Carmen Quílez García.- Esa puesta en escena, esa música de fondo, esa puesta a punto, esa dirección, me regaló (creo que a todos los que lo presenciaron) una nueva experiencia…. Participar en un taller de teatro de la Universidad de mayores José Saramago y llevado a cabo en el salón de ITA de Ciudad Real, me animó para hacer una ruta desde Cataluña, mis amigas desde Andalucía y todas vinimos a aportar ilusión, poner un grano de arena en ese gran trabajo cuando tenemos. Fita 61, Raquel 69 y Carmen 61 años.
Apoyar a la persona que ha sido capaz de sacar de sus amigos y compañeros lo que necesitaba para su escena. Rosa Torres Triviño, grande por fuera y por dentro, con la suficiente fuerza para inculcar la inquietud por el teatro y por nuestra parte ser capaces de desplazarnos desde nuestros lugares de residencia, que no están a la vuelta de la esquina. Cuando llegué a la Facultad ocupé el tiempo de espera en leer los periódicos que allí se ofrecían, busqué en los ecos culturales, no aparecía tal anuncio de esta representación teatral, ¡que decepción la mía!
Pero claro está los valores y la importancia a la cultura teatral, no son similares en todos los lugares, para mí, tal como ocurrió y se llevó a cabo la obra, los medios de comunicación de Ciudad Real se perdieron una crónica considerando los valores que allí se manifestaron. Para mí no tuvo ni un ápice de desperdicio, allí en los textos representados estaba lo importante de la vida. No nos importó hacer esa travesía.
La sala fue todo un pleno, hubo personas en pie, aplausos sonados por doquier, reivindicaciones que sirvieron para mantener el foro de la celebración posterior, pues cada una de las escenas calaron formando algo maravilloso “el espirito del teatro”.
Rosa, ajustaste nuestras memorias, fusionaste los esfuerzos y lo que resulto impresionante fue, la manifestación de los corazones de los espectadores, que formando algo maravilloso, ahora, se te presenta otro reto y a lo mejor nosotras quedamos ligadas también al teatro.