Palabras y viento

José RiveroAntonio Machado, afirmaba aquello tan sabido de que «La poesía era palabra en el tiempo«; que no es lo mismo que el tiempo que anida y late, en las palabras. El tiempo emperador y el tiempo destructor, como quería Margarite Yourcenar.
¡Ah el tiempo imparable!  De aquí que en los años setenta, la editorial Lumen como un homenaje cruzado al tiempo y a las palabras, denominara a una de sus colecciones como ‘Palabra en el tiempo’.rv_eolica--644x362

Ahora por azares diversos me veo impulsado a unir las palabras mojadas con el viento seco, las palabras livianas con el viento pesado, merced al lio de las eólicas en Castilla León, y la consiguiente lotería de los parques eólicos; conseguidos con mordidas, comisiones, sobresueldos, ‘bonus‘ y otras rifas memorables en favor de las autoridades regionales del Partido Popular, otorgando concesiones y localizaciones de fortuna. Autoridades que se han merendado, en un ejercicio de voracidad digna del hambriento Carpanta, hasta 110 millones de euros y que súbitamente enmudecerán perdiendo la palabra que se ha llevado el viento de la codicia.rv_eolica-california

No ‘Palabra en el tiempo’, sino mejor ahora ‘Palabra en el viento y por el viento’. Pese a que exista la afirmación dudosa de «las palabras que se lleva el viento«, para dar a entender justamente, lo que se dice y se enuncia para ser olvidado o para ser incumplido; pasto del tiempo en que se predica y se propone. rv_39ultima2Palabra en el viento’, en época electoral de propuestas sabias de futuro necio, para contraponer a la machadiana ‘Palabra en el tiempo’, que quedará como un rastro indeleble y una huella marcada del paso por la vida del que formula la palabra, la compone, la escribe, la recita e incluso la lamenta. Por eso lo afirmado y repetido por Blas de Otero, al componer:

«Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra
«.

«Me queda la palabra«, aunque haya veces que se la lleve el viento huracanado de la historia. Y por ello, se confunda el aire, el viento, el vacio y la palabra.rv_eduardo-galeano

Decía el recientemente desaparecido Eduardo Galeano, que «las únicas palabras que merecen existir son las que mejoran el silencio«. En caso de que lo dicho no mejore el silencio precedente, mejor callar y mejor flotar en el silencio cómplice. Algo parecido a lo afirmado por Wittgenstein: «de lo que no se puede hablar, mejor callarse«. Y no son ambos consejos frecuentes y seguidos por tantos tertulianos, voceros, charlistas, portavoces, altoparlantes, prologuistas y recitadores.

rv_imagesUn silencio que en 1947, René Clair llevó al cine bajo la forma de ‘El silencio es oro’, y  que una canción de los años sesenta del grupo inglés  ‘The Tremeloes’ remachó el aserto con la melodía ‘Silence is golden’. Por ello, si el silencio es oro, se afirma consecuentemente, que las palabras son plata; para subrayar el valor incalculable de quedarse callado Aunque la verdad verdadera, por lo que vemos, es que ‘El silencio es oro’, ‘La palabra es plata’ y ‘El viento es platino’.

Si «las únicas palabras que merecen existir son las que mejoran el silencio«, podríamos decir siguiendo el escándalo energético castellano leonés, que «la única energía que merece existir, es la que mejora el viento«. Aunque luego, se lea y se descubra que el viento todo lo puede y todo lo olvida. Sobre todo cuando se trata de parques eólicos.

Periferia sentimental
José Rivero

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5 COMENTARIOS

  1. Una de mis canciones favoritas (Y nada que ver con las eólicas de CYL, ni con las que vendrán detrás…)

    Vuela al viento espuma del mar,
    vuela al viento y vuelvelo a volar.
    Mezcla el mundo, ruge mistral,
    mezcla el mundo y mezclanos con él.

    Ahórrate esas palabras de amor
    que nadie va a comprender,
    ni tan sólo yo.
    Si lo que vas a decir
    no es más bello que el silencio,
    no lo vayas a decir.

    Que hable el mundo y calle el hombre,
    calle el hombre y vuélvase a callar:
    Mezcla el mundo, ruge mistral;
    mezcla el mundo y mezclanos con él.

    Ruge mistral, vuélvenos locos de atar
    y con tu antiguo furor
    llévate a aquel que ose hablar.

    Mientras todos duerman te amaré.
    Cuando todos hablen huiré.

    Lejos, muy lejos, en silencio.
    Lejos, muy lejos, en silencio.
    Cuando el bosque te hable te hablaré;
    cuando el mar te tenga te tendré.

    Murmullo de una oración
    minúscula y dulce;
    murmullo de tu respiración
    al despertar.

    Ruge mistral, medio dios;
    llevaté el mundo de aquí,
    peina la espuma del mar
    y llévanos muy lejos, muy lejos

  2. Ascendiendo desde la Mariña Oriental gallega a la Tierra Cha, en los altos de Lugo encontréme ya en la cumbre con que un sinfin de molinetes, asesinos del paisaje, me abrian las aspas, cuales ogros malandrines. Si hubiera llevado una lanza antigua los hubiera ensartado a todos. Los odio. Ah, Machado, triste y cuitado en Hotel Magestic camino del exilio…

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