Dice Fernando Aramburu, en su colección de aforismos ‘Pequeña magnitud’, que si «Las corridas de toros son cultura. A mí lo único que me sorprende y me preocupa es que los libros no tengan cuernos«. Pero si los cuernos tuvieran libros ¿qué cosas serían?
Claro que es raro encontrar cuernos en otros soportes culturales, ya sean partituras musicales, proyectos arquitectónicos. croquis escultóricos o libretos teatrales. Y es que los cuernos y las cornamentas despiden un visible olor a dehesa y un profundo aroma a excremento de bovino bien alimentado, poco compatibles con el relicario de olores culturales. No es lo mismo un mayoral que un violinista; ni tampoco se parecen entre sí un ‘mozo espá’ con un director artístico.
Hay otros aromas taurinos, por supuesto de Armani y de Versace, pero los dejo pospuestos en un segundo plano, no se me vaya a mal interpretar. Pero no por ello, por la rareza detectada por Aramburu de señalar los libros sin cuernos o afeitados, dejan de existir excepciones coronadas y bien visibles; excepciones de representaciones eximias con cornamenta de cualquier tipo. Desde los cérvidos de Altamira y Lescaux, pasando por la Tauromaquia de Goya, y terminando por múltiples números zarzueleros y por alguna aria de la ‘Carmen‘ de Bizet. Culpables diversos de ese maridaje del atavismo irracional del toreo con las matrices culturales del siglo XX son, entre otros, Hemingway, Picasso, y mucha pintura a caballo del simbolismo y del nacionalismo, de Zuloaga a Romero de Torres, para encabalgarse en las visiones negras de Solana.
Viene a cuento, y a cuerno, el afilado aforismo aramburiano, a raíz del despliegue de medios del sostenido ‘Primer Congreso internacional de Tauromaquia‘, celebrado en Albacete el pasado fin de semana. El despliegue de medios materiales e inmateriales realizado por el Gobierno de Cospedal en el susodicho Congreso taurino, prolonga los esfuerzos declarativos de pasados años, en pro de su promoción como BIC en 2011, y como Patrimonio Cultural Inmaterial de España en 2013.
Y de todo ello se deduce una enorme extrañeza, por la persistencia del torero y su mundo, en los anaqueles mentales del Partido Popular. ¿Qué razones hay para apoyar tanto a la Tauromaquia, y no hacerlo con la Cinematografía o con la Arquitectura? Se me dirá que ya se subvenciona bastante al cine, y la mayor parte de la Arquitectura ha crecido, en los años pasados, a la sombra de los poderes públicos en flor. Por no hablar de otros apoyos y subvenciones referidos tanto a las Bellas Artes, como a las Bellas Letras, en formas variadas de premios, collares y distinciones. Por lo que no hay contradicción en subvencionar a un festejo cuestionado socialmente, que ha sido nominado como ‘Fiesta Nacional‘. Y, por ello la presidenta Cospedal, ataviada con chaquetilla corta grana y azabache, ha oficiado en el ruedo simbólico del escenario del Teatro Circo, entre otros protagonistas pintureros, identificando La Fiesta taurina con la genética patria y con el RH nacional. Así ha afirmado que “los toros son la manifestación cultural más propia, más auténtica y más identificativa de la cultura española y eso no lo podemos perder, porque un pueblo que pierde su historia y su legado está condenado a tener un futuro sin personalidad”.
‘Seña de identidad‘ cuestionada y cuestionable pese al cuaderno de bitácora y al argumentario de campaña del Partido Popular. O quizás, justamente, por eso. Cuando se seca el grifo de la investigación y se para la docencia; se reducen becas y se minimizan los estándares educativos; se cierran museos y se bloquean fundaciones, parece raro invertir en la promoción de un espectáculo-negocio.
Porque, ciertamente, la ‘Fiesta Nacional’, lo es de algunos. Toda vez que en la otra orilla hay un elevado número de opositores a la lidia, y otro número no menor de indiferentes. Por ello, el carácter público de las celebraciones y apoyos al mundo taurino, no dejan de levantar un polvareda ingente en el albero de la política entontecida.
Periferia sentimental
José Rivero
A Cospedal ya solo le falta un rabo.
Esa iconología de cuerno, rabo, tridente y atavío colorado ¿no es algo luciferina? ¿Será cierto o será verdadero? Miedo me da.
Pues a mi esa foto de Cospedal me huele a «assufreee».
Ahí lo dejo.
Es más, mañana voy a las Pedroñeras a por un par de sartas…que nunca se sabe si harán falta en mayo…
Ya hablando en serio ¿Quién con una cabeza mínimamente amueblada se pone a pensar en congresos de toros, en cumbres del vino y demás sandeces que no ayudan sino a enflaquecer las arcas públicas? ¿Quién en su sano juicio sigue incinerando el sector público raquítico castellanomanchego a costas de estas actividades que, en el caso de los toros, no son más que una provocación a una sociedad que tenía superado este tema?
Mira que queda poco para las elecciones, pero hay días que parece que va a ser eterno el tiempo que pase hasta que la pongamos de patitas en la calle con los votos.