Manuel Valero.- En estos días de campaña de calor africano hago una muesca más en el medidor de las emociones. A medida que avanzamos hacia la suerte final, los candidatos cruzan duelos al sol, se baten con encuestas al dente y se acumula en el almacén todo un prontuario de buenas intenciones, mejores propuestas y envalentonados compromisos.
Ah, si pudiera acrisolarse en un sola hoja de ruta lo mejor de cada programa-programa-programa: tendríamos un gobierno de perfección. Pero eso es imposible, aunque como decía el cantautor “de lo posible se sabe demasiado”. Duelos al sol, digo, convenientemente escenificados, y medido c ada golpe previo. La política en campaña se asemeja un poco al ballet de El bolero de Ravel, que desde un ritmo monótono y una melodía básica desolada y sola de viento hierve al final en un climax sincopado de movimientos desesperados y metales preciosos, que era como llamaba un amigo mío, músico a los saxos, trombones, trompas y trompetas.
Pilar Zamora reta a Rosa Romero y Juan José Jiménez Prieto reta a Mayte Fernández, porque han sido los primeros en dar el paso, después de estudiar al adversario y conocer, se supone, sus puntos flacos. Es más, tácticamente, un reto, que una invitación sincera a debatir, aun que también lo sea. Es la letra pequeña. Cuando un candidato da el primer paso para verse las caras bajo los focos con quien le disputa el gobierno es porque cree que puede ganarlo, bien sea por la confianza y seguridad en el manejo de esas lides, bien porque considere al contrincante dialécticamente inferior, u otras circunstancias. Es un movimiento táctico, cree uno, ya que si el otro, la otra, rechaza debatir, esa negativa se convierte de inmediato en material arrojadizo por parte del retador plantado.
En Puertollano, Juan José Jiménez Prieto, sigue con el guión y tras el reto de palabra, viene ahora el desafío por escrito, que le da más enjundia y suena como asedio a la adversaria, sólo que en este caso, Mayte Fernández, ha dicho que sí, lo cual la obliga de un modo u otro. Veremos en qué queda la cosa, pero ahí tenemos una línea de suspense a añadir en estas elecciones emocionantes .
Falta la respuesta de la candidata popular Rosa Romero al guante lanzando por Pilar Zamora. Siguiendo el procedimiento la petición de debate se ha hecho por carta, a la espera del sí de Rosa Romero. ¿Qué hará la actual alcaldesa de Ciudad Real? Recogerá el guante de la aspirante y se lo devolverá convenientemente? Aguardemos, pero uno tiene la impresión de que Rosa Romero, acostumbrada a la plácida gobernación capitalina, es poco amiga de los debates a dos, quizá por temor al resabio dialéctico de la izquierda , o por que en los debates siempre salen asuntos que pican, de haberlos, claro. A nadie se le escapa que los debates están también para dejar al adversario con más cicatrices que Frankenstein, cuando no es esto, la verdadera intención de los duelistas.
De otro lado las encuestas. No se crean las encuestas realizadas por los propios partidos o los medios afines o empresas . Ninguna. La única que vale, antes de las definitivas de las urnas, es la del CIS, que es la más científica y neutral. Y ha dicho lo que ha dicho. Son encuestas amañadas, todas. De ahí que los alardes de Jesús Fernández Vaquero, secretario de Organización del PSOE y de Vicente Tirado, secretario general del PP aludiendo a encuestas propias, amigas o encargadas al dente, obedezcan también al tactismo electoral. No son encuestas reales, son encuestas-señuelo, a la carta, con el resultado cocinado. Y eso no es ético, y ellos lo saben, incluso cuando hablan de transparencia y hacen promesas de ser tan traslúcidos en la gestión futura que parecerán invisibles.