Apunta el 1º de Mayo hacia el día de la urna que se vislumbra ya en lontananza en la penúltima curva dominguera del almanaque, y a uno se le antoja que instalados cada candidato en su particular pol position ya deben tener los nervios tiritando al gusto . No en vano dicen los analistas que en estas elecciones municipales y autonómicas se pondrá a prueba la capacidad de resistencia de los partidos tradicionales (PP, PSOE, IU) frente al embate de organizaciones jóvenes, nacidas del hartazgo pastelero que la democracia institucional ha desarrollado a lo largo de estas décadas (Podemos) o de la respuesta cívica a la pedregosa antipatía del nacionalismo catalán (Ciudadanos). Una vez consolidadas ambas alternativas y aventadas por todo el solar patrio, el 24 de mayo dirá cuán grandes son las cuatro patas de la nueva mesa que alumbrarán las urnas. En ella deberán apoyar los codos los elegidos para alumbrar decisiones y pactos.
En la provincia, los actuales alcaldes y alcaldesas de las principales ciudades repiten suerte. Rosa Romero, en Ciudad Real; Mayte Fernández en Puertollano; Carlos Cotillas en Tomelloso, Jesús Martín en Valdepeñas; Luis Maldonado en Almagro; Antonio López de la Manzanara, en Manzanares, y Diego Ortega en Alcázar. Todos, excepto Mayte Fernández , alcaldesa por sucesión de Joaquín Hermoso,fueron elegidos en las anteriores elecciones, muy distintas y ya muy distantes, de lo que se barrunta. Por primera vez, políticos históricos y reconocidos de los partidos tradicionales se enfrentan a nuevos adversarios, en un escenario de extremada sensibilidad con los electores sumidos en la tragedia del desempleo y la irritante perplejidad del saqueo a discreción de moqueta y despacho. Por primera vez , las personas que han gobernado esas ciudades tendrán que afrontar unas elecciones sin la seguridad de victoria con la que iniciaron campañas anteriores. La pregunta es cuántos concejales se dejarán en la gatera PP y PSOE a favor de Ciudadanos o Podemos, y si aún así lograran mantener a raya a los nuevos bárbaros tras la empalizada de una mayoría absoluta ad limitum. Pero hay también otras preguntas al hilo de los últimos acontecimientos como por ejemplo, ¿cuántos concejales le robará Ciudadanos a un Podemos, a la baja? Y la del millón: los pactos.
El movimiento telúrico de las huestes de Iglesias y Rivera se dejarán notar sobre suelo ciudarrealeño, pero uno cree que tanto Ciudad Real como Puertollano tienen ADN popular y socialista, respectivamente y aguantarán el tirón, sobre todo en la ciudad minera donde el gallinero de la izquierda a la izquierda del PSOE amenaza con descabezarlos, a favor de la candidatura de Mayte Fernández. Tal vez sea en Ciudad Real donde más se deje notar la ola invasiva de los Ciudadanos pero sin opciones reales para otras fuerzas, salvo que el PSOE sume los concejales de la sopa de letras de más allá. Hay que tener en cuenta que el PP es el partido en el Gobierno, y por tanto, se supone que focalizará más el descontento de los electores de ahí que sea una verdadera prueba de resistencia para otra plaza de fuerte arraigo popular como es Tomelloso.
A la actual situación hay que sumar las rencillas internas en determinadas agrupaciones, algunas cristalizadas en alternativas electorales, lo cual hace aún más imprevisible el resultado. Por primera vez, ninguno de los actuales ediles tiene asegurada la plaza,y mucho menos la mayoría absoluta (suficiente dicen ellos). Manzanares, Alcázar, otrora socialistas, hoy populares, con legislatura tormentosa ésta última plaza desde la toma de posesión y un expediente político crónico de desavenencias , se verán abocadas a verdaderos equilibrios sobre el alambre. Almagro ha asistido al resquebrajamiento de parte del Grupo Popular y de desafectos de ese partido, por lo que el actual alcalde Luis Maldonado tendrá que batirse el cobre y añadir una dificultad más con marchamo local. En Valdepeñas, Jesús Martín que mantiene a buena parte de su equipo anterior tendrá que sortear los efectos de la crisis de su Grupo Municipal tras la dimisión de tres concejales que exigíaan primarias,y del propio partido bajo el control de una gestora.
En cualquier caso, alcalde o alcaldesa que repita en las actuales circunstancias y gane, verá aumentada su influencia y reforzado su liderazgo: ganarle al descrédito reinante de la casta política y al acoso de los nuevos aspirantes será una buena credencial.
Otra cosa será la Diputación, que si siempre estuvo en el aire, ahora lo estará más, y la Junta en la que con toda seguridad, José Bono ya ha maniobrado para que Podemos de Iglesias sin Monedero le eche una manita a Emiliano García Page, llegado el caso y entrambos desalojen a Cospedal de Fuensalida, si es que Ciudadanos al final opta por, matemática porcentual en mano, ponerle una redecita bajo los pies de la presidenta si ésta no aprueba absolutamente. Por que por mucho que los nuevos miren de reojo hacia las elecciones generales de septiembre o enero, algo tendrán que mojarse ahora para evitar el guirigay tipical spanish. Salvo que una mayoría absoluta por los pelos o una robusta mayoría relativa lo evite, circunstancia hoy por hoy bastante improbable a falta de las escandaleras que vayan saliendo (como la última de Agustin Conde) de aquí a mayo, en esa otra guerra que libran PP-PSOE y sus respectivos cómplices, de sensibles informaciones arrojadizas, y que no harán otra cosa que engordar a los convidados que en este caso no son de piedra sino de carne. Y fresca.
Pronostico cumplido no comporta novedades. Frente a lo previsible de lo que hay, lo imprevisto de lo que puede saltar , siempre será más llamativo. Atentos quedamos.
Decía el absolutista Bossuet que «la política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir». Trescientos años después, su afirmación sigue siendo igual de cierta, solo que el concepto «gente» ha evolucionado, cómo no,hacia el de «profesionales»
No me gusta la politica cuando pasa de vocación a profesión.