‘Cruz con Martillo. En un burgo podrido. Daimiel (1931-1936)’ es el título completo de la obra, fruto de una investigación iniciada en el otoño de 2010 y que sigue abierta. De hecho, aunque el autor ha recopilado material suficiente para trazar la historia, en realidad sólo está escrita una pequeña parte del proyecto.
La intención de Terriza es situar el epílogo el día en que estalla la guerra el 18 de julio del 36, si bien no descarta conducir la narración hasta los primeros meses después del alzamiento militar. De entrada, los avatares se irán deslindando en pequeñas dosis. Está previsto que, con periodicidad semanal, los lectores accedan al contenido a través de la web cruzconmartillo.com.
En el citado portal se ofrecen detalles sobre el escritor, los fundamentos y motivaciones de su trabajo, así como la extensa relación de personas que han contribuido a perfilar un argumento que excede la categoría de novela histórica para identificarse con una suerte de historia novelada. La profusión de testimonios, la facilidad para acceder a las fuentes documentales, el hecho de ambientarse en su propio lugar de nacimiento y domicilio han empujado al autor a escribir con el máximo rigor posible. También ha influido su propia condición de periodista a la hora de aplicarse con escrupuloso orden cronológico y contar la historia como si se tratase de un ‘Gran hermano’ presente en las calles, en los centros de reunión, iglesias, plazas u hogares donde acontecieron las cosas más relevantes.
La excepcionalidad del escenario
De lo que el lector encuentre en este libro por entregas hay muchas pistas atendiendo al trabajo de investigación que Ismael Terriza publicó en 2012 con motivo de las celebradas II Jornadas de Historia Ciudad de Daimiel. Entonces, en su ponencia subrayaba: «Conforme acercaba el zoom a Daimiel, así recorría sus calles, me metía en las iglesias, escuchaba las charlas, compartía mesa y mantel con los alcaldes, iba descubriendo que esta ciudad, por su naturaleza, había interpretado la llegada del nuevo régimen como algo que no quedaba otra que aceptar pero cuyas implicaciones, ni por fundación, iban a tambalear nuestra forma de vida […] había elementos comunes a la España rural: el caciquismo y sus implicaciones en el poder en todos los ámbitos; las condiciones del trabajo, la pobre asistencia social y el deprimido estado de la Sanidad, sin embargo, verdad es también que, primero la Educación andaba aún peor que en los pueblos vecinos y, sobre todo, que la Religión lo revestía todo, de la cuna a la tumba, era la raíz de las costumbres. Y había un tercer aspecto que también era genuino: la poderosa y extensa clase media agrícola que daba estructura al muy relevante Sindicato Agrícola Católico».
Los personajes
Los lectores conocerán más de algunos ilustres de la sociedad daimieleña de entonces como el vicecónsul francés Max Cassin, el párroco Don Tiburcio, el diputado nacional Luis Ruiz-Valdepeñas, el presidente del Sindicato Agrícola, Vicente Noblejas, sin olvidar a los Lozano Moreno de La Santa, los Fisac, la familia Briso de Montiano y, por supuesto, los Pinilla. Aparecerán reflejados con detalle célebres episodios como el asesinato del primer derechista en España, José Ruiz de la Hermosa, o las tensas visitas de José Antonio Primo de Rivera y Calvo Sotelo, cuando en Daimiel en un discurso privado ante sus acólitos de Renovación Española vaticinó su trágico final.
También aflorarán otros prohombres, más desconocidos pero insustituibles como Pantaleón Pozuelo, el joven abogado de familia acomodada que, habiendo alternado en las tertulias del Madrid ilustrado de finales de los 20, la tarde del 15 de abril de 1931 se atribuyó de poderes para proclamar la II República desde el balcón del ayuntamiento al grito de «¡Ya tenemos madre!».
Trabajo de documentación
Para construir esta historia novelada, Ismael Terriza previamente ha compilado y estructurado varios centenares de páginas sobre la organización política y social, términos y costumbres de la época, perfiles de más trescientos personajes y una detallada cronología que va desde el 25 de febrero de 1930 con una de las últimas proclamaciones de concejales del antiguo régimen hasta la designación de Fernando Cabanes como alcalde de Daimiel en abril de 1940.
Semejante documentación se ha cimentado en el rastreo de las principales publicaciones de la época, el archivo municipal de Daimiel, el archivo provincial, fondos parroquiales, el registro civil, la apreciable bibliografía publicada y ponencias pronunciadas en los últimos años. Pero, por encima de todo, las casi cuarenta entrevistas a testigos, con especial atención a los apuntes dictados por Jesualdo Sánchez Bustos, actual Cronista Oficial de Daimiel, en quien Terriza se ha apoyado para despejar cualquier anacronismo.