notas de esa ‘españolidad’ camisera y de taleguillas ‘jet set’, muy ajustadas a la entrepierna nacional.
Qué tema más interesante y cuánta amplitud puede alcanzar. La camiseta con mensaje es en realidad muy antigua, pero la superficie del mensaje era otra: la piel, pues el «escudo» heráldico no proviene del escudo, sino del tórax tatuado del guerrero con sus heridas, emblemas y recuerdos de hazañas. De hecho, la moda del tatuaje que se está extendiendo frente a la impermanencia de rasgos de la camiseta tiene algo que ver con el espíritu de los tiempos. Se habla mucho de cambio… de camiseta.
Por demás, apunto una curiosidad iconográfica: los niños que van a la escuela ya tienen su propio sistema heráldico en las estampaciones y grabados que decoran sus mochilas: allí reflejan ya su ideología de niños (formada de todo tipo de arquetipos no digo que jungianos, sino televisivos -deportivos, musicales, cinematográficos-, de manga y anime) y apuntan maneras para el adoctrinamiento futuro que los encauce al aprisco predeterminado. No hay ni una sola igual. Menudo minero para creativos publicitarios y cazatendencias. Una chica puede llevar una Kitty y eso la define; un muchacho, un emblema blaugrana, y también… ¿Oído, cocina?
Por demás, las grandes editoriales culturales de Castilla-La Mancha son las editoras de camisetas: Copi-Servic, la de los fumados de la calle Libertad, etcétera.
Y, hablando de estereotipos culturales, ¿alguien ha percibido la similitud de valor que hay entre Mickey Mouse para Estados Unidos y Don Quijote para Castilla-La Mancha? Ya sé que hay mucha diferencia de trascendencia y todo esto, pero es que se vende a Don Quijote lo mismo que al ratón Miguelito, y eso no es de recibo. No se puede vender un queso como como un producto punta de tecnología ni a un coche como algo tan tradicional como la miel de la Granja San Francisco o el turrón cuando vuelves a casa por Navidad. Si hay que vender a Don Quijote, hay que vender cultura y no las habituales simplificaciones relacionadas con la imagen y no con las palabras, los textos, la historia.
Perfecto colofón Ángel. Camisetas e iconos mil, por no hablar de las camisetas deportivas, que cambian cada año y fuerzan a la recompra a 30€ la pieza glorificada. También la órbita del tatuaje que no es neutral ni mucho menos. Pensar en fin en tantas variaciones camiseteras.
Lo cual me recuerda que habría que incinerar (en la hoguera imaginaria, por favor, que no quiero publicar una «zapatada») al iluminado que creó en tiempos del «PSOE de los millones» la famosa ruta del Quijote (Parte I) y puso chapas verdes hasta en los urinarios donde detuvieron a George Michael.
Que no solo se hacen camisetas, también hay mucho «chapero» suelto. Anda, ya hay otro tema a «articular». El mundo de las chapas para la solapa.
Gracias por tu artículo~~~
¡¡¡aprendido!!!
No he pensado antes …!
Las camisas que hay tantos conocimientos culturales pueden aprender !!!