Mientras Irak experimenta un dramático aumento de violencia, oleadas de personas que habían sido forzadas a abandonar sus hogares durante el último año están ahora atrapadas en “zonas grises”,sin acceso a la ayuda humanitaria más básica. En grandes áreas del país, la población civil continúa pagando un enorme precio por el conflicto y la respuesta humanitaria sigue siendo insuficiente, advierte Médicos Sin Fronteras (MSF).
“Irak está experimentando su peor crisis humanitaria de las últimas décadas,” denuncia Fabio Forgione, coordinador general de MSF en Irak. “Miles de personas, especialmente en el centro de Irak, no están recibiendo la ayuda humanitaria que necesitan con urgencia”.
En el último año, los intensos combates han llevado a casi tres millones de personas a abandonar las devastadas áreas del centro y norte de Irak;en particular, las gobernaciones Anbar, Nínive, Saladino, Kirkuk y Diala. Miles de familias han huido de la creciente violencia y de los cambiantes frentes de batalla. Han sido desplazados muchas veces, y en el trayecto,lo han perdido todo. Muchos se quedan en refugios superpoblados -en tiendas, edificios sin terminar, templos religiosos o escuelas – donde las condiciones de vida son extremadamente malas.
Los equipos de MSF que trabajan en “zonas grises” -al norte de Mosul y en las áreas entre Bagdad y Anbar- reportan que muchos desplazados están viviendo sin acceso a instalaciones sanitarias y sin agua limpia. Las infraestructuras y los centros de salud han sido dañados y están fuera de funcionamiento, y existe una creciente escasez de personal médico. Muchas personas no tienen ni siquiera acceso a servicios de salud básicos, mientras que llegar a un hospital que se encuentre en funcionamiento en aquellas áreas donde desplazarse de un lugar a otro puede poner en riesgo una vida, suele convertirse en una misión imposible.
“A pesar de la magnitud de las necesidades de la gente, la respuesta humanitaria ha estado mayormente concentrada en áreas más seguras, como la región del Kurdistán en Irak”, advierteForgione. “MSF es una de las pocas organizaciones internacionales trabajando en áreas del norte y centro de Irak, donde las personas que huyen del conflicto buscan refugio. A pesar de las restricciones obvias de seguridad, brindar ayuda aquí es posible, pero aun así estas áreas continúan siendo ignoradas”.
En lo que constituye un esfuerzo enorme para responder a unas necesidades cada vez mayores, MSF ha estado expandiendo sus operaciones en el centro y norte de Irak. Los equipos médicos de MSF están gestionando clínicas móviles en las gobernaciones de Kirkuk, Saladino, Diala, Nínive y Bagdad para proporcionar atención médica a las personas que huyen de las zonas de conflicto, así como a la población local. Los equipos brindan atención médica general, con énfasis en enfermedades no transmisibles, salud reproductiva y salud mental.
«Estamos muy alarmados por la posibilidad de que la violencia se expanda a otras ciudades densamente pobladas, lo que provocaría aún más desplazamientos», explica Forgione. «Todos los actores implicados deben hacer un esfuerzo para garantizar que la población iraquí que huye de la violencia tenga acceso a la asistencia humanitaria. Nuestros equipos ya están haciendo todo lo posible, pero no pueden responder de una manera efectiva a todas estas necesidades».
En 2014, en Irak, MSF puso en marcha varias intervenciones de emergencia para proveer atención médica básica y dar apoyo a las familias desplazadas. En total, a lo largo del año pasado, MSF llevó a cabo 219.800 consultas externas y 17.700 consultas de salud mental individuales y grupales. MSF sigue siendo el principal proveedor de servicios de salud en el campo Domeez, situado en la gobernación de Dohuk, donde viven alrededor de 60.000 refugiados sirios. Los servicios incluyen atención en salud sexual y reproductiva, enfermedades crónicas y salud mental. En agosto, MSF abrió una unidad de maternidad que a finales del año pasado ya había asistido571 partos.