Fermín Gassol Peco.- Aunque no estemos aún en verano, los gazpachos parecen ser plato apetecible en un tiempo donde la temperatura política está subiendo que no veas; y además, como estamos en puertas de las elecciones de Mayo, los termómetros electorales lo hacen… por horas.
Cada dos o tres semanas los distintos medios de comunicación se afanan en preguntar al pueblo sobre su intención de voto mostrando así los resultados con suficiente antelación a la celebración de los comicios con la política intención de entretener al personal.
Y digo yo ¿Para qué vamos a celebrar elecciones? Eso de ir a votar en las urnas no parece sino un gasto innecesario. Con las encuestas podemos saber ya quién es el que va a ganar y por qué margen, y ¡oye en tiempos de crisis es de agradecer que nos ahorremos un dinero! Como comprenderán esto último no pretende ser más que una pesada broma para nada democrática. Pero una broma como pueden llegar a ser también ciertas encuestas.
Recuerdo a un amigo, pastor de ganado, hombre cabal, centrado en sus afirmaciones, contundente en sus criterios pero ecuánime en los análisis, que un día comentaba: En cierta ocasión fui a un juicio;”oía hablar a uno y me decía, ¡qué razón tiene!, pero el caso es que después escuchaba a la otra parte y otra vez me decía, pues también tiene razón en lo que dice”. Al final todos llevaban razón, concluía.
Con las encuestas pasa lo mismo que decía mi amigo, que todas tienen razón. Lo que sucede es que cada uno las lleva a cabo desde una posición de interés, como sucede también en los juicios aunque como es lógico hay que esperar luego al veredicto de las urnas. Por eso cuando lees los resultados de algunos sondeos en uno u otro periódico llegas a la conclusión de que son verdad pero una verdad que en muchos casos es parcial e interesada y en concordancia con la línea editorial.
¿Cómo se consigue eso? Pues preguntando a un colectivo previamente escogido en el que figuran una mayoría de votantes que digan lo que el encuestador quiere oír. Las encuestas resultan en cualquier caso como unos preámbulos de los partidos que se van a disputar.
Sin embargo hay encuestas realizadas por “entidades oficiales” que pueden ser consideradas como más creíbles e imparciales por lo que sus resultados están más ajustados a la realidad… de lo que encuestan. En este caso el partido que resulta favorecido o ganador guarda silencio o manda prudencia con ese regusto que da el verse victorioso y deseando que las elecciones se hubieran celebrado esa misma noche.
Sin embargo cuando los resultados maltratan a los partidos su inmediata reacción es decir que las mejores encuestas son las que se realizan con los resultados de las urnas. Y razón, lo que se dice razón, no les falta en absoluto. Que para morir… siempre hay tiempo.
Digan las encuestas lo que quieran, siempre ganan los mismos. Usted vote lo que quiera, que ellos harán lo que les dé la gana. Y aunque ganen los otros, ya se ocuparán de que no gobiernen. ¿De veras creen que ganará la justicia? Ya se ocuparán las leyes de que no se haga justicia. Y, si cambian las leyes, entonces una cuarta guerra civil pagada por los de siempre y ya está. De nuevo habrá injusticia.
¿Síndrome de la moqueta?