Ciudadanos y UPyD son dos partidos políticos que poseen más similitudes que diferencias. Porque si desarrolláramos un “Análisis DAFO” centrado en estas dos formaciones políticas, comprobaríamos que las mismas (representantes ambas, y junto a VOX, de la regeneración democrática en España), presentan relevantes avales ante los ciudadanos y a los que podríamos denominar “fortalezas”.
Puesto que UPyD se ha posicionado como el partido que ha abanderado la lucha contra la corrupción política en nuestro país, denunciando importantes casos de corrupción en diversas autonomías y ayuntamientos e, incluso, afrontando institucionalmente los costes de los procedimientos judiciales que a tal efecto han instado.
Y Ciudadanos es el único partido que en Cataluña ha defendido la unidad de España.
Igualmente, las “debilidades” que tienen tanto UPyD como Ciudadanos, también tienen un denominador común y este no es otro que el liderazgo casi hegemónico que ejercen los máximos responsables de ambos partidos, que contrasta enormemente con el perfil bajo que mantienen, con honrosas excepciones, el resto de dirigentes (y candidatos).
Tanto es así que actualmente y debido, entre otros factores, al ejercicio de un liderazgo erróneamente proyectado, UPyD está en pleno proceso de reestructuración o, en el peor de los casos, de desintegración.
En virtud de lo cual, Ciudadanos debería aprender esta lección de anti liderazgo, magistralmente impartida por UPyD, al objeto de no reproducir el mismo error en el futuro.
Porque, contradictoriamente, y aunque la complicada situación por la que atraviesa UPyD pueda beneficiar en el corto plazo a Ciudadanos, puesto que una cantidad considerable de potenciales votantes magentas podrían apostar al color naranja, el partido de Albert Rivera también está infectado por un virus tan mortífero como el que ha provocado el cáncer a UPyD.
Si bien es cierto que Ciudadanos tiene controlado el tumor, no obstante, el mismo puede desarrollarse malignamente en cualquier momento. En este caso no tanto a causa del ejercicio de un férreo liderazgo sino en mayor medida debido a que este partido es personalista y está identificado por los ciudadanos únicamente con Albert Rivera. ¿Alguien se imagina a Ciudadanos sin Albert Rivera?
En relación a lo anterior, los partidos políticos deberían tener en consideración que uno de los deberes que debe auto imponerse cualquier organización que desee alcanzar el éxito es el relativo a planificar estratégicamente, y por mediación de un determinado código o protocolo, la concepción, el desarrollo y la ejecución tanto del liderazgo como del estilo de dirección.
En este sentido, mantener el liderazgo únicamente en la cúpula de la dirección o reservar esta competencia, de forma exclusiva y omnipotente, solo para el dirigente de mayor responsabilidad es un error que, además, favorece la aparición del “contralider”. Y este falso líder, aunque en un principio pudiera ejercer el liderazgo de forma eficaz, también podría a largo plazo sembrar el caos en la organización y, por supuesto, destruirla.
En el PSOE o en el PP existen claros ejemplos que confirman que la implantación de esta versión del liderazgo conduce directamente hacia la eliminación de la democracia interna en los partidos.
Por este motivo, las formaciones políticas de última generación deben diferenciarse y adoptar modelos de liderazgo (y de gestión) más modernos y democráticos, para ello, no pueden reproducir la obsoleta forma de dirigir que hasta la fecha han fomentado los partidos tradicionales.
Un arquetipo de liderazgo, que se ha implementado exitosamente en multitud de compañías top, y que podrían adaptar los partidos políticos democráticamente regeneradores es el “Modelo de Liderazgo Corporativo”.
Se trata de un modelo de liderazgo enfocado en los valores y alineado a la misión y a los objetivos de la empresa, que traspasa la faceta personal para transformarse en una competencia global de la organización, implementando del mismo modo y en todos los niveles estructurales de la misma una definida conducta y una ética del liderazgo.
El objetivo de este tipo de liderazgo es diseñar una pirámide organizacional, en la que el orden jerárquico sea compatible con el ejercicio de un múltiple liderazgo, es decir, que el líder corporativo pueda ejercer el liderazgo por mediación de otros líderes.
La nueva política debe ser innovadora y, en virtud de ello, necesita apoyarse en nuevos modelos de liderazgo. Y de gerencia.
Lucio A. Muñoz
La columna de Lucio A. Muñoz
¿Desaparecerá UPyD?