Salvador Carlos Dueñas Serrano.- Cuando los tiempos asaltaron la capital calatrava invadiendo su universidad con un almacén de maderas, el Corral con una posada, o destruyeron San Bartolomé redondeando sus naves en plaza de toros, todo podría prever que correría la misma mala suerte que otros hermosos conjuntos urbanos del entorno, como la cercana ciudad real de Alfonso X el Sabio.
A pesar de ya no ofrecer la valiosísima imagen de su curiosa silueta protegida por murallas tan increíbles como un espejismo en plena Historia; similar a la sorprendente aparición de Kalat al Rabat levitando sobre la inmensidad de la llanura mojada.
Hoy, la más bella de las ciudades manchegas y desde hace unos días merecidamente reconocida oficialmente como uno de los pueblos más bonitos de España, es el tesoro y el documento vivo más completo de la esencia manchega. Popular, señorial, conventual, caballeresca, universitaria, escenográfica, cinematográfica, exótica y universal.
Su incalculable valor reside en la amplitud de un Conjunto Histórico Artístico cuidado al detalle y tratado de forma total, expandiendo su influencia a todo el casco urbano. Donde predomina la blancura de sus calles, contrastadas con agradables fachadas de tonalidades tierra o aparejadas con hiladas de ladrillo rústico. Todo armonioso y elegante. Bien integrado en un estilo unitario con las variantes que permiten elegir sin imponer sólo la fachada blanca. También enfoscados tierra, mampostería de tapial, piedra de sillería, sillarejo o ladrillo rústico. Componiendo un entramado atractivo y acogedor. Transmitiendo en el visitante el bálsamo terapéutico que la belleza aporta a quien la percibe, contempla y disfruta.
Para los que estamos habituados desde pequeños a paladear cada actuación que a lo largo de los años ha rejuvenecido su hermosa antigüedad, nunca nos cansamos de pasear sus pulcras calles, con el mismo placer que nos adentra a través del buen gusto de los patios, pasillos y salones del parador de Santa Catalina. Otro de los mundos de la ciudad.
La gran maestra calatrava que debe servir de espejo que refleje su ejemplo a la provincia entera, nos enseña con la calma y la paciencia del saber de una encajera, que son muchos los hilos imprescindibles para que la trama afiance la multitud de filigranas así como los inconvenientes que en el paño de las circunstancias van urdiendo una obra de arte tan valiosa como esta irrepetible pieza de blonda tendida al sol cervantino las luminosas mañanas de julio teatral; como si Don Quijote desposase a Dulcinea apadrinados por los Fugger, los Xelder y los Welser, al amparo fantasioso y creativo de la manifestación cultural más relevante de La Mancha en su Festival Internacional de Teatro. Discurriendo el exotismo reverdecido de la plaza, retornando al color almagre de las zapatas, engalanada de nuevo con la tonalidad que da nombre a la ciudad.
A Almagro le falta saber que posee el duende indescriptible que nadie verá jamás pero que sentimos los privilegiados que contenemos la capacidad de sentirlo ante la contemplación de lo auténtico y lo bello. Lo hemos visto en Toledo, en Sevilla, Granada, Lisboa, Úbeda, Roma, Barcelona, Baeza y tantos hermosos lugares por los que al pasear sus calles transita contigo aunque nunca lo veas, ese genio capaz de ofrecer la inspiración que hubiera alimentado y seguro que alimentará mentes artísticas capaces de crear poemas, historias o sinfonías igual de magníficas que aquellos que revistieron barroco al renacimiento construyendo en mitad de La Mancha, un pedazo de Italia con las mismas piedras que dieron luz a La Piedad o el David de Miguel Ángel, llamándolo Asunción Calatrava.
Almagro posee mucho. Entre otras cosas, la responsabilidad de ser escaparate e imagen de una parte de la cultura española que transciende a lo universal.
El cofre de caudales que atesora parte del Siglo de Oro en el recinto del Corral de Comedias es o debiera ser, patrimonio de la humanidad porque es único en el Mundo, auténtico desde los cimientos hasta las tejas y porque allí vive un mundo que habitó en la capital de un imperio que influenció a medio mundo cuando en Madrid, estos corrales, como el del Príncipe representaban a Lope o a Calderón.
En Almagro se almacenó el mercurio del yacimiento más importante del Mundo, curiosamente hoy catalogado como un legado a la humanidad. El mismo mágico mineral que enriqueció a los prestamistas alemanes y fluyó en las fuentes de Medina Azahara.
Pueblo con el honor de enorgullecer a España entera y responsable de atender turismo internacional, para satisfacción de los sufridos manchegos. Tan acostumbrados al duro quehacer cotidiano y a escasas alegrías vitales. Que por fin en su ciudad más hermosa podrán tener un referente donde mirarse y aprender para extender tan buen hacer al resto de la provincia, reconvirtiendo lo que la adversidad y la falta de mejores oportunidades nos adulteró y puede recuperarse.
Don Quijote estaría deseando contar que en su Mancha universal, nuevas generaciones de personas mejor cualificadas comienzan a sentir amor propio por su cultura, su imagen, su identidad. Y comienzan a darse cuenta del cúmulo de valores que representa para reactivar la vida y la economía construir nuestros pueblos conforme a su identidad, integrándolos en la modernidad sin adulterar su integridad.
Para servir de espacios hermosos para vivirlos, compartirlos y rentabilizarlos con los mismos ojos de sorpresa y maravilla que los japoneses descubren en los molinos de Campo de Criptana, las calles de El Toboso, el palacio de El Viso, Las Virtudes, Puerto Lápice, las Lagunas de Ruidera, Villanueva de los Infantes, San Carlos del Valle, Minas de Almadén o el Campo de Montiel.
Aspiremos a la calidad en todo y todo cuanto nos rodea será de mejor calidad para nuestras vidas.
Gracias Almagro. A tu gente y a quienes con su empeño y su trabajo han hecho y hacen posible que poseamos algo tan incalculable que además aporta valor al patrimonio manchego y al mundo en general. No te duermas en los laureles y aspira siempre a lo mejor y la excelencia en la calidad. Porque lo mereces.