Transcurridas sus dos primeras añadas con éxito, Bodegas Carrasca, de El Bonillo, Albacete, prepara su puesta de largo en una cata que se celebrará en la Feria Nacional del Vino, FENAVIN, el próximo 13 de mayo a las 10 horas.
«Queremos darnos a conocer, estamos haciendo un vino de alta calidad y queremos que todo el mundo se entere», afirma el enólogo de las bodegas, Ignacio de Miguel, quien ofrecerá una cata de los 4 vinos que producen en la actualidad; dos tintos y dos blancos. «Hemos empezado muy despacio», continúa De Miguel, «tenemos una producción total de 50.000 botellas, pero lo que más nos interesa ahora es ofrecer calidad», asegura el enólogo.
Consciente de la alta competitividad que hay en Castilla-La Mancha y en España el asesor técnico de Bodegas Carrasca tiene muy claro cuáles tienen que ser las líneas de negocio a seguir. La primera, la apuesta por la internacionalización, razón principal por la que han decidido que FENAVIN sea el primer escenario en el que se presenten sus vinos. «Se ha convertido en la feria más importante de las que se celebran en España para el mercado internacional», asegura el enólogo, «como el mercado nacional sigue yendo a la baja, todos los que queremos vender vinos tenemos que estar pensando en el resto del mundo, y por eso pensamos que es imprescindible estar presentes en FENAVIN».
Además de una cata, Bodegas Carrasca ofrecerá sus productos en un stand en uno de los pabellones de la feria durante los días 12, 13 y 14 de mayo, donde mostrarán el valor diferencial de sus vinos, basados en la tierra que ve crecer su uva, «probablemente la que tenga más altitud de toda España», asegura De Miguel.
Será, por tanto, una cata «de altura» la que ofrezca el asesor técnico en el marco de FENAVIN. Unos vinos que provenientes de una uva que es cultivada a más de mil metros de altura, se beneficia de los beneficios del clima manchego para madurar la uva y las propiedades de la altitud para que no pierda su punto de frescura y acidez. «Tenemos mucho sol, con lo que la mayoría de años se consiguen buenas maduraciones y excelente calidad», cuenta Ignacio De Miguel. «La altitud suaviza los extremos de la temperatura, con lo que hace que la uva madure lentamente y de forma perfecta».
El resultado es una uva con todas las propiedades de maduración en una zona cálida pero «la altitud sobre el nivel del mar le correspondería a una zona del norte», explica el asesor de Bodegas Carrascas. Una peculiaridad que le diferencia de otras uvas que son cultivadas en la llanura manchega, como es tradicional. «Las grandes zonas vinícolas están a punto de ser las peores», reivindica el enólogo, porque «quienes trabajan en el riesgo y consiguen hacer cosas buenas, son mejores que en ningún otro sitio». Aunque reconoce que «trabajar en el riesgo también tiene sus desventajas». Un handicap que Bodegas Carrasca ha convertido en oportunidad de negocio en el mercado vitivinícola.