El arte se ha convertido en realidad cotidiana desde el diseño de los objetos que utilizamos en nuestra vida diaria. El uso de numerosos elementos, estudiados en su forma, en sus materiales y en definitiva en su diseño ha introducido la realidad artística en la vida cotidiana.
Elementos como el automóvil se han convertido en proyectos de ingeniería en los que el diseño es parte importante de su acabado final. No sólo se avanza en su diseño de funcionamiento, en la incorporación de numerosos elementos que hacen más cómoda la conducción sino que se estudia de forma cuidadosa el acabado y la forma exterior e interior de cada vehículo. Probablemente con una idea de la necesidad de atender a un público con una formación ambigua en sus exigencias y por ello junto a diseños cuidados se siguen haciendo presentes diseños y acabados interiores alejados del buen gusto. Pero en su conjunto, podemos entender que se avanza en el camino de una forma cuidada no solo por los requisitos funcionales sino por la belleza de su conjunto.
Ahora bien junto a la tecnología cuidada, los últimos avances informáticos que permiten aparcar de forma automática, dirigir las luces, encenderlas o apagarlas y toda suerte de ayudas que se incorporan cada día, sigue siendo habitual ese uso que introduce en el vehículo los objetos más extraños y horrendos. Ya pasó la moda de los cojines situados de forma visible en la parte posterior del vehículo, pero siguen abundando los ambientadores terribles, las figuras que se cuelgan del cristal del vehículo, los portarretratos del peor gusto. La frustración del equipo de ingenieros que han dedicado largas horas al diseño y acabado del coche debe ser notable al ver cómo se convierte el interior o exterior del vehículo en aquel mambo taxi de Almodóvar en su Mujeres al borde de un ataque de nervios.
Probablemente el sector de la informática y las telecomunicaciones con su sentido de tecnología avanzada ha ido poco a poco cuidando el diseño de portátiles, teléfonos y todo tipo de objetos que cada día utilizamos en nuestras vidas. Hay marcas como Mac que han llevado el diseño a extremos de una especial calidad, cuidando con formas geométricas de gran sencillez y pureza sus productos ya sean ordenadores portátiles, ordenadores de mesa o teléfonos. Al margen de sus prestaciones, el diseño de sus productos ofrece una imagen buscada por diseñadores, personas relacionadas con el mundo de la tecnología y de la informática.
Pero junto a ese cuidado de los productores de diferentes marcas surge el horror de las fundas que envuelven y protegen estos elementos. Un Iphone recubierto por cualquiera de las carcasas que se venden en numerosos establecimientos debe ser una frustración total para sus diseñadores que ven su diseño cuidado convertido en un elemento de mal gusto.
Y aunque sea algo ajeno a este proceso de diseño artificial me permito completar el recorrido con una imagen que sirve también de ejemplo a la deformación de los objetos en contra de su idea original. El olivo es un árbol con una forma que ha sido incorporada a nuestra jardinería urbana y al entorno artificial de diferentes espacios por su carácter singular, de especial belleza. El paso del tiempo forma troncos de formas singulares que se abren en sus ramas conformando volúmenes bellos. En numerosos lugares de nuestra provincia, en la misma capital, el olivo forma parte de espacios singulares, de nuevas zonas ajardinadas o de espacios relacionados con edificios importantes. Ahora para celebrar los 100 años del Parque de Gasset se ha colocado una cosa en la entrada del mismo, que llaman olivo. Al pobre árbol le han aplicado un lifting que le ha deformado totalmente transformándolo en cosa a la que se le ha arrebatado su belleza original y sus cualidades naturales. El diseñador del árbol debe estar claramente frustrado viendo lo que somos capaces de hacer los humanos.
Espacios
Diego Peris Sánchez
Decir feo y con mal gusto es poco, de verdad!!!!!!.
Tendré que verlo a diario, el olivo me refiero.
Debe ser Rajoy, que anda tirando los Bonsais de Felipe González a la basura, y uno de ellos ha caído en la Ferroviaria.
Como no los cuidaban, este se ha hecho grandecito.
La verdad es que ver las dos fotos de los olivos juntas da que pensar….jejeje…y sí, si el diseñador original de los olivos existe (cosa que dudo al ser ateo) debe estar bien cabreado. Lo mismo hasta manda una plaga de langosta a comérselo…