Son un guiso con mucho caldo, poca sustancia y especiado de más, en el que hay que meter el cazo hasta fondo una y otra vez, con brío, para sacar una tajada. Si acaso al final, volcado el aguachirle, cuando asoman los restos del sofrito, es cuando se puede sacar alguna buena sopa que calme el hambre de asuntos de interés. Una convidada en la que no hay más comensales que los propios cocineros. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen.
Comida rápida, rumiada con deleite y parsimonia. Como con intolerancia a la deglución, se encadenan bocados sin intención de alimentar. Se les da vueltas con la lengua, se empapan de saliva y, de cuando en cuando, se atosiga al de enfrente con unos mordiscos, poniendo cara de perro pero sin apretar.
Por todo esto, sorprenden las prisas por tragarse el pleno de Ayuntamiento de Ciudad Real de este viernes, cuyo comienzo se adelanta media hora. El orden del día recoge que «con la finalidad de poder concluir lo antes posible el tratamiento de los puntos del orden del día, se considera oportuno anticipar la hora de celebración de la sesión«. Ligeritos y a otra cosa, mariposa.
