Pizpireta y diligente, una joven iba y venía, cargando documentos, botellines de agua, y controlando que las puertas del salón de plenos del Ayuntamiento permanecieran cerradas para que nada importunara a los concejales. Fue este viernes, durante la plomiza sesión ordinaria de marzo. Con los bríos que esta chica se traía, tan distintos al desgarbo habitual de quienes deambulan por allí entre moción y moción, era imposible concentrarse en la verborrea. Un torbellino que levantó al primer resoplido la sombría atmósfera plenaria.
Su nombre es Fátima y, como otros cinco compañeros (Ana María, María José, Mario, Miguel y Quique) de la Asociación Caminar, está haciendo prácticas en el Ayuntamiento desde mediados de marzo, merced a un convenio firmado entre ambas instituciones. Tres días a la semana, estos jóvenes acuden a dependencias municipales para realizar labores de conserjería y ordenanza. El puesto habitual de Fátima está en Alcaldía, pero el pasado viernes se estrenó como auxiliar en el pleno municipal.
Sobre el trabajo que está llevando a cabo en estas prácticas, comentaba que le «encanta» y decía estar «muy contenta» con la experiencia. También le gusta la labor que ese día desempeñó en el pleno y comentaba que le parecía interesante el debate sobre las mociones. Especialmente la referida a la calle Rusia, porque trataba «de las cosas que necesitan los vecinos de los barrios».
Esperamos compartir también con ella el último pleno de la legislatura.
«Prácticas» se ha convertido en una palabra horrible.
Está muy bien para aprender un oficio, y como funciona el mundo laboral, pero ha pasado a ser un termino en el que trabajas como otro cualquiera, te exigen como a cualquier trabajador y no te pagan. Encima tienes que estar agradecido, que te dan una oportunidad…JA!
Que contraten las empresas y los organismos si de verdad necesitan gente en ciertos puestos, y dejen de dar un mal uso a las «prácticas».