Manuel Valero.- Ay, el engrudo y el cepillito, las armas demoledoras contra las últimas bocanadas del franquismo, que cuando se bendijo la nueva era democrática salió a la noche para empapelarla de siglas luego de un siglo, que cuarenta años lo son, y recrear tapias y fachadas con el rostro de los nuevos apóstoles. ¡Qué tiempos, aquellos!
Pero, ¿qué digo? No son tan lejanos, salvo que uno haya soñado, y desde que reservo mis sueños a cosas más plancenteras, no suele uno soñar ni con políticos, ni con política(s). Y es verdad. Lo acabo de ver. A candidatas (Mayte Fernández, Carmen Soánez) asidas al cepillo, bien engrudao y dejando el cartel sobre el contrachapao de madera –oh, my god- más tieso que la mojama, o con jorobas de engrudo suelto que todo depende del manejo. Vieja estampa sentimental que casa con los primeros años de aquellos maravillosos tiempos.
Pero nada más, porque hoy por hoy con las redes sociales tendidas al sol del mundo, eso del engrudo tiene un toque de cutredad que para qué las prisas. A uno le molesta que haya sido la izquierda la que haya tirado de cepillo y pegamento doméstico, mientras la derecha le ha dado un toque más in y europeo al pistoletazo de salida (si hay una frase que odio es ésta). Oficina, cartel enmarcado, y Rosa Romero y Francisco Cañizares (número uno autonómico)a buscar el nocturno voto a bordo de dos ruedas, que la noche es lo que tiene, que empieza uno y acaba votando a bríos. Para la próxima campaña sería genial un cartel que a las doce en punto se iluminara de golpe y dejara correr por el marco bobillas sincronizadas. Es muy yanqui pero mola. Aunque uno lo entiende: fue la izquierda la que salió del agujero y la que durante la larga noche acopió una gran experiencia en el corta y pega (o pinta) pero en plan manual.
Aunque sorprende que Ciudadanos la neotransversalidad moderna de traje y juventud (Podemos y Ciudadanos coinciden en que la divisoria derecha e izquierda es del slglo pasado, y yo con ellos) y la famélica UPyD también hayan recurrido a la artesanal pegaduría.
La candidata del PSOE, Pilar Zamora, aparece con un cartel generoso de su rostro y otro de Emiliano García Page junto con el histórico em persona Josele Caballero que insta al cambio, o sea, a la línea de continuidad de hace nada, que lo del PP ha sido una breve interrupción accidental que ha demolido las ruinas heredadas . La aspirante al gobierno local confía, (hace bien) en, encuestas en mano y sola o en compañía de otros, echar a las dos. Echar a las dos se refiere a Romero y Cospedal. Y así de rebote recuerda que el PP tira más de féminas que el acuotado PSOE y que la competencia o incompetencia no sabe de géneros, pues en este caso es una mujer la que pide el destronamiento (democrático) de dos congéneres. Precisamente en Ciudad Real son más ellas –Romero, Zamora, Soánez– que ellos Pedro Fernández (Ciudadanos) y Ángel Rico (UPyD. Sí, hay otros por ahí como Vox y Unidad Castellana que son esos partidos escoba que siempre andan pululando y luego desaparecen hasta la próxima. Derecho a presentarse tienen, claro, pero con los votos que recogen apenas llenarían una caja de zapatos.
En la noche puertollanera fueron los pudientes de Puertollano, esto es, Puertollano Puede los que pusieron una nota agreste a la fiesta cartelera con un abucheo alevoso y nocturno hacia la casta a batir, pero que según las encuestas anda bien anclada todavía, aunque menos, pero para eso tienen a sus amigos de C,s y Podemos, para ahormar un nuevo bipartidismo a cuatro, que aquí el que no corre vuela.