Las cornadas que da la vida: “La vida perra de Juanita Narboni”, de Ángel Vázquez

palabrasmarginales Ángel Vázquez era un tipo que luchaba a la contra. Como Bukowski. Pero era mejor escritor que Bukowski. Por eso, tal vez, los borrachos que leen libros han encumbrado al americano y han obviado al español.Es el destino de los borrachos españoles (lectores y escritores): alabar al de fuera e ignorar al alcohólico autóctono, lo cual, si bien se mira, y dada la afición por el morapio que existe en España, puede habernos privado de algún que otro John Kennedy Toole. Pero aquí ─en España─ los escritores no se suicidan. Los fracasados, digo. Se hinchan de vino y ahora de whisky para escribir una novela como esta, en la que el glamour brilla por su ausencia. Juani Narboni se va quedando sola según pasan los años. Sola y pobre, que es peor, porque las penas sin pan son más. la vida perra de juanita narboni A Juanita Narboni a veces no le alcanza ni para la comida, ya que hablamos de pan. Juanita Narboni vive en Tánger, antes ciudad internacional y luego integrada al reino marroquí. Con la decadencia de la ciudad, llega la propia de Juanita Narboni, que monologa durante unas doscientos y pico de páginas y habla con los fantasmas de su pasado y con los de su presente. Como Ángel Vázquez vivió en Tánger, se empapó del curioso dialecto que allí se hablaba: la yaquetía, un español mestizado con portugués, árabe y algo de castellano sefardí. Juanita Narboni usa la yaquetía, y gracias a las notas al pie no perdemos el hilo. La novela es extraña, fuera de lo común, ajena a las modas imperantes en el tiempo en que fue escrita. En 1976, Planeta la publica sin saber muy bien qué hacer con ella. La novela no es comercial, eso está claro. La vida perra de Juani Narboni es una historia trabajada con las entrañas, con el miedo a la soledad y a la muerte sobrevolándola en todo momento. Es una obra escrita a mordiscos. Los que da la vida.