Hay toda una Teoría de los Tres Tiempos, como tres soles o como las tres hijas de Elena, que fueron tres por cierto, pero no fueron las Tres Gracias. Y es que el tres, lo trino, la Trinidad santísima y lo ternario deben tener un oculto atractivo y un oculto hermetismo. Y una extraña majestuosidad, como ocurre con la Presa de las Tres Gargantas, en la provincia china de Hubei, sobre los acantilados calizos de Qutang Wu. O tal vez los tres atractivos de la filosofía de Kant, ‘Verdad, Bondad, Belleza’, por seguir sumando. Y no me refiero, con el elogio del Tres, a la elementalidad escolar del cómputo fácil del tiempo; esto es del Pasado, del Presente y del Futuro. Incluso a la otra elementalidad de las Edades: Antigua, Media y Moderna.
Elementalidad de las Edades, que precisó más tarde el apéndice añadido de lo Contemporáneo, para romper el equilibrio precedente de Edades Ternarias. Una contabilidad pues, que entra en conflicto ocasional, con el cuaterno de las Estaciones y con el de las Edades Históricas, ya rectificadas. Aunque parte del conflicto entre el tres y el cuatro, quedara resuelto por Thomas Stearns Eliot en sus ‘Cuatro cuartetos’, donde al hablar del tiempo lo hacía. claramente, en forma ternaria de Pasado, Presente y Futuro, pese a haber denominado a su composición con un cuatro repetido.
Incluso esa fortaleza de los Tres Tiempos, de las Tres Edades o de los Tres Movimientos, emerge en ese campo tan potente en los últimos años, como es el toreo y la tauromaquia, merced a tanto apoyo administrativo y legal. Ya se sabe que el clasicismo taurino y taurómaco dogmatizado por Juan Belmonte, estableció el poderío lidiador como un movimiento en tres tiempos y con tres cometidos ante el toro: ‘Parar, Templar y Mandar’. Todo ello visualizado en los correspondientes Tres Tercios de la lidia. Una sobreabundancia del tres, como le pasara a Eliot con el cuatro.
De un tiempo a esta parte la tecnología última de la sociología electoral penúltima, viene buceando en el apartado de lo trinario; sin que se reivindiquen el amor por los Tercetos o por los Tríos de cuerda. Y además, frente a las proclamaciones y los eslóganes producidos en imperativo o en presente de indicativo; ahora operan con la indeterminación temporal del Infinitivo. Que es otra forma de misterio del tiempo. Y que curiosamente, no relata un tiempo preciso ni pautado, sino un tiempo abstracto: ni es Presente, ni es Pretérito, ni es Futuro. Cuando bien cierto es que el verbo, si enuncia algo, es básicamente el movimiento, que es tanto como enunciar el Tiempo.
Y así en 2011, el Partido Socialista formulaba, con la solemnidad profesoral del Secretario General, Alfredo Pérez Rubalcaba, aquello de ‘Escuchar, hacer, explicar’. Que tenía el deje ternario y académico de los requisitos que el enseñante demanda al enseñado. Allí y entonces, ya floreció tanto el gusto por el ‘Hacer‘ como la pasión ciega por los Infinitivos, que años más tarde retomaría en la parte central y con menos solemnidad Pedro Sánchez, para quedarse en un sólo ‘Hacer‘. No ‘Hice’, ‘Hago’ o ‘Haré’, sino pura y duramente ‘Hacer‘. Que es mucho.
La suerte de la trilogía de 2011, se ha prolongado, como un río invisible y transparente, hasta 2015, de la voz de VOX, partido nuevo con discurso viejo, que ha sustituido el infinitivo explicativo previo, por la tercera persona discursiva del: ‘Habla, Convence, Actúa’. Que tampoco es ‘Hablé, Convencí, Actué’, ni ‘Hablo, Convenzo, Actúo’ fijado en primera persona. Sino que da sentido al eslogan, desde la tercera persona del indicativo. Donde podría establecerse una correlación no ya de los tiempos verbales, sino de los enunciados formulados e inexplicados; incluso de las personas y de las voces agentes. ¿Quién habla? ¿el receptor o el emisor? Y ¿es lo mismo el ‘Hacer‘, carente de sujeto, que el referido ‘Actúa‘, vinculado a la tercera persona? Otra vez el tres.
Ahora, más recientemente, el Partido Popular prolonga sus bendiciones electorales con el lema tripartito de campaña, ‘Trabajar. Hacer. Crecer.‘; que más parece el eslogan de un sindicato estajanovista o de un grupo obrero muy productivo y premiado; sobre todo, por la idea frontal de ‘Trabajar‘ puesta con énfasis en el primer plano de la triada o terceto. Incluso, parecer ser que parte de la idea terciada por el Partido Popular, ya había sido registrada por el Partido Nacionalista Vasco, en una dupla del ‘Hacer. Crecer’. Dejando ver, que en Euskadi el dos puede ser el tres del resto del territorio. Y haciendo bueno lo de que de Burgos para abajo sean tres, cuando en Bilbao es sólo un dos, grande como la copa de un pino.
Lo de ‘Hacer‘ en el lema del Partido Popular, no sólo está en el centro del terceto por pura simetría, sino que se presenta como algo difuso; como le ocurre a todo centro que se precie. Difuso frente a la demanda del ‘Crecer’, que resulta más creíble como pretensión electoral y como consecuencia del ‘Trabajar’. Todos los partidos políticos, ante unas elecciones quieren ‘Crecer‘; sin esas pretensiones nadie concurre al duelo electoral. Lo de ‘Hacer’, aparece contaminado, no sólo por el empleo anterior de la competencia electoral; sino por su carácter ambivalente. Se pueden ‘Hacer‘ bien las cosas, o ‘Hacer’ mal esas mismas cosas, por lo que el enunciado acaba quedando aplanado y aplastado. E improvisado. Incluso, por seguir la teoría del Tres, se podría ‘No Hacer‘. Como otra nueva modalidad electoral.
Periferia sentimental
José Rivero
Los números llevan todos su significado en realidades y simbolismos. Las matemáticas, el álgebra, la geometría… es un lenguaje universal e inequívoco (el mensaje de los campos de maíz, de ser cierto que es la forma de comunicarse los aliens, nos indicaria esto mismo). Y el 3 es muy socorrido, síntesis de la dualidad (como Jesús entre los ladrones, bueno y malo, y superación del maniqueísmo). Una mesa, o silla, de 3 patas, dicen, suele ser más estable que de 4. El 4 es la cruz, orientación pero con dolor y pasión (en cierto modo atrapado, encadenado). Y el 5 resurrección y libertad (el hombre de Vitrubio). Del 7 ni hablamos (dicen ser mágico), o la estrella de David de 6 puntas… y así todos. Vivimos sobre el imperio de los números… y los políticos lo saben… y así, con metáforas, se manifiestan, tratando de atraer más fácilmente nuestra atención…
En retórica, el uso de tripletes y trimembraciones identifica al orador como de escuela asiánica o barroca bizantina. El Conde-duque de Olivares, por ejemplo, era un tripletista. Los del PP y los del PSOE es que están tan vacíos como los barrocos: no les interesa el contenido, solo las cláusulas.
Ojalá hubiera tanta sensatez en los eslóganes electorales,como mostráis en vuestros comentarios C. y A. Mejor nos iría a todos. Gramáticos y númerologos incluidos.