Partido del Trabajo Democrático de Castilla-La Mancha.- Cada 14 de Abril miles de personas se lanzan a las calles para reivindicar que la jefatura del Estado sea sometida al escrutinio democrático. Lo excepcional de este año es que será la primera vez que ocurrirá tras el relevo de la dinastía de los borbones, ocupando Felipe VI el trono. 
Aunque haya habido un recambio de quien ostenta la jefatura del estado, ni por asomo nos encontramos ante un cambio en el funcionamiento de las instituciones de nuestro país.
La monarquía se sostiene como una institución antidemocrática restaurada por el franquismo que sirve de perfecto blindaje del poder político de los oligarcas. La permanencia de un linaje monárquico garantiza que, incluso en el peor de los escenarios, los grandes poderes empresariales y bancarios puedan tener un vínculo directo sobre las fuerzas armadas. Alrededor del mito de los beneficios de contar con una fuerza “neutral” y “apartidista” que medie en un convulso clima de disensión política se justifica la presencia de una monarquía que puede pavonearse de no presentarse a ningún proceso electoral mientras que se reúne con los principales empresarios y banqueros del país, a la par que defiende los intereses de estos a lo largo y ancho del mundo como el “mejor embajador” para sus intereses.
Las y los comunistas aspiramos a la democracia más consecuente. Por ello entendemos que la lucha por la democracia cobra vital importancia en este periodo dónde la oligarquía intenta cerrar toda vía de participación ante las aspiraciones justas de la clase obrera y las clases populares de mejorar sus condiciones de vida. Frente a la imposición unilateral de una minoría privilegiada, nosotros siempre defenderemos que las decisiones se tomen por parte de la mayoría obrera y popular.
La máxima realización de la democracia pasa por que todos los cargos públicos sean electos por el pueblo, así como que puedan ser revocados si este no estuviera conforme con la labor de representación política de los primeros. Así mismo consideramos que la democracia no puede limitarse a las instituciones del poder legislativo y ejecutivo, sino que debe impregnar todos y cada uno de los resortes de la sociedad para poder garantizar una verdadera democracia para la mayoría. En ese sentido apostamos por la democratización de la economía mediante la gestión o, al menos, el control de las principales empresas del país por parte de consejos de trabajadores para que la riqueza producida sirva a los intereses de la mayoría social y no al lucro de un puñado de oligarcas. También exigimos la democratización del ejército y toda fuerza de seguridad del Estado para que sirva a los intereses populares y, consecuentemente, la democratización de la justicia para que la misma no se vea absorbida en una lógica corporativista que finalmente la haga sumisa a los grandes poderes.
Para realizar esta lucha con éxito, desde el Partido del Trabajo Democrático, llamamos a la clase obrera y a los diferentes sectores del pueblo a luchar unidos contra toda manifestación de opresión oligárquica y por todos los derechos democráticos que el pueblo necesita. Ahora que nos acercamos a elecciones de gran trascendencia, hay que ganarles en las urnas y en las calles.
¡Construyamos Democracia para la mayoría!
¡Avancemos hacia la República Democrática y el Socialismo!
Por un jefe de estado elegido libre y democráticamente por los ciudadano.